Tres: Fue mi culpa

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Mi cuerpo vibraba de placer; mi punto dulce era sacudido con cada embestida, y agradecía a todos los santos que me tuviera sujeto contra la pared porque mis piernas no podrían sostenerme por sí solas.

—No tienes idea lo mucho que me encantas —susurró antes de morder el lóbulo de mi oreja.

Jadeé fuerte, sin vergüenza, aferrándome a sus amplios hombros y deslizando mi boca por su cuello, dejando un rastro de besos camino a sus labios, los que me recibieron con locura, mordiendo los míos y llevándome finalmente a lo más profundo del éxtasis.

Este hombre realmente era un dios y yo debía estar bendito por algún buen acto en mi vida pasada porque no entendía cómo podía tener tanta suerte como para estar disfrutando de él.

—Ayúdame, quiero que me montes —dijo tomando asiento, dejándome tener el control mientras estrujaba mi culo pero sin apartar la mirada de mi rostro.

Me moví de arriba a abajo, saltando sobre su regazo, moviendo y apretando mis músculos contra su eje para darle más placer, hasta que lo oí gritar su propio orgasmo antes de lanzarse contra mi boca y apoderarse de ella en un nuevo beso.

Cuando nos separamos para tomar aire, me puse de pie para ayudarlo a salir de mí y quitarle el preservativo, notando que había vuelto a manchar su pecho con mi corrida.

—Déjeme cuidar de usted —dije sacando un paquete de pañitos húmedos de mi bolsillo y comenzando a limpiarlo.

—Eres precioso —volvió a pronunciar consiguiendo hacerme sonreír.

—Aprecio el cumplido —pronuncié sacando un nuevo paño para asearme también—; pero entre los dos, se lleva el premio mayor.

Él sonrió divertido y negó antes de sujetarme por la cintura y atraerme hacia él.

—Y aún así, no me dejas llevarte a casa —dijo mirando al cubículo del baño donde nos encontrábamos con molestia y desagrado, abultando los labios en un mohín adorable e increíblemente sensual.

Madre santa, este hombre iba a matarme con lo hermoso que era.

—Tuvimos sexo, ¿ese no era el punto? —Dije divertido, él bufó.

—¡Claro que no! —Renegó poniéndose de pie.— Quería llevarte a cenar primero y-

—No podía irme —le corté apartándome para poder terminar de vestirme correctamente—, mi amigo me necesita y... —resoplé y escapé del cubículo.— Tengo que salir de aquí.

Le asentí en despedida y dejé el baño sin mirar atrás. Me había encantado volver a verlo y obviamente tener sexo con él, pero le había prometido a BaekHyun ir a ACE y no iba a fallarle.

Paseé la mirada por todo el espacio, buscando el cabello rubio cenizo de mi amigo, y sonreí con alivio cuando lo encontré sentado en la barra, conversando con un tipo alto y apuesto.

—Hola —dije acercándome a él; Baek me respondió con una sonrisa y luego volteó hacia el sujeto para entregarle su tarjeta.

—Espero tu llamada —le dijo coqueto y le guiñó antes de apartar su bebida y ponerse de pie.

—¿Y Dae? —Pregunté siguiéndolo a la salida.

—Dice que se queda —respondió mostrándome su teléfono.

Tomamos un taxi en la calle principal y nos acomodamos juntos en el asiento trasero, mientras continuábamos hablándole a nuestro loco amigo por medio de mensajes.

—La chica se ofreció a llevarlo a casa, estará bien.

Estableció BaekHyun abriendo la cámara de su celular para poder verse en la pantalla y peinar su cabello.

Entre sombras [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora