KyungSoo era realmente un experto en el arte del sexo, y no quería pensar la cantidad de personas con las que se había acostado para llegar a ese nivel, pero lo era, y yo me estaba deshaciendo sobre su cama.
Había comenzando mordiendo mi cuello mientras me masturbaba e ingresaba un primer dedo en mi entrada, lo cual fue un poco incómodo, pero no dolió, así que dejé de estar tan nervioso y simplemente me entregué a él, convirtiéndome en un desastre sudoroso de gemidos y el más exquisito placer.
Había tenido ya un orgasmo en sus manos, me encontraba temblando por lo débiles que se sentían mis extremidades y él continuaba sin darme tregua, sujetándose con fuerza de mi cabello mientras jugaba en mi interior con tres dedos ya moviéndose tranquilamente.
—¿Listo? —Preguntó y yo solo me limité a asentir, incapaz de abrir la boca excepto para gemir su nombre.
Él volvió a reír y pronto sentí la punta de su miembro colocarse sobre mi entrada mientras una de sus manos acariciaba la piel de mi pecho y su boca volvía a apoderarse de mis hombros.
Por un instante, creí que KyungSoo entraría con fuerza, a un solo martillazo; pero no, él fue dulce e ingresó lentamente dándome tiempo de acostumbrarme a cada barrera para luego seguir adelante hasta llegar a lo más profundo de mi ser.
—¿Estás bien? —Preguntó dulcemente sin dejar de repartir besos en mi piel y masturbar mi miembro.
—Voy a morir —susurré haciéndolo reír con aquella voz grave y hermosa que tanto amaba—. O quizá ya estoy muerto: todo este placer no puede ser real, debe ser una gracia divina.
—Y eso que aún no me muevo —dijo con picardía y en ese mismo momento me sentí desvanecer.
KyungSoo me sostuvo con ambos brazos abrazando mi pecho y obligándome a sentar sobre él, haciendo que lo sintiera aún más profundo dentro de mi.
—Dios bendito, debes moverte —solté colocando la poca fuerza que me quedaba en mis brazos para inclinarme hacia delante y así dejar que comenzara a golpear en mí—, por favor, necesito que te muevas, te necesito.
Él retrocedió un poco y se quedó quieto, limitándose a acariciar mi cadera.
—Por lo que más quieras, Soo, necesito que te muevas y me muestres que me has extrañado —rogué.
Y él pareció oír el peso de mis plegarias pues se aferró a mi cintura y comenzó a golpear dentro de mi con fuerza y certeza, enloqueciéndome al punto de ser solo un cuerpo destinado a meramente sentir y clamar el placer que el menor me estaba otorgando.
Siempre había sido maravilloso y excitante hacer el amor con él, a veces no podía creer lo receptivo y entregado que era, pero ahora, estando completamente en sus manos entendía que KyungSoo se había estado conteniendo.
Hubo una noche cuando él usó su fuerza para prácticamente atarme a la cama con sus manos y hacer todo el trabajo por sí mismo; aquella vez había creído que me había imaginado la intensidad del fuego que nos consumió, al punto de llenarme de ideas para la exposición que quería hacer para declarar mis sentimientos por él y había corrido a mi estudio para dedicarme a dibujar.
Creí que se había tratado de alguna buena noticia en su día, de algún estímulo que evocó tal experiencia y me dejó sin aliento, no había notado que esa era simplemente la esencia de KyungSoo, su determinación a pelear con tal de ser oído y entendido, mezclado con la delicadeza de su corazón al cuidar del ser que aprecia; y por abrirme los ojos con tal revelación en medio de aquel apasionado momento, lo amé aún más.
Tuve un segundo orgasmo bajo su dirección y sonreí satisfecho al sentirlo terminar también mientras sus dedos marcaban la piel de mi cadera por la fuerza de su agarre.
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Entre sombras [KaiSoo]
RomanceDo KyungSoo es un chico enfocado en su carrera, sin tiempo para una relación seria, por lo que prefiere disfrutar de aventuras de una sola noche que solo le ayuden a relajarse. Sin embargo, cuando un hombre hermoso, con una mirada tan intensa que lo...