14. In Another Life II

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Juliana se bajó del auto, golpeando la puerta con fuerza. No podía creer la mala suerte que tenía.

"¡Cuidado! ¡Si la dañas, la pagas!", gritó Marcela fingiendo molestia, cuando realmente estaba completamente divertida con la situación.

Juliana solo la ignoro.

Estaba segura que su amiga lo estaba disfrutando, el ver a una esposa, que no sea de ella, molesta, con el ceño fruncido, los brazos cruzados y golpeando un pie contra el piso. Como si con esa actitud estuviera tratando de aterrorizarla con su presencia.

Ella no le tenía miedo a Valentina a su ... esposa.

¡Maldita sea! ¿Qué hizo ella para merecer este castigo?

¡Ser una buena samaritana! Por supuesto. ¿Cómo pudo ser tan boba? Nunca volvería a cometer ese error de nuevo, la próxima vez dejaría que maten a la cajera inocente. Juliana no se interpondrá.

No de nuevo.

¡Diablos, esa cajera ni siquiera estaba en peligro! Un ángel no la iba matar, los ángeles no matan o ¿si?, Juliana se preguntó a sí misma, para luego negar frustrada pasando su mano por su rostro como si con ese movimiento pudiera despertar mágicamente de su pesadilla.

Eres una imbécil Juliana Valdés.

Cerro las manos y gruño bajito ¿Qué demonios estaba haciendo? Hablando con ella misma. Loca, loca, se repetía Juliana. Se detuvo en un paso y miro a la nada, ignorando a la mujer que la esperaba en la entrada de la casa. ¿En serio conoció un ángel?, volvió a preguntarse, mientras buscaba una señal en el cielo.

Se había vuelto completa y absurdamente loca.

Volvió a mirar al frente.

Tenía una esposa.

¿Qué demonios iba a hacer ella con una esposa?

Y no cualquier esposa... No.

Tenía que ser ella. ¡De todas tenía que ser ella!

No pudo ser otra. Una de las muchas modelos que siempre le daban miradas con dobles intensiones o otra diseñadora importante, incluso hubiese preferido a Anna Wintour.

Pero no, tenía que ser ella. De todas las mujeres que existían en el planeta tierra, la elegida para ser su esposa en este mundo paralelo tenía que ser ella.

Valentina Carvajal.

Miro al cielo por un segundo con una expresión de reproche hacía, ¿El ángel que la metió en esto? ¿Dios? Siempre había escuchado que Dios era un pervertido que le gustaba jugar con las personas como si fueran simples bufones a su disposición. Era lamentable pensar que podría ser cierto.

"Basta Juliana", habló su interior. "No es así y lo sabes".

Termino de caminar el trecho más largo de la historia y llego frente a su esposa. Se sentía tan extraña saber que estaba casada y con ... ella.

"Valentina...", murmuró Juliana viéndola fijamente por primera vez.

Había cambiado un poco. Su cabello estaba mucho más largo y las ondas caían en su espalda. Su cuerpo ya no era tan delgado como lo recordaba, estaba hermosa. No es que antes no fuera hermosa, pero ahora con su pantalón jean y camiseta blanca que tenía puesta, completamente hogareña y sencilla, se notaba cada curva de su cuerpo, con sus caderas más pronunciadas, tal vez por el embarazo.

No.... no es tu esposa de verdad, no puedes verla así... podría ser la esposa de alguien más en tu mundo. pensó.

"Valen... ". En ese momento, Valentina levanto el dedo índice callándola y haciendo que Juliana se detuviera por completo. La pelinegra frunció el ceño una vez más, ¿Cómo se ocurre mandarla a callar? ¿Acaso no sabe quién es? Ella es una diseñadora reconocida, es millonaria, es poderosa, nadie la manda a callar, ella es... Eres su esposa, interrumpió sus pensamientos Juliana. Tiene todo el derecho de mandarte a callar y de imponerse ante ti.

Juliantina (Mini Historias) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora