18. In Another Life VI

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Juliana se bajó de su auto, antes de mirar a ambos lados de la calle y encaminarse hacia la pequeña casa de ladrillos rojos, donde la estaban esperando.

Ya tenía grabado en su memoria el camino y la fachada de la pequeña casa. La pelinegra llegó a la puerta y toco suavemente dos veces, se acomodó su chaqueta y respiro profundo, esperando que abrieran.

Unos segundos después, Valentina abrió la puerta y le sonrió como gesto de saludo. "Ya casi esta lista", informó la castaña, permitiendo que Juliana entrara a la casa, aunque la diseñadora no sabía a ciencia cierta, si la más alta la dejo entrar porque quería hacerlo o solo por pura cortesía.

"¿Cómo estás?", preguntó Juliana, sentándose en el mueble que le indico Valentina. Quería romper el incómodo silencio que se había formado.

Valentina sonrió ligeramente y la miro. "Bien, ocupada con el trabajo que acarrea la fundación. Estoy agotada, no creí que fuese tan complicado", dijo ella, mirándola entre confundida, agradecida, arrepentida y por supuesto agotada. "Gracias por querer pasar tanto tiempo con Elena"

Juliana le sonrió y bajo la mirada. Podía identificar todos los matices en los ojos de Valentina. Sabía que se sentía agradecida, porque ha ayudado a cuidar a su hija, agotada por su trabajo en la fundación, arrepentida, tal vez, por juzgar mal a Juliana, ya que se está dando cuenta por fin, que lo que imaginaba sobre la diseñadora, no era cierto. Y confundida, porque no entiende por completo el actuar de Juliana.

A favor de la castaña, si, Juliana había cambiado, ya no era esa joven estúpida de la Universidad o tal vez ese cambio, lo adquirió desde que fue enviada a esa nueva vida, que cambio la perspectiva de su vida real totalmente.

"Es mi hija", dijo la pelinegra, como simple respuesta.

"Claro", contestó la castaña incomoda y salió a buscar a Elena a su habitación, dejando sola a Juliana.

Juliana había pasado todo el fin de semana con Elena y la semana después de eso. Incluso Sana la había mirado atónita cuando la diseñadora le pidió que reorganizara su agenda y aplazará su regreso a New York para la presentación de su colección. Y de vez en cuando la japonesa la observaba confundida, cuando salía temprano de la empresa para buscar a su hija en la escuela.

Sana, más que su asistente, se había convertido en una especie de confidente. La había escuchado hablar tranquilamente del descubrimiento de Elena y de cómo amaba a Valentina, la cual estaba comprometida y como esta había creído que no la amaba, debido a que nunca se molestó en demostrárselo.

La japonesa había colocado una mano en su hombro cuando Juliana había comenzado a sollozar y le dijo que ser madre era algo maravilloso, aunque Juliana ya lo había experimentado, unos pocos meses en una realidad paralela.

Quizás a final de mes, la diseñadora le deba un bono a su asistente por su ayuda extra.

"Juls", habló Elena, acercándose. La pelinegra se levantó para saludarla.

"Estas hermosa pequeña", dijo Juliana, observando el vestido blanco con rayas de colores, que la pelinegra le había obsequiado hace unos días.

Valentina se había quedado callada y un poco desconcertada por el apodo que Elena uso para referirse a Juliana, hace años que no lo había escuchado, debido a que ella misma, dejo de pronunciarlo.

"¿Juls?", no pudo evitar preguntar la castaña, arrepintiéndose luego de pronunciar la palabra.

Juliana sonrió y estiró una mano para que la tomara Elena.

"Creí que tú se lo habías enseñado", preguntó Juliana confundida a lo que la castaña negó con su cabeza en respuesta.

Elena había comenzado a llamar por el apodo a la pelinegra en cuanto tuvo más confianza, por lo que la diseñadora intuyo que lo había aprendido de Valentina.

Juliantina (Mini Historias) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora