Capítulo 2

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Tuve la sensación de que la tercera semana de clases estaba trascurriendo con mayor intensidad que las dos anteriores. No solo necesitaba mantenerme enfocada en clases para no afectar mi rendimiento escolar sino que además, debía mantener activa mi campaña electoral mientras competía con Betty Kisler, capitana del grupo de Cheerleaders. Si bien a esa altura ya contaba con la aprobación de gran parte de la escuela, aún no podía permitirme bajar la guardia y dar por ganada las elecciones. Betty era una rival difícil y con mucho potencial, su engreída sonrisa y su holográfica chaqueta rosa parecían simpatizar con mis compañeros, sobre todo con los hombres.

Una de las cosas que me ayudaban a enfrentar el estrés que mi corta carrera política me provocaba a ratos, era la clase de astronomía. Desde pequeña esta había sido una de mis materias favoritas y estar en el observatorio; que en realidad era un laboratorio común con amplios ventanales, tabletas y algunos telescopios; me provocaba una paz inexplicable, aun considerando la voz poco armoniosa de la profesora Nickerson.

—Lo que haremos entonces —comenzó a explicar la mujer de cabello alocado —, será desarrollar un informe de seguimiento de las manchas solares utilizando imágenes reales captadas por la nave espacial SOHO. Tendrán que trabajar en parejas y pueden apoyarse en el contenido que acabamos de repasar, más la información que encontrarán en sus tabletas.

¿Parejas? No lo creo. La clase de astronomía me gustaba demasiado como para compartirlo con otras personas que no fueran mis amigas, pero Becca y yo habíamos hecho equipo en la clase de literatura, por lo que Hannah tuvo que unirse a Jack, su compañero de fila; así que ahora me tocaba a mí salir de mi cómodo triángulo amoroso. Si los trabajos de la escuela se pudieran desarrollar entre tres personas, todo sería más fácil.

No es que el resto de mis compañeros me disgustara o algo por el estilo, pero astronomía era casi un "asunto personal" para mí y no estaba dispuesta a compartirlo con cualquiera. Pensé rápidamente en acudir a mi convincente capacidad de adulación como lo había hecho en otras ocasiones con la Sra. Nickerson, a quien además parecía agradarle bastante; pero mi improvisado plan se vino abajo antes de siquiera poder llevarlo a cabo.

—Lo siento Taissa, pero este proyecto está pensando para desarrollarse en duplas, tendrás que unirte a alguien que también esté solo —indicó la mujer apenas levanté la mano para que se acercara, al parecer ya me conocía lo suficiente —. No lo digo yo, lo dice la NASA —agregó en tono cómico como para alivianar mi disgusto.

Caminó hacia mi asiento mientras levantaba el cuello como si estuviera haciendo un catastro completo del salón. Se detuvo mirando hacia el otro extremo y entonces gritó: ¡Lunsford!.

Al escuchar el apellido de Olympia solo me limité a apoyar la cara en uno de mis brazos a modo de resignación. A pesar de haber sido compañeras en la mayoría de las clases desde que ambas entramos a la secundaria, nuestra interacción más larga había sido la de ella pisando mis volantes de campaña y yo enojándome por ello. Realmente no conocía mucho sobre esa chica y toda la información que manejaba se reducía a tres hechos: uno, su novio era un idiota con una motocicleta genial; dos, si te encuentras con una protesta en medio de la escuela probablemente sea Olympia quien la lidere; y tres, el patrón de chica rebelde no es necesariamente lo que necesito cerca para mantener mi historial académico perfecto para la universidad. Considerando lo anterior, mis ganas de conocer más sobre ella realmente se reducían a cero.

—Es un honor trabajar con la futura presidenta de Treverton —soltó Olympia con una sarcástica sonrisa al acercarse a mi mesa.

Puse los ojos en blanco en un intento fallido por mantener una expresión neutra. Al parecer la Sra. Nickerson era la única entusiasmada con la nueva dupla que había creado, el mismo entusiasmo abrumador con el que nos deseó suerte en el proyecto.

Todo lo que debes hacer es quedarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora