Una vez que las semanas de exámenes finalizaron oficialmente para los alumnos de Treverton, toda nuestra atención volvió a la organización del baile al que asistiría la mayor parte de la escuela excepto los de primer año, a quienes se les permitía usar las instalaciones para una pijamada supervisada en el gimnasio como gran premio de consuelo. Aún recuerdo los pijamas a juego de Las Chicas Superpoderosas que usamos Becca, Hannah y yo cuando pasamos a la secundaria. Para entonces mamá y papá aún seguían casados. Ambos se ofrecieron para ser padres asistentes, y por increíble que parezca, customizaron sus vestuarios para representar al Alcalde de Saltadilla y la Señorita Belo en pantalones. En esa época mamá usaba el cabello largo y Maia y yo pasamos toda la mañana rizándole las ondas cobrizas para ayudarla a entrar en personaje.
Mi alarma sonó a las ocho en punto, lo cual es una hora y media más temprano de la que suelo levantarme los sábados por la mañana. El plan era juntarme con Hannah y Becca en la casa de Hannah, preparar bocadillos para el resto del día y luego irnos en su auto hasta la escuela para reunirnos con el resto del comité del baile como habíamos acordado.
Bajé las escaleras y dejé sobre el sofá el abultado bolso que había llenado la noche anterior con diferentes materiales de decoración. Había desayunado antes de vestirme, así que ahora solo me faltaba llenar mi botella de agua para comenzar lo que sería una larga jornada de trabajo y glitter por montones.
Salí de la cocina y encontré a mamá echando una ojeada al bolso que había dejado semi abierto, con cara de desaprobación.
Aquí vamos de nuevo, pensé.
—¿Para qué es todo esto? —preguntó cuando se dio cuenta de mi presencia.
—Son algunos materiales que llevaré a la escuela hoy. Estaremos toda la tarde trabajando para el baile, así que hablé con papá y el pasará a buscarme, para que estés tranquila.
—¡¿De que estás hablando Taissa?!. Hoy es el Tour en la UDMI y es importante que vayas para que vean que realmente estás interesada en conseguir una plaza.
—Mamá, ya hablamos de esto ayer —dije acercándome al sofá para terminar de acomodar mis cosas. Tengo que ir a la escuela hoy. No puedo ir a ese tour. Además ya debo irme, se me hará tarde.
—Sí bueno, esperaba que fuera una broma —respondió mamá con tono irónico—. Estoy segura que esos chicos pueden trabajar sin ti para el baile, es decir, ni siquiera eres parte del comité y además esto es muchísimo más importante.
—No, no soy del comité, pero soy la presidenta. Además habrá otros tours... y otras universidades.
Mierda. No podría haber elegido peor momento para soltar la bomba. Pero ya era tarde, la cara de mamá había cambiado totalmente y ahora me miraba como si hubiese soltado el disparate más grande de la historia.
—¡¿De qué estás hablando Taissa, cómo que otras universidades?!. Esta es la universidad de tus sueños, las dos hemos trabajado duro para conseguir que entres allí.
—Lo sé mamá y te lo agradezco, en serio, simplemente no quiero cerrarme a otras opciones. Hay un montón de universidades buenísimas que podrían recibirme. Quizás hasta alguna con un vicerrector menos anticuado.
—¿Me estás diciendo que quieres echar tu pase a la universidad a la basura solo porque el vicerrector no es lo suficiente "moderno" para ti?. Eso no es muy maduro de tu parte Taissa.
—No es por...—Hice una pausa para elegir las palabras correctas y no quedar atrapada en un debate interminable para el cual no tenía mucho tiempo—. Escucha mamá, podemos seguir hablando de esto cuando vuelva. Pero ahora en serio debo irme.
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Todo lo que debes hacer es quedarte
Novela JuvenilTaissa Gilligan tiene un plan: terminar la secundaria con su hoja de vida perfecta y entrar a la UDMI como ha soñado desde pequeña. Ella y su madre han trabajado duro para conseguir una plaza en la universidad: notas perfectas, puntos extras por ac...