Capítulo 8

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Existía una cantidad muy limitada de razones para lograr reunir a la mitad de los estudiantes un miércoles al atardecer en alguna de las instalaciones de la escuela. La competencia de natación era una de las actividades más importantes del semestre, donde las chicas del equipo competían entre ellas para elegir a las dos nadadoras que representarían a Treverton en el campeonato regional.

La escuela tenía un gran historial de competidoras desde la fundación del equipo de natación a manos de la entonces entrenadora Rita Fuller, cuyo nombre aún resonaba en la sala de los profesores como una gran celebridad. Algunas de las estudiantes que pasaron por Treverton se habían transformado en nadadoras profesionales y sus fotografías enmarcadas se exhibían en la vitrina instalada junto a la puerta de la dirección. Desde entonces el equipo de natación había tenido una buena racha de victorias y primeros lugares hasta hace un par de años atrás, cuando los organizadores del certamen descubrieron que Alice Sander, estudiante de último año de nuestra escuela, ingresó alcohol a los casilleros del recinto donde se llevaba a cabo la competencia; lo que significó su descalificación inmediata y la suspensión de la participación de Treverton por los siguientes dos años. En pocas palabras, ahora las chicas tenían la responsabilidad de reivindicar a la escuela frente a los jueces regionales, lo cual por supuesto sumaba mucha más presión a la competencia.

Becca formaba parte del equipo desde el primer año de secundaria, en su primera competencia logró romper el récord de una chica llamada Josephine, quién entonces era la nadadora estrella entre el grupo de principiantes. Creo que fue en ese momento, en el que Becca decidió que esto era lo que quería hacer el resto de la secundaria. Dedicaba gran parte de su tiempo libre después de clases a entrenar e incluso algunos fines de semana. De vez en cuando Hannah y yo la acompañábamos desde las gradas, mientras planificábamos temas del baile o adelantábamos trabajos de alguna materia.

—¿Me perdí algo? —pregunté mientras lograba hacerme espacio entre los asistentes de la competencia.

—Llegas justo a tiempo —respondió Hannah sonriendo—. ¿Alguna novedad?

—Lo de siempre. Papas fritas con salsa para cenar y papá hablándome de su trabajo y la nueva chica con la que está saliendo. La conoció en una app de citas al igual que la anterior.

—¿Crees que esta cumpla el récord de las tres semanas?.

—No lo sé. ¿Apostamos?.

Ambas soltamos una carcajada.

Papá era guapo, o al menos tan guapo como podía serlo. A los cinco meses de la separación con mamá comenzó a salir con otras mujeres. Si bien yo aún no terminaba de aceptarlo, no pensaba demasiado en ello. Ninguna de las chicas con las que papá salía había superado el récord de las tres semanas, de hecho la anterior solo había llegado hasta la segunda cita unos cuantos días después de la primera. Mi teoría era que papá aún no había superado a mamá y siempre intentaba buscar en ellas lo que no había encontrado en su matrimonio, lo cual me parecía una barrera bastante alta para alguien con quien solo te has tomado un par de copas. Jueves por medio me invitaba a cenar a alguna cafetería de mi preferencia, aunque yo siempre elegía la misma. Blue's Coffee solía ser uno de nuestros lugares favoritos con Maia cuando éramos pequeñas, teníamos grandes recuerdos familiares en ese lugar y me negaba a la idea de dejarlos ir al igual que la idea de la familia feliz que algún día habíamos sido.

—¡Ahí está Becca! —me dijo Hannah señalando un extremo de la piscina.

Nos pusimos de pie para gritar su nombre mientras aplaudíamos junto a otras personas que también estaban ahí para apoyarla. Los padres de Becca estaban sentados un par de gradas más arriba sosteniendo un gran cartel escrito a mano en papel verde. La señora Álvarez llevaba un plumero similar a los que usaban las porristas y lo agitaba cada vez que tenía oportunidad. Ella y el señor Álvarez siempre se las arreglaban para no pasar desapercibidos en las competencias de Becca o en cualquier actividad que involucrara a los padres. Para muchas personas, su exceso de carisma y energía resultaba un poco abrumador, pero si me preguntan a mí, eso era precisamente lo que los hacía únicos.

Los siguientes treinta y cinco minutos transcurrieron entre el agudo sonido del silbato, ensordecedores gritos de alientos, y altos niveles de expectación. Becca se coronó como la ganadora de la competencia seguida de Jessica Roan por unos cuantos segundos de diferencia. Desde mi lugar observé al entrenador y al Sr. Reagan dándose un fuerte apretón de manos con una amplia sonrisa en sus rostros, como si hubiesen ganado algún tipo de apuesta. Ambas chicas representaban grandes oportunidades para la escuela, no solo por la gran competencia, sino porque era muy probable que más reclutadores de universidades importantes se interesaran en ellas por sus resultados. Lo cual significaba de cierto modo, darle más estrellitas doradas a la escuela para respaldar la excelencia de la que siempre se jactaba. Eso era algo que al director le volaba la mente.

Caminamos junto a la multitud hacia la salida y aguardamos un momento en el estacionamiento mientras Becca se despedía de sus padres en la puerta principal de la escuela. Todo el mundo la felicitaba al pasar junto a ella y podía notar en su sonrisa lo orgullosa que se sentía de sí misma.

—¡Nuestra chica la rompió, como siempre! —expresó Hannah en voz alta mientras Becca caminaba hacia nosotras.

—¡Felicidades B, estuviste genial ahí dentro! —dije emocionada.

—Oh Dios, estoy muy feliz. Gracias por estar aquí chicas —respondió Becca abrazándonos.

—Lo sé, somos las mejores amigas que podrías tener —agregó Hannah riendo.

—Entonces... ¿Qué haremos para celebrar a la estrella de esta noche?.

—Hum—titubeó Becca mientras leía los mensajes de su teléfono-, Edward acaba de invitarnos a pasar el rato con algunos chicos del equipo en Blue's Coffee. ¿Quieren ir?.

—Con esa sonrisa en la cara no me atrevería a decirte que no — solté bromeando.

Las tres nos subimos al auto de Hannah rumbo a Blue's que quedaba a unos diez minutos de la escuela. Desde el asiento del copiloto Becca grababa videos para Selgram mientras cantábamos nuestra playlist favorita a todo pulmón.

—¡Edward, ya vamos por ti! —gritó Hannah riendo.

Bajé el vidrio de la ventana para dejar que el viento se colara a través de ella. Me gustaba la sensación de libertad que me producía el movimiento de mi cabello, mientras recorría con la mirada los difusos colores de la ciudad que parecían desvanecerse por la velocidad del vehículo en marcha. Seguramente no había nada de extraordinario en ir camino a una cafetería junto a mis mejores amigas, sobre todo considerando que esto era algo hacíamos con frecuencia. Pero si por alguna razón algunos momentos pudieran encapsularse, definitivamente para mí este sería uno de ellos. 

Qué hay de ti

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Qué hay de ti...¿tienes algún momento favorito que te gustaría encapsular?. En mi caso, sería la brisa del mar en una cálida tarde de primavera. (Y con la playa vacía, porque mucha gente arruina el momento en mi imaginación jaja).

Sigue deslizando, el capítulo 9 te espera!. Un gran abrazo y muchos litros de limonada con hielito.

 Un gran abrazo y muchos litros de limonada con hielito

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Todo lo que debes hacer es quedarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora