—No puedo creer que en unos cuantos meses estaremos haciendo lo mismo, ¡pero para ir a nuestra cena de graduación! —comentó Hannah desde el otro lado de la pantalla.
—Al menos para ese día tengo una hora reservada en el salón. Espero que ahí me jalen menos del cabello intentando peinarme —agregó Becca de forma sarcástica.
—¡Hey, soy una gran estilista! —exclamó la mamá de Becca desde algún lugar de la habitación—. No la escuchen chicas.
Llevábamos cerca de una hora en videollamada mientras nos maquillábamos y peinábamos desde nuestras casas. Parecíamos estar en un live de tutoriales de belleza como los que realizaba Hannah de vez en cuando desde su cuenta de Selfgram. Estoy segura que esa idea le hubiese encantado, pero para nuestra suerte su mente estaba demasiado enfocada en el baile como para tener una ocurrencia como esa y por supuesto, yo no iba ser quien se la sugiriera.
Lo bueno o malo (depende de quién lo cuente) de estar en último año es que formabas parte de las dos grandes celebraciones que se llevaban a cabo en Treverton. Sin contar los torneos deportivos, claro. El baile de finalización de semestre era una especie de ensayo para la cena de graduación, aunque de esta última se encargaban los padres principalmente y siempre se celebraba en un gran hotel de la ciudad. Si te importaba el tema del vestuario, el maquillaje y todo el "confetti" que va de la mano con cualquier baile escolar, el reto era encontrar el equilibrio entre deslumbrar al resto con tu look en el baile, pero asegurándote de guardar "lo mejor para el final", es decir, para la cena de fin de año.
Salí un momento de la pantalla para calzarme el vestido que mamá me había regalado en la navidad anterior con el fin de que lo usara en año nuevo, pero que yo había decidido guardar para una ocasión especial; y ahora sentía que este era el momento perfecto para lucirlo. Me puse de espalda frente al espejo, inclinando la cabeza hacia atrás para subir el cierre y asegurarme de no enganchar la sedosa tela azul en los dientes de la cremallera.
Tomé la caja negra que había puesto sobre la mesita de noche y la abrí para coger el cinturón de pedrería dorada que había comprado a última hora en una de las tiendas del centro comercial. La pieza tenía algunos destellos azules que combinaban a la perfección con el color del largo vestido.
Acomodé mi cabello y volví a pararme frente a la cámara de mi laptop.
—Creo que estoy lista —dije girando sobre mí lentamente para lucir mi atuendo.
—¡Wow! —reaccionaron mis amigas al unísono.
—Te ves preciosa Taissa —agregó la mamá de Becca—. Todas se ven hermosas, serán las más lindas de la fiesta.
—Gracias señora Álvarez —respondí con una amable sonrisa.
—¿Tienes tu corona? —preguntó Becca.
—Sí, me la pondré en el auto. No le conté a mamá sobre el cambió que realizamos para el baile y en realidad no tengo ganas de hablarlo con ella.
Tomé la cartera que tenía sobre la cama y me aseguré de llevar todo lo necesario para la larga noche que nos esperaba.
—Okey chicas —dije una vez que todas confirmamos que estábamos listas para marcharnos—, papá pasará por mí en diez minutos, les enviaré un mensaje cuando estemos en camino. ¡Las amo!.
—¡Te amamos!.
Bajé la pantalla de la computadora. Me acerque a Greta para acariciarla por última vez antes de irme y salí de mi habitación. Mamá estaba esperándome junto a las escaleras para tomarme fotos en los escalones como si fuera una princesa de cuentos haciendo su gran aparición frente al público.
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Todo lo que debes hacer es quedarte
Teen FictionTaissa Gilligan tiene un plan: terminar la secundaria con su hoja de vida perfecta y entrar a la UDMI como ha soñado desde pequeña. Ella y su madre han trabajado duro para conseguir una plaza en la universidad: notas perfectas, puntos extras por ac...