JONNIE día 6

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LONNIE POV:

El sol estaba ya bien alto cuando abrí los ojos. Normalmente, Jay era quien me despertaba con sus risas y su energía desbordante, pero esta vez, la casa estaba en silencio. Me levanté rápidamente, un poco preocupada, y comencé a buscarlo. Lo encontré en el salón, sentado tranquilamente junto a la ventana, observando cómo los rayos de sol entraban a través de las cortinas. Parecía diferente esta mañana, más tranquilo, casi pensativo, lo cual era inusual para alguien tan inquieto como él.

LONNIE: (acercándome con suavidad) Buenos días, campeón. ¿Qué haces aquí tan temprano?

Jay giró la cabeza y me sonrió, pero su sonrisa era más suave que de costumbre, casi como si hubiera algo en su mente. Me senté a su lado, esperando que me dijera qué lo tenía tan pensativo.

JAY: (en voz baja) Estaba pensando, mamá... ¿Cuánto tiempo vamos a estar así?

Su pregunta me tomó por sorpresa. Aunque Jay era un niño en este momento, su capacidad de percibir cosas seguía siendo increíblemente aguda. Sabía que el hechizo eventualmente terminaría, pero no esperaba que él también lo sintiera. Me quedé en silencio por un momento, buscando la mejor manera de responder.

LONNIE: (con una sonrisa suave) No lo sé exactamente, Jay, pero quiero que sepas que no importa cuánto tiempo dure, siempre vamos a estar juntos. ¿De acuerdo?

Jay asintió lentamente, pero no parecía completamente convencido. Sabía que, en el fondo, había algo en él que sentía el cambio que se avecinaba. Decidí que, dado que nos acercábamos al final del hechizo, hoy sería un día especial. Quería que fuera tranquilo, lleno de momentos significativos y, sobre todo, que Jay se sintiera amado y seguro.

LONNIE: (con una sonrisa más amplia) ¿Qué te parece si hoy hacemos todo lo que más te guste? Podemos quedarnos en casa y jugar, o salir a caminar. Tú decides.

Jay pareció alegrarse ante la idea, aunque su energía seguía siendo más contenida de lo habitual.

JAY: (después de pensarlo un momento) Quiero quedarme contigo, mamá. Podemos jugar aquí... y luego tal vez ir al jardín a ver las flores.

Decidimos comenzar la mañana con juegos tranquilos en la sala. Jay trajo algunos de sus juguetes favoritos y nos sentamos en el suelo, construyendo una pequeña ciudad con bloques de madera. Era sorprendente lo concentrado que podía estar cuando realmente quería, y me encantaba ver su creatividad florecer mientras inventaba historias sobre las pequeñas figuras que movía de un lado a otro.

JAY: (colocando una figura sobre un bloque) Este es el rey de la ciudad. Tiene que proteger a todos de los dragones.

Me reí suavemente mientras lo observaba. Aunque su imaginación seguía siendo tan vibrante como siempre, había una calma en él que no había visto antes.

LONNIE: (siguiendo el juego) ¿Y cómo va a hacer eso? ¿Con su ejército de caballeros?
JAY: (asintiendo) Sí, pero también es muy inteligente. Sabe cómo hacer que los dragones se vayan sin pelear.

Pasamos la mañana así, inmersos en el mundo de Jay, donde los reyes, dragones y caballeros eran parte de la vida diaria. Verlo tan concentrado y feliz me hacía olvidar por un momento que este tiempo juntos bajo el hechizo estaba por terminar.

Más tarde, tal como había pedido, decidimos salir al jardín. El sol estaba brillante y el aire era cálido, perfecto para pasar un rato entre las flores. Jay corría de un lado a otro, observando cada planta como si fuera la primera vez que las veía.

JAY: (señalando una flor amarilla) ¡Mira esta! Es la más bonita de todas.

Me acerqué y me agaché junto a él, mirando la flor que había señalado. Era pequeña, pero su color vibrante destacaba entre las demás.

LONNIE: (sonriendo) Es muy bonita, sí. ¿Sabías que las flores crecen mejor cuando reciben cariño? Como nosotros.

Jay me miró, asintiendo lentamente, y luego se inclinó hacia la flor para acariciarla suavemente con su mano.

JAY: (en voz baja) Entonces voy a cuidarlas mucho para que siempre crezcan bonitas.

Era un gesto tan simple, pero lleno de ternura. Sabía que, aunque Jay tenía una personalidad fuerte y enérgica, también tenía un corazón bondadoso, y ver esa dulzura en él era uno de los aspectos más preciosos de esta experiencia.

Después de un rato en el jardín, Jay se sentó bajo un árbol, recostado en el césped, y me invitó a sentarme junto a él. Me tumbé a su lado, y juntos miramos las nubes que pasaban lentamente por el cielo.

JAY: (señalando una nube) Esa parece un barco de piratas... y esa otra parece un dragón. ¿Ves el dragón, mamá?

LONNIE: (sonriendo mientras miraba hacia arriba) Sí, lo veo. Pero creo que el barco de piratas es lo suficientemente fuerte para enfrentarlo, ¿no crees?

Jay asintió, sonriendo. Estos pequeños momentos de calma eran raros con él, pero los apreciaba profundamente. Era como si, a medida que el final del hechizo se acercaba, Jay también lo sintiera, y estaba aprovechando cada momento de tranquilidad tanto como yo.

La tarde transcurrió en paz. Después de un rato en el jardín, volvimos a la casa para preparar la cena juntos. Jay insistió en ayudarme, y aunque su idea de "ayudar" era más jugar con los ingredientes que realmente cocinar, disfrutamos del proceso. Preparamos una pasta sencilla, con mucho queso, algo que a Jay siempre le encantaba.

JAY: (revolviendo la salsa con una cuchara grande) Creo que soy el mejor cocinero del mundo, mamá.

Me reí mientras lo veía tan concentrado, aunque más de la mitad de la salsa había terminado en la encimera.

LONNIE: (sonriendo) Definitivamente, eres el mejor cocinero que conozco.

Nos sentamos a cenar, y mientras comíamos, noté que Jay estaba más tranquilo de lo habitual. No había el mismo entusiasmo desbordante que solía tener, pero parecía satisfecho, como si realmente estuviera disfrutando cada momento del día.

Después de la cena, Jay ya empezaba a mostrar signos de cansancio. Lo llevé a la cama, lo arropé cuidadosamente y me senté a su lado mientras él se acurrucaba bajo las mantas.

JAY: (murmurando mientras cerraba los ojos) Mamá... ¿podemos quedarnos así para siempre?

La pregunta me tomó por sorpresa. Sabía que Jay era consciente, en algún nivel, de que este tiempo juntos bajo el hechizo no duraría para siempre, y la ternura de su pregunta me hizo sentir un nudo en la garganta. Me incliné y le di un suave beso en la frente.

LONNIE: (susurrando) No importa lo que pase, Jay. Siempre estaremos juntos, de una forma u otra. Te lo prometo.

Jay asintió lentamente, ya medio dormido, y pronto su respiración se volvió suave y regular. Me quedé a su lado un rato más, observando su rostro tranquilo mientras dormía.

Sabía que el final del hechizo estaba cerca, pero no importaba lo que ocurriera después. Estos días con Jay habían sido un regalo que atesoraría siempre. Y aunque volvería a ser el Jay adulto que conocía, algo de estos momentos permanecería con nosotros, sin importar el paso del tiempo.

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