JONNIE día 3

21 4 0
                                    


LONNIE POV:

El sol apenas empezaba a filtrarse por las ventanas cuando desperté. Jay estaba acurrucado a mi lado, su pequeño cuerpo cubierto por las mantas, respirando tranquilamente. Cada día desde que el hechizo lo había transformado en un niño de cuatro años, su energía parecía ilimitada, pero en este momento, se veía completamente en paz.

Sabía que hoy también estaría lleno de juegos y sorpresas, y aunque me encantaba ver a Jay disfrutar de su tiempo como niño, una parte de mí ya comenzaba a pensar en el final de esta experiencia. Quería aprovechar cada momento con él.

Me levanté con cuidado, dejando que siguiera durmiendo un poco más, y me dirigí a la cocina. Sabía que en cuanto se despertara, pediría su desayuno favorito: tostadas y frutas, y probablemente un vaso de leche. Mientras preparaba todo, escuché unos pasitos suaves detrás de mí.

JAY: (con una voz adormilada) ¿Mamá? ¿Qué estás haciendo?

Me giré y sonreí al verlo, frotándose los ojos con sus pequeñas manos, su cabello despeinado y esa expresión curiosa en su rostro.

LONNIE: (sonriendo) Buenos días, cariño. Estoy preparando el desayuno. ¿Tienes hambre?

Jay asintió rápidamente, despertando al escuchar la palabra "desayuno". Se sentó en la mesa con entusiasmo, y mientras comíamos juntos, noté que su energía habitual comenzaba a resurgir.

JAY: (con la boca llena) ¡Hoy quiero jugar mucho! ¿Podemos ir al parque otra vez?

Me reí suavemente. Jay nunca se cansaba de estar al aire libre, y sabía que el parque era uno de sus lugares favoritos desde que el hechizo comenzó.

LONNIE: (asintiendo) Claro que sí. Pero primero, vamos a jugar un rato aquí en casa. ¿Qué te parece si antes de ir al parque hacemos una carrera de obstáculos?

Los ojos de Jay se iluminaron. Sabía que las palabras "carrera" y "obstáculos" eran música para sus oídos. Siempre había sido competitivo, incluso ahora como un niño pequeño.

Después del desayuno, comencé a preparar una pista de obstáculos improvisada en el jardín. Colocamos cojines, sillas y cuerdas, haciendo un recorrido que Jay debía completar saltando, trepando y esquivando obstáculos. Él corría de un lado a otro, emocionado por la idea de una competencia.

JAY: (saltando de un cojín a otro) ¡Soy el mejor saltador del mundo!

Lo observé desde la distancia, sonriendo ante su determinación. Aunque su cuerpo ahora era pequeño, su actitud seguía siendo la misma: valiente, atrevido y siempre dispuesto a demostrar que podía superar cualquier desafío.

LONNIE: (animándolo) ¡Vamos, Jay! ¡Tú puedes!

Finalmente, después de varias vueltas a la pista de obstáculos, Jay se desplomó en el césped, riendo y jadeando, satisfecho con su victoria personal.

JAY: (respirando con dificultad pero sonriendo) ¡Gané, mamá! ¡Fui más rápido que tú!

Me reí y me senté a su lado, dándole una palmadita en la espalda.

LONNIE: (sonriendo) Sí, eres el campeón, Jay. Nadie puede ganarte.

Después de un pequeño descanso, Jay se impacientó por ir al parque, así que decidimos que la tarde sería perfecta para eso. Preparamos una pequeña mochila con algo de agua y frutas, y nos dirigimos al parque de siempre.

Cuando llegamos, el parque estaba lleno de niños corriendo y jugando, lo que solo hizo que Jay se emocionara más. Apenas llegamos, salió corriendo hacia los columpios, con su risa resonando en el aire.

JAY: (gritando mientras corría) ¡Mamá, empújame! ¡Quiero volar muy alto!

Lo ayudé a subirse al columpio y comencé a empujarlo suavemente. Con cada impulso, sus risas se hacían más fuertes, y me di cuenta de cuánto estaba disfrutando de su tiempo como niño. Era tan simple, pero tan importante para él.

Después de los columpios, Jay vio una gran estructura para trepar, una especie de pirámide de cuerdas y redes que llamaba su atención.

JAY: (señalando la estructura) ¡Quiero trepar eso!

Sabía que para Jay, el desafío era parte de la diversión, así que lo acompañé mientras comenzaba a trepar las cuerdas. Aunque sus movimientos eran un poco torpes en comparación con su agilidad de adulto, se esforzaba por llegar a la cima, sonriendo de satisfacción con cada paso que avanzaba.

JAY: (gritando desde lo alto) ¡Mira, mamá! ¡Soy el rey de la montaña!

Lo observé desde abajo, riendo ante su entusiasmo, pero también orgullosa de su persistencia.

LONNIE: (riendo) ¡Eres el rey más valiente de todos, Jay!

Después de un par de horas en el parque, decidimos sentarnos en una pequeña colina cercana para disfrutar de una merienda. Mientras comíamos las frutas que habíamos traído, Jay se recostó en el césped, mirando las nubes que flotaban en el cielo.

JAY: (señalando una nube) Esa parece un dragón... ¿Tú crees que algún día podamos volar, mamá?

Me recosté junto a él, sonriendo ante su pregunta.

LONNIE: (mirando el cielo con él) Quizás, algún día. Pero por ahora, volamos con los columpios, ¿verdad?

Jay asintió, satisfecho con mi respuesta, y siguió observando las nubes en silencio por un rato. Era raro verlo tan tranquilo, pero aprecié ese momento de calma, sabiendo que no duraría mucho antes de que volviera a tener ganas de correr.

Cuando el sol comenzó a bajar, Jay finalmente empezó a mostrar signos de cansancio. Lo llevé a casa, y tras una ducha rápida, lo ayudé a ponerse su pijama. Mientras lo arropaba en la cama, me miró con una sonrisa pequeña y tranquila.

JAY: (murmurando mientras se acurrucaba en las mantas) Hoy fue un buen día, mamá...

Mi corazón se llenó de ternura al escucharlo. Estos días bajo el hechizo me habían permitido ver una versión de Jay que nadie más conocía, una versión que estaba llena de inocencia y amor.

LONNIE: (acariciando su cabello) Sí, fue un día maravilloso, cariño. Descansa ahora, que mañana tendremos otra aventura.

Jay cerró los ojos, sonriendo mientras caía en un sueño profundo. Me quedé un rato más a su lado, observando su pequeño cuerpo acurrucado, pensando en lo afortunada que era de tener esta experiencia con él.

Sabía que el hechizo no duraría mucho más, pero cada día con Jay me hacía apreciar aún más la persona que era, tanto en su forma de niño como en la de adulto. Mañana sería otro día lleno de aventuras, y estaba lista para disfrutar cada momento.

Nuevos RecuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora