Capítulo 14: Almas gemelas.

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Joshua Nicols

Baje las escaleras con una charola en mis manos, se que ella tenía todo para cocinarse algo, pero mientras ella no se acostumbrará a estar ahí abajo, no comería nada mientras tanto iba a cuidarla yo.

Cuando abrí la puerta ella estaba sentada en un rincón, abrazando sus piernas, no me miró, siguió mirando un espacio a la nada, sus ojos se veían muy cansados, tenía ojeras que se marcaban en si piel a pesar de ser morena, su cabello estaba hecho un desastre, a puesto a que ni siquiera se había dado una ducha, pero a pesar de estar así, su belleza seguía siendo extraordinaria, ella era tan hermosa que no podía creer toda su perfección.

Deje la bandeja sobre la mesa y me acerque lentamente, cuando estuve junto a ella alzó la mirada y yo le sonreí.

— Buenos días mi amor – dije sonriendo, ella no respondió nada, desde que había llegado aquí ella había dejado de hablar como antes conmigo, se limitaba a decir mínimas palabras y cuando decía algo era para pedir algo, decirme que me odiaba, pedirme que la soltará o gritar que no la tocará – Te traje tu desayuno, necesito que te comas todo, tengo que ir a trabajar

Ella no dijo nada, solo se levantó del piso y camino a la mesa, miró las cosas que estaban ahí, le había llevado leche, café, jugo, huevos fritos con tocino y unos hot cakes, se sentó y luego me miró.

— Quiero comer sola – dijo

— Pero no es bueno que comas sola, tengo tiempo

— Acabas de decir que irás a trabajar, vete – dijo

— Pero mi amor – dije

— ¡Deja de llamarme así! – grito – ¡Vete! ¡Lárgate! ¡Te odio! ¡Déjame en paz!

Ese era un golpe duro a mi corazón, ¿Por qué no podía amarme como yo la amaba a ella? ¿Solo porque la había encerrado? Por favor lo tenía todo.

Deje un beso en su cabello y salí de ahí sin decirle nada más, subí y tome un taxi a el que era trabajo de Alsey, hice lo de siempre, ayude a repartir comida y me quedé de pie fuera de la oficina de Alsey, tal vez me había apresurado a hacer las cosas, pero era mía, no podía dejar que Megan creyera lo contrario.

— ¿Que haces aquí? – escuché una voz y me gire para verla

— Buenos días Megan – dije cortésmente – Mi trabajo ¿Por qué?

— Alsey no está ahí – dijo, mire la puerta a dónde señalaba

Se acercó un poco más y así pude apreciar mejor su rostro, quien la viera así creería que estaba muerta, las ojeras en su rostro eran mil veces más notables que las de Alsey, su cabello se veía seco y sin vida, sus labios estaban secos y sin color, se veía incluso pálida, probablemente ni siquiera había comido.

— ¿Comiste algo? – pregunté

— No tengo hambre – dijo

— Megan, debes comer algo, no puedes dejarte simplemente así – dije acercándome a ella también

— Perdí al amor de mi vida – dijo y sus ojos se llenaron de lágrimas – No puedo comer nada

— Megan, por favor tienes que comer algo ¿Puedo invitarte a comer? – dije, realmente no quería verla morir así, no me agradaba por haberme querido robar a mi Alsey, pero no quería verla así

Asintió, deja los últimos desayunos y fuimos en su auto hasta un restaurante, nos sentamos y después de pedir nuestras cosas ella hablo.

— ¿Por qué te preocupas por mi? Tu me odias Joshua – dijo y yo le sonreí

— No te odio Megan – dije – Te tenía envidia, tú tenías a la mujer que yo amo, pero no te odio

— Ahora la perdimos – dijo

Solo tú, pensé

— ¿A dónde crees que se la haya llevado? ¿Crees que ella siga viva? – pregunto, sus ojos me mostraban una última pizca de esperanza, estoy seguro de que esperaba que yo le diera esa mentira para seguir creyendo que todo estaría bien y lo hice

— Debe seguir viva – dije, no mentía, Alsey estaba viva, triste e igual que ella, pero estaba viva – Se que volverá

Ella sonrió, después de una comida entre pláticas sobre Alsey ella se fue y yo tomé un taxi a un centro comercial, compré más películas, un libro, chocolates, unas rosas, un estereo, le compré un cuaderno, plumas y algunos colores al igual que un libro para colorear, compré el reloj más bonito que había, y compré algunos maquillajes, shampoos con diferentes olores, acondicionador y crema para peinar, no sabía si eso serviría o si eso usaba ella, pero algún día lo usaría, me fui a casa, pero no baje a verla, deseaba hacerlo, pero quería que supiera que estaba molesto con ella por haberme dicho que me odiaba.

Serví en un vaso leche y puse en una bolsa galletas que estaban en mi alacena, antes de salir serví a el gato loco un poco de comida y salí a la casa de la señora Maclark.

— ¡Hijo! – grito al verme feliz, le dí un abrazo y entre

Ella siempre hablaba mucho, contaba historias que no estoy totalmente seguro de que realmente le hayan pasado, pero era dulce, atenta y una persona increíble, ella era la única persona que hablo conmigo desde el principio, la ayudaba en todo lo que podía, regaba sus rosales que tenía en la entrada y la ayudaba a cultivar las manzanas y guayabas que tenía en el jardín trasero, me daba dinero y yo le compraba todo lo necesario para que comiera, a cambio de eso ella me contaba dulces historias, algunas de ellas eran repetidas y a algunas siempre les cambiaba algo, pero seguían siendo igual de interesantes que al principio.

Estoy seguro de que cuando Alsey pueda salir de ahí, como mi esposa sin querer huir a los brazos de Megan cuando eso pase, la señora Maclark y ella serán muy buenas amigas.

Después de ayudarla a subir para que durmiera me fui a casa y me di una ducha, era extraño, pero de mi mente la cara de tristeza pura en el rostro de Megan aparecía en mi mente cada que cerraba los ojos y automáticamente cambiaba a la imagen de Alsey sentada en el piso abrazándose así misma.

Dolía saber que el amor que ellas tenían era real, dolía saber que estaban tan conectadas que estaban sufriendo de la misma manera, ellas eran almas gemelas y pude verlo desde el primer momento en que las ví juntas, pero decían que las almas gemelas no estaban destinadas a estar juntas, se que eso es un poco mentira, pero yo me encargaría de convertir eso en una realidad.

Dulce Obsesión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora