Capítulo 24: Bebé.

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Alsey Smith

Todo paso muy rápido y tan solo en un parpadear ví como el amor de mi vida cayó al piso y segundos después el, la mire en el piso tan solo unos segundos y al ver su pecho lleno de sangre mi corazón dejo de latir justo en ese mismo instante, me tire al piso y la abracé, sus ojos seguían abiertos pero no estoy segura de que realmente estuviera ahí.

— Meg no me hagas esto – suplique acariciando su mejilla – No me dejes aún, no te vayas por favor, no me dejes Meg no puedo vivir sin ti, te lo suplico, te amo no me dejes

Su mano se levantó lentamente y con un movimiento torpe acaricio mi mejilla, no me importó que su mano me llenará de su sangre, me acerque a ella y besé sus labios sin saber que esa sería la última vez que lo haría, ella sonrió una vez más y después de eso se quedó mirándome pero ya no parpadeaba y por el ya inexistente brillo en sus ojos supe que se había ido, supe que la había perdido y está vez si sería para siempre y entonces junto a su cuerpo ya frío supe que había muerto con ella en ese mismo instante, la abrace con todas mis fuerzas y rogué una y otra vez que no se fuera, podía sentir su mirada, sabía que el estaba muriendo y desee que no lo hiciera pues quería que sufriera toda su vida, pero no le preste atención pues seguí suplicando, pedí su vida a cambió de la mía, pero ella no se movió.

No podía con el dolor en el pecho, con esa horrible sensación de que jamás volvería a escuchar su voz, jamás la volvería a abrazar, jamás volvería a besarla, jamás volvería a hacer el amor con ella, no cumpliríamos nuestros sueños, no nos iríamos a México y tampoco tendríamos perros, todo mi mundo se vino a abajo y por primera vez en mi vida me sentí muerta en vida, estaba ahí pero realmente no quería estarlo

Un oficial me tomo de la cintura y me alejo del cuerpo de ella y por más que me aferre a su cuerpo no pude evitar que me apartaran de ella, el seguía vivo, mirando cada movimiento, lo odiaba y puedo jurar que jamás había odiado a alguien tanto como lo odiaba a el

— ¡Te odio maldito! – grité – ¡Pudrete en el maldito infierno! ¡Te odio!

Y su respiración se quedó quieta, me había quedado ahí sola, más oficiales entraron y no estoy segura de lo que pasó, solo miraba el cuerpo de Megan y los ví llevársela con ellos, me llevaron al hospital, el doctor hizo tantos exámenes que no estoy segura de que tanto paso, mamá estaba ahí pero ni siquiera le preste atención.

— ¿Estará así mucho tiempo? – escuché decir a mamá

— Es seguro que tarde unos días, la señorita Smith tuvo muchos traumas en estos días – dijo el doctor y miro a mamá – Su hija tiene marcas de golpes y múltiples violaciones

Mamá cubrió su boca con ambas manos, me gire a la puerta, mi mente deseaba ver entrar a Megan por esa puerta, mirarme con esos ojos cafés hermosos que brillaban demasiado y correr a abrazarme, la imaginé besando mis labios con desesperación y decirme que jamás me dejaría sola de nuevo, pero eso no pasó.

— Ahora que están aquí los estudios haré una evaluación para ver cómo podemos ayudarla, lo mejor es que tome terapia – dijo el doctor abriendo unos documentos, volví a mirarlo, mamá tomo mi brazo y lo acarició lentamente

— Si cuente con eso, no la dejare sola – dijo ella, pero no era lo que yo quería escuchar, no necesitaba a mi mamá la necesitaba a ella

— Alsey tiene anorexia – dijo el doctor – Esto debido a la poca alimentación que llevaba, además de que está muy deshidratada tiene una infección urinaria y gracias a eso una infección vaginal – dijo y luego se quedó callado por unos momentos, quería hablar pero de mi boca no salía nada, mire mis manos pude notar ese suero que estaba en mi brazo, también los pinchazos para tomar la sangre, lo mire de nuevo y el me miraba fijamente – ¿Hace cuánto estuvo secuestrada?

— Tres meses – logré contestar y el miró de nuevo aquella hoja, por la expresión en su rostro supe que no sería una buena noticia, esperaba que tuviera algún tipo de cáncer terminal o alguna enfermedad que me hiciera morir en días

— Señora Smith – dijo y fruncí el ceño al escucharlo llamarme señora ¿Por qué señora? Asentí y el me miró fijamente – Usted tiene un mes de embarazo

Me quedé helada, eso era peor que una enfermedad terminal, comencé a llorar y mamá me abrazo con fuerza

— ¡No lo quiero! – grité – ¡Tienen que sacarlo! ¡No lo quiero!

— No digas estupideces – dijo mamá y la mire molesta – Ese pobre bebé no tiene la culpa de lo que te paso, no vas a ser una asesina

— La que no debe decir estupideces eres tú mamá, esa cosa es un feto no un bebé no siente, no lo quiero tener, no lo quiero – dije llorando

— Tu vas a tener ese niño o niña no vas a matarlo no es la forma en la que te crié

— ¡A la mierda tu puta crianza quiero esa asquerosa cosa fuera de mi! – grité y si no hubiese sido por el doctor la mano de mamá se hubiese estrellado en mi cara

— Señora tiene que calmarse – dijo el doctor

— ¡Ella quiere matarlo!

— ¡Por favor no lo quiero tener! – suplique

El doctor tomo mi mano y miro a mi mamá, ella estaba realmente furiosa

— Necesito que salga del consultorio – dijo el doctor

— No voy a dejar que hagan eso – dijo mamá

— Lo siento mucho señora pero su hija tomo una decisión y mi trabajo como doctor es velar por la salud de mis pacientes y se con seguridad que tener ese bebé solo le arruinaría la vida a Alsey, ella no está en condiciones físicas ni mentales para tener un hijo tenerlo la condenaría a ella y al bebé a una vida infeliz

Mamá se levantó bruscamente y salió, el doctor camino y lo perdí de vista, mire el techo, este lugar olía a medicina y alcohol el techo era realmente blanco y brillante

— Toma está pastilla – dijo el y lo mire – Me media hora una enfermera te dará está y en media hora más expulsaras un cuágulo del tamaño de un limón y todo estará bien

Asentí mientras tomaba la pastilla y el salió de ahí, intente dormir pero cuando cerraba los ojos solo podía verla a ella tirada en el piso de nuevo.

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