Un nuevo inicio

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Han pasado 5 meses desde que comencé mi terapia y he mejorado considerablemente.
Mi madre me acompañaba la mayoría de la veces, algunos días venía con Adam y siempre terminaban con risas y caídas. Mi padre por otro lado solo se limitaba a preguntar cómo me iba a lo cual respondía con monosílabos.

Hoy es 31 de octubre y Adam me ha tenido loco todo este mes diciendo que íbamos a recoger dulces con sus primos pequeños. Sí, siempre acompaña a sus primos en halloween, pero nunca aceptaba ir con él. Pero esta vez siento que se lo debo por todo lo que ha hecho por mí.

- A las 7 vengo a tu casa para ir a pedir dulces. - dice animado, Adam, a través del teléfono.

- Aquí te espero. - respondo.

- Recuerda que debes disfrazarte. - me lo recuerda por cuarta vez en el día.

A parte de haber aceptado acompañarlo, debí aceptar disfrazarme.
No tengo ni la más mínima idea de que, pero tengo que hacerlo. Así que decido proponerle que escoja el disfraz de ambos.

- Dejaré que tú escojas mi disfraz, pero que no sea algo muy vergonzoso. - le comento

- ¡¿En serio?! Pues te aseguro que será lo más vergonzoso que hayas visto. - responde con burla.

- ¡Adam! - le reclamo.

- Está bien, que no sea vergonzoso. Nos veremos súper, ya verás. - dice tratando de ocultar su felicidad.

Cuelgo la llamada y me tiró a mi cama mirando el techo y pensando que será de mi el resto de mi vida.

No he tenido contacto con nadie del equipo, y mucho menos algún tipo de relación con el fútbol, siento un vacío en mi pecho como que me falta algo que me haga volver a tener interés en la vida.

Si más ganas de seguir pensando en eso cierro mis ojos y me dedico a dormir un rato.

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Unos golpes en la puerta me despiertan de mi siesta. No sé que hora es, pero toda mi habitación está oscura.

- ¡Basti! Yuju. - se escucha al otro lado de la puerta.

¡No puede ser! Es Adam. Pero ¿Que hora es?. Busco mi teléfono con desesperación y al encender la pantalla caigo en cuenta de que son las 7, pero que puntual es.

- Basti, abreme la puerta o sino soplaré y soplaré y la puerta derribaré. - Dice mientras tanta de imitar una voz ronca.

- Ya voy, maldito infantil. - espeto enojado.

Abro la puerta y no puedo creer lo que veo. Es Adam disfrazado de Robin, lo que me hace deducir que yo seré Batman.

- ¡Tarán! Me veo super ¿Cierto?. - pregunta emocionado, poniendo sus brazos a los lados de su cintura como una jarra.
A veces pienso que mi felicidad depende de mi mejor amigo.

- No sé si los que van a recoger dulces son tus primos o tú. - Digo riendo.

- Tenemos 17, Basti. Es nuestro último año para pedir dulces, luego seremos todos unos hombres y tendremos que dedicarnos a pensar en nuestro futuro. - menciona este fingiendo seriedad.

- Claro. - digo sin interés. - ¿Yo seré Batman?. - pregunto cambiando el tema y sabiendo la respuesta a mi pregunta.

- Por supuesto, ten. - recoge una bolsa que tenía al lado de la puerta y me la entrega. - Espero que te quede, era el único que había en la tienda.

- Si no es de mi talla no saldré con el y punto. - digo revisando la talla del traje.

- Saldrás con el, lo prometiste. - me reclama

Nunca es tarde (En Proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora