Capítulo 20

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La mirada de mi padre se convirtió en mi pesadilla dos días antes del gran viaje. Él caminaba en círculos alrededor de la sala, con sus manos dentro de sus bolsillos y nosotros tres sentados en el sofá esperando una respuesta de su parte ¿Quién iba a creer que los ejemplares Keen quisieran acompañarme a la locura más grande de mi vida? Ni siquiera mi padre podía asimilar que no sólo era yo el que quería cantar para miles de personas, sino que Sam y Eddie formarían parte de una de esas fantasías, corrección, cumplirían una de sus fantasías.

Agatha insistía en que no debíamos presionarlo, debíamos dejar que él se tomara el tiempo necesario para meditarlo y aunque nosotros no le pedimos una respuesta inmediata luego de la gran pregunta, insistió en que debíamos quedarnos frente a él para suavizar el golpe. Mi padre podía exagerar muchas veces, otras simplemente, le gustaba el drama. Y vaya que nos hizo drama cuando se enteró que ellos tocarían para mí una de esas noches ¿Quién sabe? Quizá luego formaríamos algo juntos y ya no existiría aquella necesidad de buscar a alguien de confianza quien me acompañara en una aventura tan grande como formarme en el mundo de la música. Hacerlo solo era genial, incluir a mis hermanos, como un loco sueño hecho realidad.

A pesar de todo lo que viví en los últimos días, comencé a comprender que la vida es la peor de las perras, pero que, si algo debe ser, será. Y más de una vez estuve convencido de que mi vida pertenecía junto a la de ella. Quizá no en ese momento, quizá luego de que mi sueño se cumpliera, quizá luego de que ella recordara todo y le encontrara sentido a su vida, tal vez en el momento en que ambos maduráramos y la vida al fin nos dijera que teníamos mucho por delante. Creía en mis sueños con la misma intensidad que creía en ella, en lo que sentíamos. Y sí, fui un idiota con Maggie cuando quizá debí aclararle desde un principio que no debía acercarse a mí con tanta confianza, pero tampoco hice algo malo, confiaba en que Jenna en algún momento lo sabría. Agatha estaba segura de que sólo era un capricho de su hermana y que no debía pedirle perdón a ella, sino a Jenna, quien realmente era la afectada.

Aun así, con mi mente un poco más calmada, decidí hacer lo que me pareció correcto, demostrar que ya no era el niño idiota de hace un año atrás. Mi padre tenía que verlo con sus propios ojos, el día en que Jenna regresara a mi vida, también. Porque ella regresaría ¿cierto?

— Tienen hasta fines enero para conseguir algo grande —Ed y Sam me vieron a mí, yo sólo pude sonreír—. Sé que es poco el tiempo, pero es lo suficiente para que sepan que, sin verdaderas carreras, no podrán salir adelante.

— Y cuando lo consigan, este hombre tendrá acceso total a sus shows —agregó Agatha dándonos ese ánimo que los tres necesitábamos—. También yo, claro.

En mi vida había abrazado a Agatha como lo hice aquel día. Ni siquiera cuando supimos sobre la enfermedad que en un tiempo la atormentó, jamás me sentí tan cercano a ella. Jamás podría ser como una madre, la presencia de la nuestra era irremplazable, pero esa mujer ocupaba un lugar tan grande en nuestros corazones, que ni siquiera yo podía creerlo.

Papá se mantuvo serio, aunque mis hermanos saltaban alrededor de él, como niños felices en Disney. Yo, por otro lado, le agradecí en silencio, porque ambos nos conocíamos mejor que nadie. En el tiempo en que mis hermanos estuvieron fuera, tuve tiempo de saber mucho más sobre él, de sufrir en silencio a su lado la ausencia de mamá. Comprendí que papá no quería hijos perfectos, sino formar a personas que construyeran sus vidas sin su ayuda, tal y como él lo hizo. Aun así, papá no nos dejaba solos jamás, esa noche lo demostró.

***

Comenzar el viaje con mis hermanos era todo un reto. No por las tres horas de viaje hasta Los Ángeles, lo cual parecieron mil, lo difícil en todo aquello fue arreglarnos los tres en una pequeña casa, tipo loft, que conseguimos a último minuto y quizá sólo la tendríamos por una o dos semanas. Nuestra idea no era el hotel Nevin, tampoco otro en donde no pudiésemos ensayar, teníamos previsto buscar un salón en donde nadie nos molestara, pero considerando que era diciembre y los festivales en Los Ángeles no faltaban, no teníamos tantas opciones como pensábamos.

Jenna & LeeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora