Capítulo 2

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JENNA:

¿Por qué no dejaban de preguntarme cómo estaba? ¿Qué obsesión tienen con saber que me sucede? Me sentía bien, a pesar de que ni siquiera supe mi nombre cuando desperté ¿Era normal sentir aquel alivio? ¿Era normal sentirme así de libre? Si estaba mal, que alguien me lo dijera antes de sólo insistir con que necesitaba ayuda.

Lee, ese lindo muchacho de los ojos marrones, era el más insistente llegando a la casa todas las tardes. Me sentía un poco apenada con él, sólo porque supe que en algún momento tuvimos algo, tuvimos una bonita amistad, una relación casi formal, o al menos eso decía mi cuaderno. Sin embargo, se me hacía imposible volver a sentirme así, como lo describía. Por eso es que preferí no dañarlo, no quería que él se sintiera mal al saber que no podía corresponderle como quisiera. Su mirada era tan pura, sus acciones tan sinceras, no me cabía en la cabeza como iba a decirle que me diera mi espacio, aunque sea por un tiempo hasta hablar con aquel terapeuta que me recomendó él y Daniell, a quien desde un principio le deposité mi confianza por todo lo que escribió mi madre en el cuaderno.

Ella me seguía pareciendo una mujer demasiado enigmática, demasiado sufrida y quizá se trataba de mí, de todo lo que escribí en algún momento sobre cómo me sentía a su lado. Tal vez nunca llegaría a comprender del todo que fue lo que pasó en ese entonces, como me decía Grace, no debía esforzarme porque no valía la pena. Esa mujer, que era mi tía, pero más se comportaba como una madre. Yo sabía lo que era eso, sabía lo que era que una madre te amara, te cuidara, te diera siempre todo su amor y comprensión, pero ¿Por qué no podía recordar a la mía? Y sí, tal vez al final no valía tanto la pena seguir preguntándome por lo mismo.

Suspiré cuando me levanté luego de ese terrible sueño, donde todas esas personas que estuvieron en la ceremonia para graduados me miraban, como el bicho raro que era. Perder la memoria me convirtió en eso, en un bicho que tenía que pensar muy bien dos veces antes de responder a una pregunta, un bicho que no se conocía a sí mismo, uno demasiado extraño como para alejarse de las personas que la querían porque no quería "dañarlas" ¿Realmente lastimaría a alguno? Debía dejar de preguntarme tantas cosas. Así que, agitando mi cabeza, obviando todos aquellos pensamientos que divagaban por una mente tan vacía, salí a la cocina en donde Grace me esperaba con el desayuno servido.

El pequeño niño seguía llorando cada vez que yo no me le acercaba, aún tenía miedo a cargarlo, ¿es que acaso antes lo hacía? Y dándome ánimos a mí misma, me acerqué a él tomando sus mejillas, sus pequeños ojos grises se iluminaron, dejándome ver ese brillo de las inexistentes lágrimas. Con miedo lo levanté en mis brazos, él sonrió contento cuando lo cargué y me dirigí a su madre, que aun servía el café.

— Veo que decidiste darle una oportunidad a Theo —sonrió ella.

— Es adorable —admití—. Aunque un poco inquieto.

— Sostenlo por sus piernitas y pon una mano aquí —señaló el espacio entre su brazo y espalda—. Se sentirá seguro con tu mano apoyada ahí.

— Oh, genial —susurré cuando fue así, él había dejado de patalear—. Así que eres un buen niño, Theo... ¿Y Leah? —pregunté luego de no verla sentada en su lugar de siempre.

— Pasó la noche en casa de Tony. Dijo que vendría por la tarde, ¿ocurre algo? —meneé la cabeza de un lado a otro, a pesar de que sí, sí sucedía algo.

Ella era la única persona a quien podía preguntarle sobre ese chico, el cual me acompañó en esos viajes. Según lo que sabía hasta ese momento, Lee me acompañó en esas "aventuras" inolvidables, esos momentos en los que no necesitaba a nadie más. Así al menos lo describía, y me pregunté ¿en qué momento me enamoré de él y por qué no lo admitía? Había partes que no me cerraban en ese cuaderno, partes que hablaban sobre otras personas que jamás fueron mencionadas, partes en donde nombres o descripciones fueron borradas. Aun así, sabía que la mejor idea no iba a ser preguntar directamente, sino indagar un poco más pretendiendo querer saber sobre mi pasado.

Jenna & LeeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora