Capítulo 7

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LEE:

No recordaba momento en mi vida que fui más feliz que ese.

Ese momento en el que Jenna rodeo mi cuello con sus brazos y se dejó llevar por nuestros labios, por la necesidad que estos tenían de estar juntos de nuevo ¡Maldita sea! La había extrañado tanto, extrañé todo lo que ella me daba, todo lo que provocaba en mí, todo lo que le hacía sentir a mi corazón y todo lo que significaba en mi vida.

Tuve miedo, tenía miedo de estar soñando y en algún momento regresar, pero cuando ella recostó su cabeza sobre mi hombro y nuestros corazones estaban uno junto al otro, pude saber que todo aquello era real. Lo nuestro crecía de a poco, muy lentamente, demasiado para mi gusto, pero no podía obligarla a más, no sería yo mismo si lo hacía. Jenna apenas recordaba algo tan trivial como su comida chatarra favorita, pero lo hizo y eso era lo que realmente importaba, que poco a poco sería ella misma, que poco a poco recuperaría a la chica que una vez me dijo que me amaba.

Y sí, sonaba egoísta, pero la necesitaba y ella me necesitaba a mí. Ambos teníamos que complementarnos como nuestros labios al besarnos. Yo necesitaba de ella cada segundo de mi vida, ella necesitaba de mí, sólo que aún no podía verlo... pero yo tenía todo el tiempo del mundo para esperarla, tenía el resto de mi vida sólo para ella, porque si ella me pedía que la esperara por siempre, lo haría, no dejaría de hacerlo nunca si era necesario.

Esa noche quise quedarme mucho más tiempo con ella. Quería seguir a su lado, quería que se quedara el resto de nuestras vidas a mi lado. Pero no era del todo posible, no podía seguir siendo tan torpe al pretender tanto, al esperar a que ella fuese la misma de siempre sólo por un simple recuerdo. Y sentí temor de nuevo cuando al estacionar frente a su casa, ella me miró distante, como si algo les pasara a sus ojos grises, como si ellos perdieran el brillo lentamente.

— ¿Estás bien? —le pregunté viendo como ella seguía sin quitarse el cinturón— ¿Dije algo malo? Estás asustándome —ella sonrió negando con la cabeza.

— Esto es muy nuevo para mí, al menos para la que soy ahora —aclaró con una tímida sonrisa que no era fácil de borrar—. Me gustas, Lee... pero quiero ir de a poco porque no estoy segura de cómo actuar o que decir en estos momentos y...

— Te esperé desde el primer día en que te vi —me dolía, quemaba decir aquello, pero ella lo necesitaba—. Te entiendo.

— No quiero dejar de verte de nuevo y tampoco terminar con esto, pero me gustaría que me tuvieses paciencia, más de la que me tienes, en realidad.

— Lo sé. Lo pensé —admití—. Por eso quiero actuar diferente a lo que fue antes para nosotros. Déjame demostrarte lo que siento, iremos de a poco, al ritmo que me lo permitas.

— Está bien —ella sonrió desabrochando su cinturón y me miró a los ojos nuevamente.

— ¿Una cita? Tú, yo, el café al que te dije que te llevaría cuando aceptaste hablarme de nuevo. No sé si mañana, porque hay mucho por hacer por la universidad, pero...

— Lo sé, Lee, también tengo cosas por hacer, así que cuando estés desocupado será.

Me acerqué a ella, justo en el momento en que la vi observando mis labios, como me esperaba, como quería esa cercanía nuevamente. Y no pude resistirme, quería besarla, iba a hacerlo de nuevo y no había nada más que quisiera hacer en ese momento.

La tomé de la cintura, viendo como tímida sonreía esperándome. Sus labios, ¡por Dios! Sus labios eran maravillosos, eran un deleite para mí, para mi vida. Ella me abrazó, no quería que me fuera, podía ver como su cuerpo me pedía que me quedara, que estuviese un rato más a su lado. Nuestros labios rosaron a penas, estaba a punto de decirle cuanto la amaba, hasta que escuchamos una leve risa acompañado de un golpeteo en el vidrio del Mustang. Suspiré cuando vi la sonrisa burlona de la muchacha de los risos oscuros.

Jenna & LeeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora