Etéreo 1/2

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Becca

Giraba, giraba y giraba.

Mi cabeza giraba. Eso hacía.

No se cuánto tiempo ha pasado.

Pero mi cuerpo está cansado, mis piernas me cuesta moverlas. Mi cabeza gira y gira. Y duele. Como un tambor retumbando en una habitación de eco. Como un sonido punsante al martillar algún objeto. Abrí mis ojos, pesados. Y el techo era blanco, las paredes eran blancas, me dolía la parte interna de mi brazo por una intravenosa que conectaba mis venas con un dispensador de suero y una bolsa de medida pequeña de mi tipo de sangre...

¿Dónde...?

Intente levantarme, sin mucho esfuerzo. Caí hacia atrás, provocando que me doliera aún más fuerte la cabeza. Intenté alzar una mano para quitarme las agujas que traspasaban mi piel. Y mi mano no se levantó. No podía. Comencé a agitarla y sentí un roce metálico. Frío y cerrado. Encadenada a una de las barandas de la cama.

Joder.

Tenía las sondas de oxígeno selladas en mi nariz...

Me ayudaban a respirar con calma. Pero era lo que menos tenía ahora. Me sentía amarrada. Literalmente lo estaba. Me sentía inquieta. Me sentía...angustiada...

Escuché pasos a lo lejos y voces lejanas. Y no podía hablar. O no quería o simplemente mi cuerpo seguía en shock, seguía lleno de pánico y ansiedad.

Cerré los ojos...buscando a alguien. Algo que me calmara.

A pesar del intento, recuerdos de mi infancia llegaron a mí. Una pequeña pelinegra sentada en el salón, su padre está sentado pensando en que hacer. Y su madre le grita, pidiendo explicaciones. Intentando explicarse a sí misma, como su hija no habla. Y porque cuando habla es tan jodida mente peligrosa. ¿Por qué? Cuando creces y eres la última, sabes que eres la más pequeña. Estas tapada por logros de hermanos mayores. Hermanos que son mejores que tú. Que saben más y que los quieren más. No hablaba porque no quisiese, no podía. Simplemente me dolía tanto al hablar. Muchas maestras y educadores de infantes, decian lo mismo.

-Es como si su cuerpo y su cerebro estuviese constantemente en pánico, en estado de shock. Algo qué es extrañamente raro.-

Me tacharon de rara cuando tenía a penas tres años. Y lo veía todo. En fiestas, en cumpleaños, en las cenas. En los pasillos de la casa. Lo escuchaba entre las paredes de esta, a través de los viajes cortos a la guardería, a cualquier parte. Esa niña observaba, analizaba. No hablaba...

Y cuando lo hacía, cuando ella gritaba que le dijese algo. Solo gritaba. Impulsivamente gritaba, sin querer hacerlo. Porque lo vi todo. Como ella lo engañaba, los engañaba a todos. Como trataba mal a Collin, como hacía que Diana se frustrase. Como trataba a los gemelos, llenándolos de miedo.

Y como ni siquiera se preocupaba por mi.

Las imágenes recorrían mi mente una tras otra. Sin parar. Sin ni siquiera medir una velocidad certera.

El sonido de pasos vinieron de nuevo a mis oídos. Los pasos no eran gentiles. Eran fuertes.

Y sentí como abrían la puerta y susurraba cosas inentendibles.

-Becca...- susurró alguien.

Esa persona guió su mano para acariciar mi mejilla y mi cabello.

-Becca despierta. - abrí los ojos al reconocer la voz.

Elliot estaba con una gorra de béisbol negra y con su camisa negra y una chaqueta...

Me sonreía, esa sonrisa, no la característica de los Morguean. De el mismo Elliot. Esa sonrisa caprichosa , esa sonrisa divertida pero también engreída...

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⏰ Última actualización: May 21, 2022 ⏰

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