CAPÍTULO 19

359 41 21
                                    









–Éramos tres hermanos, Sona, Leviatán y yo –mi abuela se removió incómoda en su asiento y se interrumpió cuando un par de meseros entraron para servirnos té. Una vez se fueron, ella continuó–. Sona siempre fue querida... no, más que eso... ella amada por el pueblo. Todos esperaban que ella fuera la gobernante.

– ¿Era la mayor de los hermanos? –Pregunté sorprendido–. Sí... por un par de minutos.

– ¿Cómo? –Inquirió Jem frunciendo el ceño.

–Sona y Leviatán eran hermanos gemelos –señaló mi abuela antes de darle un sorbo al té. Una vez dejó la taza en su lugar, acarició el borde de este con un meñique; aquel gesto fue tan infantilmente elegante, que incluso Jem pareció sorprendido por ello–. Leviatán siempre fue demasiado posesivo y... descontrolado... así que tan pronto como Sona se comprometió con un caballero, se determinó que ella sería la ideal para gobernar –mi abuela soltó una risita llena de amargura antes de negar–. Estábamos en la fiesta de compromiso... mi hermana se veía preciosa y completamente feliz... y todos estaban excitados por el compromiso, después de todo, tras la boda pasaría tan solo una semana para la coronación.

–Pero tú estás gobernando, no ella –señalé frunciendo el ceño–. ¿Qué pasó con ella... o con Leviatán?

La mujer calló por un largo tan rato, que creí que no continuaría, pero cuando pareció reunir toda la fuerza para no desmoronarse, prosiguió.

–Mi hermano le dijo a Sona que dieran un paseo por el jardín de palacio... dijo que le tenía una enorme sorpresa por su compromiso –una nueva carcajada llena de amargura se escapó de sus labios antes de dejar escapar un torrente de lágrimas; su fuerza se había acabado–. Nadie pareció extrañarse por ello... siempre habían sido muy unidos... así que ella se alegró y lo acompañó. Los fueron a solas al jardín... pero cuando se tardaron demasiado, mi madre y yo no dudamos salir a buscarlos...

Y eso fue todo, las silenciosas lágrimas se convirtieron en un fuerte llanto, sus hombros se movían violentamente mientras que enormes cascadas resbalaban por sus mejillas. Así duró al menos media hora antes de que Jem se aclarara la garganta y la mirara avergonzado.

–Lo siento Lilith... se nota que algo malo pasó y aun te afecta... pero debemos proseguir... si es importante...

– ¡Jem! –Reprendimos Ash y yo al unísono. Es decir, todos queríamos saber qué demonios había ocurrido, pero incluso nosotros podíamos entender qué mi abuela no se encontraba nada bien.

–Si es demasiado... –musité completamente incómodo. Nunca supe qué hacer cuando alguien lloraba en frente mío, mucho menos con tal intensidad.

–No, James tiene razón, necesitamos proseguir –farfulló mi abuela entre suaves sollozos antes de limpiar su rostro con el pañuelo que el director le tendía. La mujer se puso en pie antes de caminar con seguridad hacia un enorme espejo que Jem tenía en su oficina, y una vez se aseguró que su aspecto no era tan malo, tomó asiento nuevamente para luego continuar hablando, aún con melancolía, pero con mayor fortaleza–. Leviatán estaba completamente lleno de sangre... sus labios aún estaban bañados de sangre y carne cuando llegamos... Sena estaba irreconocible y él parecía un carroñero.

El color verdoso en el rostro de Jem representó perfectamente el asco que yo mismo sentía, por suerte fue Ash quien tuvo la valentía de preguntar lo que nosotros deseábamos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 09, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

You will not get me (MALEC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora