Nadie sabía dónde estaba y yo me ocuparía de solucionarlo. Dejé a los chicos en su sitio y deshice el camino hasta la entrada viendo a todos lados tratando de encontrar su melena rubia. Cuando estaba a punto de perder el control la encontré.
-¡Profesora Martín! -exclamé con sorpresa, no una agradable.
Sandra estaba a un metro de la puerta sentada muy sonriente en una mesa con dos hombres que no tenía idea de quiénes eran y ya con una copa en la mano.
-¿Qué haces aquí? Estamos todos más adelante -dije señalándole a los chicos, ella miró, me devolvió la mirada y sonrió sutilmente.
-Estoy con unos amigos, Julia.
-Pero vamos por allá si viniste con ellos, ¿como vas a quedarte aquí con estos?
-Déjame terminar mi trago y luego voy por allí guapa -contestó con una falsedad que reconocí y a cada segundo me hervían más las venas y me corroía la decepción.
-¿Qué estás haciendo? ¿Estás segura de esto? Porque no entiendo la insistencia en que yo... -casi le cuento lo cabreada que me tenía todo el circo que había armado pero elegí callarme una vez más-. Está bien, cuando quieras vas o te quedas aquí detrás y te pierdes el concierto -concluí dándoles la espalda y volví a mi sitio a explicarle al resto su locura.
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Bastaba | Temática Lésbica | Completa |
RomanceMientras Sandra escribe en la pizarra La otra es incapaz de concentrarse Ella aparta el pelo de su espalda Y a Julia el lenguaje italiano le arde Sandra Martín tenía la vida ideal que mucho le había costado lograr cuando lo que parecía ser un inocen...