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En las últimas 2 semanas apenas vi a Sandra más allá de en la universidad y las clases en mi casa y hacía al menos un mes, habíamos organizado el pasar juntas los días de Navidad. Mi familia daría una gran fiesta con muchos invitados y no levantaría sospecha alguna que mi profesora favorita y su hija nos acompañasen porque todos eran muy amigos de ella y eran conscientes de que teníamos un vínculo muy especial.
No debí haber sido muy buena ese año cuando mi regalo de Santa Claus fue que la profesora Martín me dijera que no podría estar allí.
-¿Me quieres decir de una vez qué te pasa? -le cuestioné azotando la puerta de su despacho tras de mí pegándole un susto a Sandra-. Teníamos un plan, ¿por qué me cancelas dos días antes? ¿Qué quieres que le diga a Doña Fernanda?
Sandra dejó sobre el escritorio las carpetas que estaba organizando, me miró por encima de las gafas y lentamente se acercó pidiendo que me tranquilizara. No cedí, seguí pidiendo una respuesta.
Sandra me arrinconó contra la puerta, pasó las manos tras de mí y cerró con llaves. Me sacó la camisa por fuera de mi falda y adentró en ella sus manos acariciando delicadamente mis pechos.
-Esto no le va a funcionar profesora -le dije fingiendo fortaleza y viéndome obligada a cerrar las piernas para contenerme.
-Amor... -murmuró en mi oído antes de dejarme una suave mordida-, me haces falta... -continúo diciendo con apenas voz besando mi cuello-. No sabes cuánto te extraño y te pienso...-dijo recorriendo desde mi mandíbula a mi boca con sus labios-. Perdóname, ¿sí? -pidió pegada a mi boca y cada vez me costaba más respirar, sentir su aliento ardiente en mí, no estaba ayudando.

Bastaba | Temática Lésbica | Completa |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora