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A partir del día siguiente comencé a dejarle las notas a diario a Sandra. Cuando coincidía la ocasión y podía ver su cara iluminarse mientras intentaba disimularlo frente a la clase, no tenía precio. Me daba esperanza su sonrisa y me hacía entender que no estaba loca, que sí estábamos en la misma página y que tal vez habíamos hecho hasta bien en tomarnos ese tiempo lejos. Es cierto que yo necesitaba conocerme mejor y experimentar muchas cosas antes de atreverme a vivir con ella la aventura que fuera que se nos viniera por delante.

Pensé que tardaría más, porque conozco su orgullo pero a los 15 días ya sentí en sus miradas, pequeños roces involuntarios y acercamiento, que comenzaba la profesora Martín a ser <>. A pesar de que continuaba sin escribirme, responderme los mensajes, las notas o contestarme las llamadas, no me lo pensé dos veces y le pedí a mi madre que se pusiera en contacto con ella para retomar las clases privadas: estaba convencida de que si aceptaba, estábamos a tiempo de arreglar todos los malentendidos.

Bastaba | Temática Lésbica | Completa |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora