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Si es que Sandra podía ser todo lo terca, orgullosa, infantil y sin sentido del mundo pero era mirarla con sus gafas de leer impartiendo autoridad en un salón y se me pasaba todo. Más aún si se detenía a sonreírme, de esa manera tan dulce y pícara que sólo ella tenía. No paró de acercarse para preguntarme si estaba bien, si necesitaba algo o para extenderme su Ipad para que me entretuviese. Yo solo estaba pensando en lo hermosa que era aquella elegante rubia y lo bipolar que podía llegar a ser. ¿Cómo estaba tan bien conmigo después del discursito de la noche anterior? No entendía nada, y ya no me importaba hacerlo tampoco...

Bastaba | Temática Lésbica | Completa |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora