CAPÍTULO 17

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Me buscó la mano para que me acercara a ellas y nos abrazamos las tres durante unos segundos.

- Estabas preciosa desde aquí arriba -le confeso Calle.

- Estás preciosa desde todos lados -añadí yo.

Vi un mohín de vergüenza en su cara, el primero, pero no lo mantuvo lo suficiente como para que me atreviera a decirle nada.

- ¿Y ustedes qué? No se han corrido, ¿verdad? Qué horrible esa palabra, correrse.

- Yo estoy bien -declaré.

- Yo también -añadió Calle.

Por lo visto, ambas vimos oportuno no exigirle nada más a esa noche. Si no había ningún otro orgasmo no pasaba nada, ya habría merecido la pena. Pero Laura, que podía parecer muy egoísta en muchos aspectos, en la cama no lo era en absoluto. De un bote se incorporó y nos dejó a Calle y a mí tumbadas, una al lado de la otra.

- Ustedes sí que están bonitas.

Calle y yo nos reímos. La verdad es que no me había dado tiempo a sentir celos esta vez. Todo había ido muy deprisa y la excitación era mayor al caos que me rondaba la cabeza. Besé a mi novia porque creí que habíamos estado un poco desconectadas esa noche, enfocándonos las dos solo en Laura. Calle me correspondió con ganas, por lo que intuí que debía seguir excitada.

Laura nos dejó hacer, solo mirándonos, sin tocarnos. Se recostó a un lado de la cama, y yo aproveché para arrimarme más a Calle, dejándola en medio de las dos. Ella me agarró la mano  y la puso entre sus piernas, para que pudiera sentir como estaba. Introduje mis dedos dentro de ella, porque conociéndola, sabía que era lo que buscaba.

Laura, mientras, iba besando su espalda y su cuello, desde atrás. A veces se incorporaba un poco más hasta llegar a mi boca, para acto seguido girar la cabeza de Calle y conseguir besarla a ella también. Era como un baile de lenguas, de manos, de piernas. Todas nos besábamos con todas, y todas nos acariciábamos a todas. Laura lo hacía bien. De hecho, me sorprendió que lo hiciera tan bien. Tenía a Calle sujeta con todo su brazo derecho, apretándola fuerte contra ella, dejándola casi inmovilizada y con su mano izquierda la acariciaba por fuera, mientras yo, frente a ambas, movía mis dedos en su interior, despacio. Calle no tardó en llegar así.

- Es demasiado -fue lo único que consiguió decir.

- ¿El qué es demasiado? -le preguntó Laura.

- Esto. Todo es demasiado. Me cuesta respirar.

Laura sonrió, satisfecha. Calle me acarició la mejilla.

- ¿Y tú cómo estás?

- Yo estoy bien -dije-. No necesito nada más.

Me acerqué a besarlas, primero a Calle, después a Laura. Y ellas se besaron también. Nos tumbamos las tres bocarriba, mirando al techo.

- No imaginé que un trío  pudiera ser así -comentó Laura, sin dejar de mirar hacia arriba-. Pensaba que todo sería más frío, más raro.

Nos quedamos un momento en silencio, pensando en lo que acababa de decir. No había sido frío, ni raro. Creo que las tres nos habíamos sentido bastante cómodas. Y no se había dado ninguna situación extraña que, siendo tres personas, podría haber sido lógico.

De repente, Laura rodó por el cuerpo  de Calle, hasta colocarse en el medio. 

- Ahora te toca a ti, ¿no? -me susurró.

- No hace falta, de verdad. En realidad estoy cansada-. No mentía, podría haberme quedado dormida en ese mismo instante.

- No me lo creo.

Se deslizó sobre mí y fue bajando por mi cuerpo, trazando con su lengua una línea imaginaria desde mi mandíbula, hasta mi ombligo. Me abrió las piernas suavemente y colocó su cabeza justo en el centro. La humedad de su boca se mezcló con mi propia humedad, devolviéndome al punto de excitación en el que había estado hacía apenas unos minutos. Estuvimos un rato así y en algún momento le pedí con mis manos, tirando suavemente desde su cara hacia arriba, que subiera. Laura llegó hasta mi boca y me besó.

- Méteme los dedos -le pedí.

Lo hizo lentamente, jugando con ellos antes de introducirlos, y una vez dentro embistiendo con delicadeza. Calle me besaba, me acariciaba por toda partes y yo bajé mi mano para tocarme, hasta encontrar el orgasmo que ansiaba por llegar.

Pensé que era una de las cosas más sexys que había experimentado nunca.

- Ahora vuelvo a estar caliente -dijo Calle.

- Y yo -se sumo Laura.

Eran pasadas las tres de la mañana.

- La próxima vez podríamos esperar al fin de semana para hacer esto -dije, en una especie de promesa deliberada de que aquello se volvería a repetir-. Es imposible pararlo si cada vez que una a llegado otra quiere volver a empezar.

- ¿A qué hora se tienen que levantar?

- En cinco horas.

- Entonces deberíamos dormir. ¿Tú puedes dormir así, Daniela? -preguntó

- Lo intentaré.

Laura se puso en el centro de la cama. Nos abrazamos y nos dimos las buenas noches besándonos cada una en los labios. Aguanté unos cuantos minutos quieta y al poco tiempo me di cuenta de que no podría dormir, por lo que en cuanto las oí respirar profundamente me di la vuelta.

El torbellino de las inseguridades apareció justo en ese momento. 

El sexo había estado genial, de hecho, me había encantado, pero me sentía incómoda por tener a una persona entre Calle y yo. Yo, que siempre había pretendido que tuviéramos dos camas para no tener que dormir pegadas, ahora la echaba de menos a mi lado y habría dado cualquier cosa por estar abrazada a ella. Y no es que no quisiera que Laura estuviera ahí, porque me gustaba sentir su cuerpo cerca del mío, poder notarla, pero eso no quitaba que sintiera como si hubiera perdido una parte de mí, de mi vida, como si se la hubiera regalado a una desconocida a cambio de un polvo. Empecé a notar cómo la ansiedad me subía por la garganta. Me faltaba el aire y tenía ganas de llorar. No podía despertar a mi novia para decirle que me estaba pasando algo, porque entonces despertaría  a Laura también y sabía que aquello la podría hacer sentir fatal. Tenía que salir de ahí sola.

Además, que yo ya sabía que eso me iba a pasar antes o después. Me lo había buscado. Me levanté de la cama y me fui al salón, a prepararme una infusión. Me senté en el sofá con una manta y esperé a que equis viniera a darme unos cuantos mimos. Después del escándalo que habíamos montado hacía un rato ahora reinaba el silencio en todo el apartamento, demasiado silencio. Poco a poco me fui relajando. Me lo había pasado bien, Laura me gustaba mucho, pero si a la mañana siguiente me seguía sintiendo así no tenía por qué volver a pasar.

Me quedé dormida pensando que, si me lo proponía, podría terminar con aquello en ese mismo instante.

Tú y Tú y Yo [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora