Can Punxols estaba bastante cerca de nuestro piso, y eso era lo que más me gustaba de aquel sitio. Era un restaurant familiar, pequeñito, que tuvo la buena o la mala suerte de ponerse de moda y salir en todas las guías de turismo de la ciudad. Siempre estaba a reventar. Como éramos vecinas no les importaba que llegáramos cuando la cocina estaba a punto de cerrar, siempre tenían una mesa para nosotras, así que al menos una vez por semana nos dejábamos caer por allá.
Poché y yo nos nos sentamos a un lado de la mesa y Laura al otro. Realmente la suya no era belleza normal. Me costaba dejar de mirarla.
- Mi mamá es colombiana.
Su respuesta a la pregunta de Poché acerca de su acento me despejó muchas dudas.
Había algo en ella que impedía acertar su procedencia. El acento, sus facciones, todo parecía una mezcla de muchas cosas.
- Entonces llevan juntas cuánto... ¿siete años? -nos preguntó.
- Ocho -contestó Poché.
- Juntas, juntas, ¿sin descanso?
No sé por qué me lo tomé como si estuviera intentando saber si existía alguna grieta en nuestra relación por donde colarse.
- Juntas, juntas -aclaré-. Solo lo dejamos una vez, hace muchos años, pero el divorcio nos duró menos que un telediario.
- me dejó -me interrumpió Poché.
- La dejé. Pero a la semana me di cuenta de la bobo que acababa de hacer, y me eché atrás.
- Y María José, ¿tú la dejaste volver? -indagó.
- Exacto. ¿Qué otra cosa podía hacer? Estaba enamorada hasta las trancas.
Laura miraba a Poché de una forma que ya había visto antes. Más veces me había encontrado en una situación en la que alguien se había sentido atraída por ella, y no lo disimulaba con demasiado éxito. Lo que me incomodaba era la forma en que Poché la miraba a ella, como si estuviera hechizada. Y lo entendía, en parte; yo misma pensaba que Laura tenía un no sé qué, pero en ese momento me llamaba la atención que Poché no trataba de que no nos diéramos cuenta, ni Laura ni yo.
Lejos de permitir que mis inseguridades me arruinaran la cena, decidí dejar que la situación se desenvolviera por sí sola. Tampoco me debía molestar ver a Poché con esa actitud y tampoco me importaba que Laura le respondiera a esa atención extra con más atención.
A fin de cuentas, nadie me había pedido que yo me quedara en casa, me dije. Siempre me había parecido que esas parejas en las que no se ha llegado a ese mínimo grado de confianza no tenían razón de ser. Yo estaba totalmente convencida de que Poché nunca sería capaz de ponerme los cuernos, no porque no lo deseara, o no porque no se le presentara la oportunidad, sino porque podría engañarme, traicionarme. La resaca de una traición no es algo que se repare con facilidad. A mí no me habría molestado que Poché me hubiera puesto los cuernos alguna vez por el hecho de que hubiera mirado a otra persona más, o porque hubiera deseado a alguien más aparte de mí, a mí me habría dolido sobremanera la traición. Nuestra relación no era un contrato inquebrantable, indisoluble, y yo siempre pensé que las medias naranjas no existían. Si ella hubiera querido conocer en la intimidad a alguien más que a mí habría podido llegar a entenderlo, y habríamos podido hablar de ello, pero nunca habría podido entender que lo hubiera hecho a mis espaldas.
Creo que, de hecho, nunca se lo habría perdonado. A esas alturas ya me había dado cuenta de que lo que nos habían vendido acerca del amor no era real. Que una sola persona te complemente o complete, que cubra todas tus necesidades y anhelos vitales, me parecía básicamente imposible.
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Tú y Tú y Yo [Completa]
FanficMaría José y Daniela llevan 8 años juntas, tienen una vida de pareja plena y feliz. Ambas trabajan en la empresa creada por ellas. Se complementan a la perfección, cada una es todo lo que la otra necesita. Sin embargo Laura irrumpe en sus vidas, eso...