CAPÍTULO 28

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A la primera persona que vi nada más llegar a NY fue a Alex. Quedamos en una de mis cafeterías favoritas, por Lower East Side. Alex odiaba ese sitio. De hecho, creo que odiaba muchas de las cosas que a mí me gustaban. Él era muy de su ambiente, de bares, de su gente.

Esa mañana hacía tanto sol que me encontré más animada de lo que había estado esos últimos días. Cuando llegué a la ciudad me había ido directamente al apartamento y no había visto a nadie todavía. Estaba triste. Por más que había intentado distraerme con el trabajo, manteniendo la mente ocupada, no había conseguido dejar de pensar en lo que había dejado atrás. 

Alex apareció con la que solía ponerse cuando quería estar presentable.

- ¿Aún no te han dicho que este sitio es una mierda? -me dijo sonriendo, justo antes de abrazarme.

- ¿Y a ti no te han dicho que no debemos abrazarnos?

Se volvió a reír y pidió un café solo.

- Estás guapa

- Y tú estás guapo.

Era inevitable. Alex siempre me hacía sentir en casa. Su sonrisa infantil, con todos los dientes blancos y enormes, y esa manera de moverse nerviosa. Era sexy y carismático, y bueno. A veces un poco engreído también.

- Entonces, qué, ¿Ahora vas en serio con eso de las mujeres? -me preguntó él, ayudándome como siempre a arrancarme.

- Te conté que eran una pareja, ¿no?

- Sí. Y que te gustaban mucho, también. ¿Qué vas hacer?

- No lo sé. Estoy jodida -admití-. Ni siquiera sé si podría volver, si quisiera.

- Antes o después, podrías; pero, ¿realmente quieres volver a una pareja? ¿No prefieres esperar aquí y ver si conoces a alguna chica que te guste, solo para ti?

Alex no estaba haciendo ninguna pregunta absurda. Esto era justo lo que se me pasaba por la cabeza . ¿Quería volver a Barcelona pata estar con una pareja? ¿Tenía sentido? NY estaba lleno de chicas a las que le gustan las chicas, para qué tendría yo que volver a Barcelona y continuar con algo que no tiene ni pies ni cabeza.

- No lo sé. En realidad, sé que no debería volver y menos por ellas -contesté-, pero tampoco sé si me voy a olvidar tan fácilmente. Quizás simplemente debería intentar pasar página.

- Y también tendrás que pensar en tu futuro profesional, ¿no? No todo va a ser el corazón.

- A veces hablas como mi padre.

Mi futuro profesional estaba ahora mismo jugando al escondite conmigo. Lo tenía patas arriba, y volver a irme significaría dejar de lado la posibilidad seria de reestructurar lo que ya tenía montado.

A mí me costaba más de lo que consideraba que era habitual superar las rupturas, pero esta vez, como ni siquiera había sido una ruptura real, creí que podría ser diferente. Pocas veces había sentido celos y ahora los sentía a todas horas. Me veía sola en un apartamento, mientras ellas dos estaban juntas y me sentía nuevamente imbécil. No tenían culpa de vivir juntas, ni de que yo hubiera decidido irme, pero era demasiado saber que para ellas esa separación estaba siendo mucho más sencillo de llevar que para mí.

- Creo que será más fácil pensar que lo hemos dejado por ahora -le revelé por teléfono con franqueza a María José un día cualquiera.

- ¿Qué quieres decir? ¿Qué esto se ha acabado?

- Babe, yo lo necesito -contesté-. Se trata solo de actuar como si se hubiera acabado mientras no estamos juntas, e intentar dar un paso adelante.

- ¿Estamos en una pandemia mundial y desde la otra puta punta del mundo me estás diciendo que esto se ha terminado?

- No sabemos cuándo volveremos a vernos. ¿No crees que es un buen momento para que intentemos olvidarnos de esta historia? Nos lo debemos.

Ella no lo veía así, estaba claro. Y Daniela tampoco. Ambas me repitieron infinidad de veces que era una egoísta y a mí me costó un poco entender por qué pensaban de esa manera. ¡Ellas dos estaban juntas! Me propuse no hablarles, estaba vez en serio y ellas tampoco lo hicieron. Supuse que no querían saber nada más de mí. A ratos me enfadaba conmigo misma, o con Alex lo culpaba por haberme empujado, de alguna forma a tomar la decisión. ¿Me había precipitado? Pensaba que seguir manteniendo contacto con ellas me hacía más daño, pero al mismo tiempo quería dejarlo todo y salir corriendo a sus brazos.

Así que estuve entre esas durante varias semanas: querer volver, querer quedarme, tener celos, echarlas de menos, sentirme una completa idiota.

- Es lo mejor que puedes hacer -me repetía Alex constantemente-. Ahora no puedes volver, y aquí lo tienes todo; y ellas dos se tienen entre ellas.

- Te mereces algo más -añadía Alex.

Y aunque sabía que lo decía por mi bien, solo me hacía más daño. La única que me decía que no debía dejar que nadie decidiera qué era lo mejor para mí era mi amiga María.

- A mi me parece una imbecilidad que todo esto te lo estés planteando porque son dos, y no una -me dijo un día mientras hacíamos una videollamada-. Todo el mundo tiene algún fallo para ti. Hasta Alex, que es el chico perfecto.

- Alex es un hombre, y eso ya pasó -repliqué.

- Me da igual. Si hubiera sido una mujer también le habrías encontrado defectos. Le encuentras defectos a todo el mundo. ¿Y ahora estas chicas no tienen defectos? ¿El único defecto es que son dos?

- Lo dices como si fuera el mejor escenario posible para establecer una relación.

- ¿Y cuál lo es? -me preguntó-. ¿Eras feliz? -nunca nadie me había realizado esa pregunta.

- Supongo.

- Yo creo que sí lo eras.

Estuve un mes entero sin saber nada de ellas. Nunca me volvieron a llamar, ni a escribir. Sabía que lo había pedido yo, pero no me podía creer que a ninguna de las dos le hubiera dado por comprobar en algún momento si estaba bien. Yo tampoco dije nada por orgullo. Y lo pagué, porque en ese mes no hice más que pensar en ellas.

Quería volver. Quería volver a España y quería volver con ellas. No podía seguir mintiéndome, mintiendo a todo el mundo. Y tampoco podía seguir esperando a que ellas me volvieran a hacer sentir segura. Ya lo habían hecho todo, en realidad. Ahora me tocaba a mí.




Tú y Tú y Yo [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora