Mary se le quedó viendo mientras Dai iba hacia la puerta. El mayordomo abrió descubriendo a un hombre jóven que le dijo estaba ahí, en nombre del alcalde. Le dió a Dai un hermoso ramo de flores y un sobre cuyo contenido, el mensajero desconocía. Después de una breve despedida, el muchacho se marchó y Dai volvió a la sala, dónde Mary estaba esperando enterarse de quién fue a visitarla.-Habra una fiesta por el aniversario del pueblo y el alcalde me está invitando- le dijo la mujer después de abrir el sobre.
Dai estaba acomodando las flores sobre la mesa de café. Una vez terminó de hacer aquello miró a su ama con una expresión muy tranquila. La muchacha miraba el elaborado papel de la invitación, como considerando secretas ideas.
-Este año el pueblo cumple trescientos veinte años- le dijo Dai- Desde hace unos noventa años que se tomó la costumbre de celebrar su fundación. Todos los hacendados hacen un donativo en dinero a las arcas municipales, para financiar la fiesta.
-Ya veo -murmuro Mary, a quien esas palabras revelaron más que la invitación- Supongo que tendré que hablar con el contador.
Dai con las manos en su espalda y esa espina tan enhiesta como un mástil hizo aparecer un sacudidor de plumas en el aire. Lo tomó con un gesto elegante y empezó a quitar un polvo imaginario de los muebles.
-Desde que la conozco- comenzó a decir- Me he estado preguntando cuál es la razón por la que no me pide que haga aparecer dinero. Sabe que puedo hacerlo...
Mary volteó a él, que estaba de espaldas a ella. Sus ojos quedaron fijos en la espalda del mayordomo.
-Dinero, joyas, riqueza fue lo primero que todos me pidieron- continúo Dai,que se interrumpió un instante para llevarse la mano a la barbilla- Bueno... Tres de mis amos me pidieron sanar sus cuerpos enfermos. Ella, sin embargo, no lo hizo. Y era la que más lo necesitaba.
-¿Te refieres a Leonora?-le preguntó Mary.
-Sí- respondió Dai, sin mostrar sorpresa en su rostro o voz- Aunque su caso era diferente. Ella perdió a su esposo poco antes de heredar está tierra. Al perderlo a él, perdió sus deseos de vivir. Supongo que su amor era más grande que ella o bien sólo lo tenía a él ¿Se a enamorado alguna vez, Señorita Mary?
-¿Qué relevancia tiene para tí el que lo haya hecho o no?-le cuestionó la mujer.
Dai hizo desaparecer el secador y puso su mano en la espalda para girarse hacia ella.
-Ninguna en realidad- le contestó sonriendo de manera amigable.
-¿Y tú Dai, te has enamorado alguna vez?
-¿Es importante saberlo para usted?
-Sí- le contestó Mary borrando la sonrisa del rostro de su mayordomo.
Dai comenzó a caminar lentamente entorno a la muchacha, que se quedó parada entre el sofá y la mesa de café.
-Le propongo hablemos claro ¿Está de acuerdo?-preguntó sin esperar una respuesta.
Mary comenzó a seguirlo no sólo con la mirada,sino que empezó a moverse lentamente siguiendo la trayectoria de Dai que hacía un círculo entorno a ella.
-Dijiste que la esposa de mi tío te ordenó dormir con ella y tú obedeciste- le dijo Mary viéndolo a los ojos- También dijiste que no cualquiera puede vivir en estas tierras y que preferirías yo no me casará. El motivo es que si lo hiciera,mi esposo se convertiría en el señor de estás tierras y tú tendrías que obedecerlo también.
-Es correcto- afirmó Dai levantando una de sus manos para hacer desaparecer los muebles de la sala.
El sofá, la mesa y demás se elevaron desapareciendo como barridos por un suspiro. Pero durante ese breve proceso, Mary no apartó los ojos de Dai que iba caminando entorno a ella tan lentamente que su figura y el sonido de sus pasos lo volvieron una visión un poco hipnótica. Él formaba un amplio círculo entorno a ella y ella uno pequeño en el interior del de él. Parecían haber formado la ronda de un mundo y su luna en ese desnudo salón donde las amarillas cortinas cobraban la fuerza del sol, al ser bañadas por el. Cuando Dai pasaba por el lado de las ventanas, y su silueta era enmarcada por esas cortinas ondeantes en la brisa otoñal, adquiría un porte propio de un ángel, pero a medida que iba avanzando hacia la sombras una tomando el aspecto de un demonio seductor.
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Tomates azules.
FanfictionElla heredó una casa, tierras y un mayordomo con muchas peculiaridades, entre ellas el secreto de su familia.