3._Suerte

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-Su té de frutos rojos-le dijo Dai al ofrecerle la taza en la bandeja de plata.

Mary tomó la bebida con prudencia. No se fiaba mucho de ese sujeto. Es que las restricciones que tenía le hicieron saber que estaba ante un ser de un poder inconmensurable. No podía jugar con el tiempo,dijo Dai,eso quería decir que si podía hacerlo sólo estaba limitado. Una criatura capaz de tal azaña,le resultaba un monstruo.  Ciertamente su tío bisabuelo tenía razón en haberlo llamado así. Por otra parte si ese sujeto tenía ese terrible poder y estaba bajo sus órdenes...

-¿Desea algo más?-le preguntó el mayordomo.

-No-fue el monosílabo que escapó de esa boca pequeña y algo apretada-Me iré a dormir.

Dai parpadeo lento una vez, como asintiendo y la vio ponerse de pie para ir a la escalera.

-Buenos noches,Dai.

-Buenos noches,mi...Mary-le respondió él.

La mujer estaba cansada. Se puso la pijama y se acostó a dormir en su nueva y suave cama. Pese a todas las ideas que tenía en mente,apenas puso la cabeza en la almohada, cayó en un sueño profundo. Por la mañana abrió los ojos a causa de la luz que pasaba entre las cortinas. Se dió la vuelta para evitarla y dió un grito de espanto al ver allí ahí a Dai. El tipo estaba sentado en una silla con respaldo alto y sostenía una taza de té entre sus manos.

-¡¿Qué demonios...Desde cuando estás ahí?!-le preguntó la pobre muchacha bastante espantada con su presencia.

-Desde que se durmió. Supuse que no le sería cómodo verme aquí mientras conciliaba el sueño-le respondió e hizo desaparecer la taza.

-¿Y no se te ocurrió que no me sería cómodo verte aquí al despertar?

-No-le respondió y desapareció para aparecer ante la ventana y abrir las cortinas-Tiene que acostumbrarse a mi... Constante presencia.

-Sí bueno,no será por mucho. Tengo pensado vender esta propiedad-le confesó Mary poniéndose de pie para ir al baño.

-¿Venderla?-murmuró Dai y pareció un tanto preocupado.

-Sí. Es que este lugar es demasiado trabajo para mí-agregó Mary y cerró tras ella la puerta.

La muchacha se metió a la ducha y se lavó rápido. Más que todo quería refrescarse. El clima allí era muy caluroso,algo que no le gustaba en lo más mínimo. Una ducha en la mañana le venía muy bien y le mejoró el ánimo. Cuando movió la cortina para salir se encontró con Dai otra vez y aferrada a la tela impermeable,cayó sentada en la bañera.

-Tiene que acostumbrarse a mi presencia-le reitero el mayordomo con toda la naturalidad del mundo.

-¡Si,pero esto es exagerar! ¿Acaso contigo nunca tendré privacidad?-le cuestionó Mary frotándose tras la cabeza.

-Estare a su diestra todo el tiempo, mientras permanezca en esta casa...Así que me temo que su espacio personal se verá muy limitado.

-Empiezo a entender porque mi tío Edgar nunca se casó...

-Él si se caso-la corrigió Dai e hizo aparecer en su mano una bata de baño-Ahora por favor vistace y baje a desayunar. Hoy le espera un largo día.

-Que felicidad-murmuro Mary y salió de la bañera poniéndose la bata. Dai se había ido para entonces.

Aprovechando que estaba sola, Mary llamó a su madre para preguntarle respecto a su tío Edgar,pero el teléfono sonaba ocupado. Quizá llamar a su abuela,pero pasó lo mismo. Un poco extrañada corroboró si tenía señal y si tenía, por lo que intentó llamar a uno de sus tío. Mientras estaba en eso caminaba pacientemente por la habitación. Su vestido anaranjado flotaba con el viento que entraba por la ventana,a la que se aproximó para mirar hacia el campo. Despegó su teléfono de la oreja con estupefacción,pero no segura de lo que estaba viendo,
descanso las manos en el barandal y colgó medio cuerpo hacia fuera solo para asegurarse de no ser víctima de una ilusión óptica.

Tomates azules.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora