Capitulo 9

18 4 1
                                    

Josephine

A la mañana siguiente la cabeza me dolía a más no poder y tenía unas grandes ojeras a causa de la falta de sueño, no había dormido nada la noche anterior debido a mi compañera de vida: la pesadilla.

Ese estúpido sueño que no me dejaba tranquila; podía decir con toda certeza que dormí por lo menos una hora, lo cual no era suficiente. Mi mente no dejaba de ver esa imagen una y otra y otra vez. Un auto, dos personas, trozos de metal, vidrios rotos. Un auto destrozado, una sola persona y caos por todas partes. Estaba comenzando a desesperarme, así que llame a la única persona que sabía que aunque se enfadaría por no habérselo contado antes me ayudaría y me entendería aunque fuera un poco.

— ¿Que? —contestó Alex con voz roca, aún por el sueño.

— Buenos días a ti también.

— Josephine, son las cuatro de la mañana y tengo resaca. ¿Se puede saber para que me despiertas?

— En realidad son las cinco y media —murmuró algo que no entendí así que proseguí— necesito tu ayuda.

— ¿Está todo bien?

— ¿Puedo ir a verte? —pregunté en respuesta— no puedo explicarlo por teléfono.

— Sabes que eso no se pregunta. Te enviaré la dirección.

— Si...gracias.

— No me agradezcas para esto vivo. Aquí te espero.

Colgué y él me envió la dirección de su apartamento, salí luego de ducharme. Al llegar al edificio me percaté de que era más bien como un hotel lujoso y no un edificio aburrido y sin chiste, como supuse, Alex estaba esperándome con cara de sueño en la entrada.

Al verme sonrió y se acercó a saludarme.

— Anda, pero si eres toda una motociclista.

— Lo próximo en mi lista es un tatuaje de tu cara, tal vez en el trasero o en la espalda aún no lo decido.

— Ya extrañaba a mi pequeña sarcástica —se acercó a mi con los brazos abiertos y dijo— Ven aquí.

— No, Alex. Abrazos no. —sin importarle nada me dio un gran abrazo— Ugh, siempre es lo mismo contigo.

— Cállate, me lo merezco luego de que me despertaras a las cinco de la mañana.

— Si, si soy la peor. ¿Podemos entrar? Tengo frío.

— Si vamos —se separó de mí y comenzó a caminar mientas hablaba— ¿y ya conquistaste chicos, con la motocicleta digo?

— No tienes idea. Tengo tantos pretendientes que debo ahuyentarlos a patadas de mi habitación ¿En serio vives aquí? Debe costar una fortuna pagar un piso aquí.

— En algo tengo que gastar la herencia que me dejo mi abuelo antes de morir. Gracias al cielo no lo rento.

— ¿Compraste un piso? —dije exagerando mi tono de sorpresa.

— La sorpresa en tu voz esta de más, sabes bien que siempre quise vivir en un lugar como este. Y de que me sirve tener todo ese dinero guardado si no me lo gasto en nada.

— Ah es cierto, se me olvidaba que eres asquerosamente rico.

— No, mis padres lo son. Sabes que de no ser por la universidad no tocaría un solo centavo suyo, por eso me enorgullezco de haber comprado mi auto con mi dinero.

— Jamás te pregunté como lo conseguiste.

— Le vendí a una marca algunos diseños que hice como publicidad para su producto y me pagaron más de lo que esperaba.

El Día En Que Mire Las Estrellas En Tus OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora