Pablo
Al abrir la puerta de golpe alguien cayó de espaldas al suelo, al mirar quien era me encontré con esos ojos bonitos que se la habían pasado torturándome en mis sueños todas las noches.
Una muy avergonzada Josy, se encontraba tirada en el suelo, solo observándome con el ceño fruncido como si estuviera molesta y luego recordé el pequeño incidente que había tenido en la cocina que había generado un golpe en mi mejilla así que de inmediato a parte la cara antes de que pudiera darse cuenta y la ayude a levantarse.
— ¿Acaso estás siguiéndome, Josy? —dije sin mirarla si quiera.
— Diablos, me descubriste —dijo sarcástica— ¿qué tienes?
— Nada... solo me duele la cabeza y la luz de fuera me lastima.
— Ajá —dijo cerrando la puerta detrás de ella— ¿por qué no me miras?
— No quiero.
— Voltea, Pablo.
—soltó un suspiro en cuanto me di la vuelta y se sentó en la cama con las manos es la cabeza— No es tan grave como parece.
— ¿Tú también? ¿Es que a todo el mundo se le dio por pelearse hoy?
— Me enteré de lo qué pasó con Alex, que alivio que hayas llegado antes —dije tratando de cambiar de tema pero al parecer ella no iba a hacerlo.
— ¿Qué te paso?
— Tuve un percance con un chico en la cocina luego de verte.
— ¿Qué necesidad tienen ustedes los hombres de pelearse cada que tienen oportunidad?
— Es una cuestión de respeto, ya sabes como los perros. —sonreí y me miró mal.
— No es divertido, Pablo.
— Solo quería hacerte reír.
— Ven —dijo señalando a un lado suyo en mi cama y dudé— ven siéntate. No muerdo.
— Ya lo sé, solo...—«no puedo estar cerca de ti sin que me entren ganas de besarte» pensé— olvídalo.
Me acerque a ella y tome asiento a su lado, de inmediato se giró hacia mi y tomo mi cara entre sus manos y la acercó a la suya, instintivamente cerré los ojos esperando, pero solo sentí como sus manos comenzaban a inspeccionarme el golpe y al abrir los ojos solo noté que estaba mirándome la mejilla golpeada y revisando el corte de mi ceja.
Creía que iba a besarme ¿pero que me pasaba?
Sus manos se sentían suaves contra mi piel pero a la vez firmes en cada movimiento. No llegaba a lastimarme pero si lo hacía con determinación.
Cuando termino quito sus manos de mi cara, se giró de nuevo frustrada y tomo su cabeza entre sus manos, duró unos segundo así hasta que sin decir una sola palabra, se levantó de la cama y salió por la puerta cerrándola detrás de ella, dejándome aun más confundido de lo que ya estaba.
Me propuse en seguirla pero no pude hacerlo porque mis piernas simplemente no respondieron, debido a todo el alcohol en mi sistema termine cayendo al suelo.
Rendido me senté con la espalda recargada en la cama analizando la manera en la que me pararía, cuando la puerta se abrió y mi bella tortura entro a través de ella. Me miro a la cara y se acerco a mi negando con la cabeza. Al estar lo suficientemente cerca se agachó y se sentó frente a mí con el botiquín de primeros auxilios de Natalie.
Volvió a examinar mi cara y murmuró un par de cosas para sí misma que no entendí.
— ¿Puedo? —dijo señalando mi cara, asentí y entonces ella comenzó a limpiar la herida— ¿Con quien te peleaste?
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El Día En Que Mire Las Estrellas En Tus Ojos
Storie d'amoreElla no encajaba en ningún lugar. Él encajaba en todas partes. ¿Puede el amor sanar un corazón que se ha roto en mil pedazos?