Pablo
Le di un gran trago a la botella que tenía frente a mí, ya no había nadie en la casa salvo Jay, Valery y Havana.
Había pasado al menos una hora después de todo y en cuanto entre en la casa me asegure de que todo mundo se fuera, no estaba de humor para pasarme la linda noche cuidando algún borracho que no fuera yo.
Estaba sentado en la encimera mirando la galería de mí teléfono, era un cincuenta por ciento de ella. Pase las fotos con detenimiento, tenía cientos de ellas. Del día de en qué fuimos a Gastown, cuando nos quedamos dormidos en la colina, del día en que me mostró la cicatriz bajo su tatuaje y muchos paseos más que hicimos, el acuario, el jardín botánico, la galería de arte, el museo de antropología... realmente estaba cumpliendo mí palabra de enseñarle hasta el último rincón pero eso ya no importaba. Se había ido y por mí culpa.
— Buen ya está —dijo Havana terminando de limpiar el corte de mí labio. Mí ojo y parte del pómulo derecho ya se habían tornado morados por el golpe que me había dado Alex— ¿vas a decirme ya con quien te peleaste?
— Con Alex.
— ¿Qué? —dijo Jay sorprendido— ¿Y Jo?
— Se fue detrás de él —levanté la vista de mí teléfono y lo miré—. Terminó conmigo.
— ¿Por qué?
— Porque la hice escoger entre su mejor amigo, la persona más importante en su vida y yo, el idiota de su novio. ¿A que no adivinas a quien escogió?
— Pablo... —dijo Valery mirándome comprensiva.
— Soy un idiota, lo arruiné todo.
— No es verdad, —me dijo él, tratando de animarme como siempre— como sabrías qué pasaría.
— Yo lo cause, Jay. Ella me dijo que le contaría todo esto mañana, me lo prometio.
— ¿Que le contaría que a quién? —preguntó Havana, perdida.
— A Alex... le contaría todo sobre nosotros mañana, yo se lo dije... —me miraron aún más confusos y seguí— y todo porque soy idiota.
Era un tonto, había visto perfectamente que él la había besado, pero no me importó. Lo peor era que por la manera en que ellos me miraban supe que sentían lo mismo.
— Creo que fue suficiente —Valery trato de quitarme la botella pero la alejé.
— Maldición, —me pase la mano por la cara— le prometí que no le rompería el corazón.
— Ya va a pasar —comenzó a decir Jay—. Al principio duele pero va a dejar de doler en algún punto. Mañana te vas a sentir mejor.
— No puede terminar así, yo... yo le prometí una historia de amor con final feliz, esto no...
— Por Dios Pablo —dijo Havana interrumpiéndome y los tres la miramos— ella no es la única chica en el mundo, habrá más y te van a gustar más chicas. No te aferres a ella.
— No has entendido ¿verdad? La conozco desde hace unos meses y no he podido sacarla de mi maldita cabeza desde la primera vez que la ví, pero antes de eso, yo ya la quería con toda mi alma.
— ¿Y eso quiere decir que...? —me miraron confusos y suspire.
— Que estoy enamorado de ella hasta los huesos y que por más que traté de no aferrarme mi corazón ya lo hizo.
Ninguno dijo nada durante un buen rato hasta que Havana se levantó sin decir una sola palabra y salió de la casa. Valery suspiró y tomó su chaqueta para seguirla no sin antes acercarse a mí.
ESTÁS LEYENDO
El Día En Que Mire Las Estrellas En Tus Ojos
RomanceElla no encajaba en ningún lugar. Él encajaba en todas partes. ¿Puede el amor sanar un corazón que se ha roto en mil pedazos?