Pablo
Seguía sin asimilar lo que había visto y no solo eso sino toda nuestra discusión.
¿Acaso ella...? ¿Hacía cuánto había pasado eso? ¿A que se refería con que el amor le hizo eso? ¿Por qué no me lo dijo? Esa era una pregunta estúpida, claro que no iba a decírmelo, ni siquiera conseguía que me dijera su color favorito, mucho menos iba a lograr que me dijera algo como esto.Además que esperaba, que me dijera a los dos días de conocernos "intente suicidarme dos veces hace un tiempo, ¿te gusta el pollo frito?"
Cuando se fue furiosa a toda prisa consideré la opción de seguirla en el auto únicamente para asegurarme de que no fuera a hacerse daño ya que se fue en muy mal estado, estaba muy alterada y todo por mi culpa de nuevo, siempre era mi culpa.
La primera vez que discutimos yo lo provoqué, la segunda igual y ahora esta furiosa otra vez por culpa mía. Jay me convenció unos minutos más tarde para que entrara a la casa y no empeorara todavía más las cosas con ella pero eso no quería decir que no la llamara y le enviara cientos de mensajes solo para saber que estaba bien, claramente no me respondió.
Estaba dando vueltas por el salón mientras Jay solo me observaba sentado en el sofá intentando que me calmara.
— Pablo, tienes que calmarte. No vas a ganar nada poniéndote así.
— ¿Y si le pasa algo por mi culpa? —le pregunté mirándolo preocupado— No me lo perdonaría jamás.
— No le va a pasar nada, esas chica sabe andar en motocicleta, por Dios Pablo.
— Ya ha tenido un accidente que casi la deja sin poder caminar por haberse ido furiosa pero ¿y si esta vez le pasa algo? ¿Si esta vez no tiene tanta suerte?
— Ya vale, Pablo —dijo poniéndose de pie para acercarse a mi— tienes que calmarte. Ya le has llamado y le has enviado mensajes, con eso está bien. No puedes hacer nada más que esperar a que te responda y si no lo hace pues... la buscas y hablas con ella tranquilo sin alterarte para que no discutan de nuevo.
— Vale, tienes razón. Yo... no sé qué hacer, jamás me había pasado algo como esto.
— Lo sé amigo, pero ahora lo más conveniente es que dejes que las cosas se enfríen y a que ella se calme.
— Soy un imbecil, no debí preguntarle eso, es... es algo muy privado y no tenía derecho a exigirle que me lo contara.
— Lo hecho, hecho está. No puedes hacer nada para cambiarlo —ladeó la cabeza preocupado— Deja de atormentarte con eso.
Asentí inquieto, un rato después los dos fuimos en silencio a la cocina y nos sentamos en la mesa de la cocina a comer, como si nada hubiera pasado. Jay me miraba de vez en cuando preocupado pero yo solo podía concentrarme en que haría ahora.
Luego de unos minutos Jay se aclaró ruidosamente la garganta llamando mi atención y lo mire curioso.— ¿Tu crees que...? —comenzó pero se detuvo dudando.
— ¿Yo creo qué?
— ¿Que ella haya intentado... ya sabes...eso? —me miro y suspiré.
— No... no lo sé, no me parecía que ella tuviera esos pensamientos, es decir parece normal con su vida.
— ¿Por qué lo habrá hecho? —preguntó curioso— ¿Qué cosa tan mala le habrán hecho para que si quiera lo pensara?
— No tengo idea pero... me preocupa ¿sabes? Que ella pueda pensarlo de nuevo o intentarlo.
— No creo que pase, se le ve muy segura de sí y de lo que hace. No creo que vuelva a intentarlo, no después de que la vida le diera otra oportunidad ¿no crees?
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El Día En Que Mire Las Estrellas En Tus Ojos
Lãng mạnElla no encajaba en ningún lugar. Él encajaba en todas partes. ¿Puede el amor sanar un corazón que se ha roto en mil pedazos?