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(𝕎𝕙𝕚𝕥𝕥𝕞𝕠𝕣𝕖)

Fue como llevar a un gato salvaje a una veterinaria apenas lo atrapas. No tan caótico, pero así lo sentí yo.

Cuando se lo comunique, se negó rotundamente. Le pregunte si era alguna especie de anti vacunas y me dijo que no, que en realidad le tenía algo de miedo al médico. Me senté a su lado y en vez de reírme, intente aclararle que nada malo iba a pasar. Que tampoco debía de temer por su diagnóstico, porque estaba seguro de que saldría tan sano como una manzana. No solo se lo dije, lo creía. Quería tanto que así fuera.

No discutió mucho eso, porque sabía que de un modo u otro tendría que hacerlo. Apenas y se terminó el primero de los emparedados que había preparado. Cuando insistí en que debería de comer más, negó con la cabeza.

̶ Pero tienes que ir con algo en el estómago en caso te receten pastillas.

̶ ¿Recetarme pastillas? – La incredulidad en su voz era palpable, como si nunca hubiera escuchado hablar de eso. Quizá Senpai es de esas personas que no toman nada durante una enfermedad y se curan por arte de magia. Quizá por eso no tenía ningún inconveniente en vivir en la calle. O quizá solo está haciendo un berrinche.

̶ Si, pastillas. Por favor, come. Creí que ya habíamos resuelto esto – No quise decirlo, pero lo hice. Hay veces, algo raras pero no dejan de ser preocupantes, en las que Senpai no come nada durante todo el día por más que yo escuche su estómago gruñir. Sé que me ha dicho que no necesita hacerlo (Ve a saber tú como funciona eso) pero no deja de preocuparme. Creo que si es una persona tan sana debía de cuidarse y alimentarse adecuadamente, pero no. Ahora que lo pienso, ayer cuando llegue a casa y me dijo que cenó, no vi ningún plato, tenedor o vaso sobre la mesa; ni en el lavabo de la cocina o el secador. Probablemente me mintió.

Pero eso no puede ser, se supone que Senpai es cien por ciento honesto conmigo en estas cosas. No haría nada que me preocupase, dice.

A regañadientes y con la mirada de un perro reprochado, se terminó el segundo sándwich y el resto de las cosas que traje. Saldríamos en unos veinte minutos, suficiente para que se alistara y yo chequeara algunas cosas en el ordenador. Mientras se vestía, no dejaba de verse algo asustado. Quizá su miedo no tiene que ver con el hospital en sí; si no con las agujas, los doctores o algo como eso.

Cuando estábamos bajando las escaleras y todavía tenía esa mirada perdida y abrumadora, lo tome de la mano y le dije que todo estaría bien (Menudo cliché). Asintió, pero no creo que de verdad lo creyera.

Su inquietud crecía a medida que nos acercábamos a nuestro destino. Y también su curiosidad, porque tal parece nunca había estado por estos lares. Eso lo alegro un poco, ver casas normales, niños jugando en la calle y no resguardados de las balas en sus casas, familias felices que almorzaban en la terraza y varias otras cosas. Nos quedamos más de la cuenta acariciando a un gato. Senpai señalo a un bonito y elegante restaurante en una esquina; y yo le prometí que algún día lo llevaría a cenar ahí. Se sonrojo y me dijo que aceptaba de antemano mi cita, y que empezaría a prepararse apenas volviéramos a casa. Eso es lindo, él es muy lindo.

Apenas entramos y el olor a desinfectante y enfermedad que solo tienen los hospitales nos golpeó, note como se aferraba a mi brazo con más fuerza. Las miradas de los presentes se posaron en ambos y yo gruñí en señal de disconformidad. Me sentía muy expuesto aquí, con gente que quizá si recuerde muy bien que cosas hice en el pasado. Lo deje sentado en una banca y le dije que volvería en un momento. La espera para nuestro turno fue larga y tediosa, a pesar de ser algo importante que hacer no podía estar más aburrido y arrepentido de venir. Senpai no parecía encontrar una posición cómoda para estarse quieto en alguno de los bancos de plástico, y me insistió hasta el cansancio que quería irse. Fui firme, su salud es más importante que su aburrimiento.

Strange Lover (LongShot) (Whittpai)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora