capitulo 11

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Con la punta de mi zapato golpeaba repetidamente la rueda de mi maleta mientras esperaba, con la espalda recargada en una esquina, que nos llamaran al vuelo. Eran las cinco de la mañana y estábamos aquí desde las tres, dos horas antes tal como se tenía que hacer con los vuelos internacionales.
Tardaríamos casi todo el día en cruzar el océano atlántico hasta llegar a Europa.
Los asientos eran mixtos y para tres personas. Lo último que necesitaba era que me tocara con Sam…o peor con Zayn.
Mire mis zapatillas y suspire. Esta mañana había tomado lo primero que vi, no me había molestado ni siquiera en ver si el atuendo combinaba. No me importa. Como todas las cosas hace una semana, no me importa. Era divertido pensar, que yo, como sea que me llame, estuve toda la semana con un humor de horror y no me había ni molestado en ir al instituto. No voy a decir que me pase toda la semana con pijama en cama comiendo helado y viendo una y otra vez ‘The Notebook’ o ‘El diario de Bridget Jones’, no vi ni llore mil veces con el final de ‘Romeo y Julieta’. Digamos que mi depresión amorosa es algo distinta a la de la americana corriente.
Me pasaba la mayor parte del día, en toda esta semana, en la sede en L.A. de la A.S.I. disparándole a un blanco descargando toda mi ira, practicando boxeo, corriendo por la pista, haciendo natación de distancia y otras cosas.
Pero lo único que lograba era golpear el saco de boxeo con furia pensando que era Zayn y luego echarme de espaldas en el suelo.
Al final de todo esto solo termine con uno o dos kilos menos.
No había visto a Zayn desde ese día. Hubiera ido o no al instituto, no lo podría saber, yo no había ido.
Además de ir a descargar mi ira, había estado ordenando los videos del pendrive según la fecha, no había podido hacer mucho, no estaba lo suficientemente concentrada como para hacerlo.
—Pasajeros del vuelo 142 con destino a Montecarlo, favor de reportarse en la compuerta 7, gracias.
Bueno, había llegado el momento, se aproximaban seis días de soledad.
Al llegar a la compuerta le tendí a la azafata mi pasaporte y mi boleto, luego de revisarlos me los devolvió y me dejo entrar.
Tenía el asiento numero veinticinco, después de un momento encontré mi hilera.
Asientos veinticinco, veintiséis y veintisiete.
¡Sí! Me había tocado la ventana. Por lo menos tendría algo que mirar en estas doce horas de vuelo.
Me senté y mire la ventana. Se podía ver la pista de aterrizaje y un avión despegando por la pista del fondo.
Después de un rato sentí como alguien se sentaba en el último asiento de nuestra hilera, al lado del pasillo, asiento veintisiete. Gire la cabeza y la vi.
—Oh, genial —murmure.
Me sonrió hipócrita desde su asiento y se arreglo la melena rubia con una mano mientras que con la otra sacaba un pequeño espejo plateado de bolsillo.
— ¿Qué pasa Winston? ¿Estás de malas?
— ¿Por qué no mejor te callas, Bonnie? —sugerí acomodando mi cabello en un solo hombro.
—Me entere de que Zayn por fin se aburrió de ti, lo felicito, ya era hora —me ignoro y guardo su espejo.
Apreté los dientes y mire la ventana. Casi pude sentir como Bonnie sonreía satisfecha de haberme afectado con su comentario.
Esto solo se podía poner peor si Zayn se tuviera que sentar en medio de las dos. Cruce los dedos pidiendo que sea cualquier otra persona menos él. Pero lo siguiente que escuche tampoco me hizo sentirme mucho mejor.
— ¿Dos hermosas chicas y más de diez horas de vuelo? Esto debe ser el paraíso —escuche como Johnson se sentó a mi lado.
Suspire frustrada y me acerque más a la ventana. No llevaba ni diez minutos en este avión y ya quería bajarme.

Hace seis horas que estábamos en este maldito avión y ya no lo soportaba más. Las primeras dos horas entre todo el murmullo del avión solo escuchaba la voz irritante de Bonnie. Luego Bonnie durmió por dos horas pero Johnson, que estaba a mi lado, estaba despierto y lo único que hacía era insinuárseme mientras yo lo rechazaba y prestaba neta atención en la música que reproducía mi celular. Hace una hora que Bonnie se había despertado y luego de ir al baño a retocarse el maquillaje, había iniciado una sesión de besos muy subidos de tono con Johnson a mi lado.
Mire por la ventana, estábamos por arriba de New York, suponía. En poco tiempo estaríamos sobre el mar y faltaría la mitad del viaje para llegar a Mónaco.
— ¿Pueden dejar de babosearse? —les dije frustrada mientras me levantaba.
—Perdón, cariño —por un momento eso me recordó tanto a Liam, pero la forma en que lo decían ambos era muy distinta. Liam lo decía para molestarme, y después de que se acerco más a Sam, lo decía con mucho afecto. Con Johnson la palabra era más bien una ofensa. — ¿Quieres unirte? —No podía estar hablando enserio.
— ¡¿Qué?! —Bonnie lo miro muy enojada y eso me hizo reír en mi mente.
—Eres un asqueroso —dicho esto me fui por el pasillo.
Al parecer todo el mundo estaba muy animado por los compañeros que les tocaron. Todo el mundo menos yo.
Tenía la cabeza gacha, cubriéndome a cada lado con una cortina de cabello. Sabía que Zayn y Sam estaban en este avión, pero no sabía en qué parte estaban. De igual forma no me los quería encontrar en todo el viaje, ni allá en Montecarlo, ni de regreso, ni nunca.
Llegue al final del avión. Al lado izquierdo había un pasillo con los baños y al lado derecho, la cocina.
Entre por el pasillo izquierdo. Para mi mala suerte ambos baños de mujeres estaban ocupados. ¿Por qué un avión con más de cien pasajeros tenía solo dos baños de mujeres? Al parecer el mundo estaba en mi contra.
Suspire frustrada, llevaba dos minutos y aun no salía nadie.
—Al parecer alguien tiene un problema —murmure.
— ¿Contigo? Claro que no —dijo una voz al otro extremo del pasillo.
— ¿Es que acaso tengo la mala suerte de encontrarme con puros idiotas? —mire a mi lado como si estuviera hablándole a algo.
—En mi caso, es buena suerte.
— ¿Por qué no te vas Mitchell?
—Bueno porque quiero ir al baño, y a menos que quieras que haga aquí…
—Ya, ya, ya. No hace falta eso —lo mire.
Se acerco con ambas manos en los bolsillos.
Nunca me había fijado bien en el. Tenía unos ojos verdes muy bonitos y un cabello negro despeinado a propósito que le sentaba muy bien.
—Linda ropa —comento. — ¿No has tenido un buen día?
Negué.
—He tenido una mala semana.
—Ha sido duro…terminar con Zayn ¿no? —lo mire extrañada. —Todo el instituto sabe.
Suspire y arregle mi cabello.
—No te mentiré, a si muy duro.
Puso una mano en mi hombro y me sonrió dejando ver unos hoyuelos que lo hacían ver más joven de lo que en realidad era.
—Refréscame la memoria, ¿desde cuándo no te comportas como un idiota? —se encogió de hombros.
—Desde que parece que estas muy sola —sonrió. —Solo quería hacerte compañía.
—Gracias.
— ¿Cuáles son tus compañeros de asiento? —hice una mueca y el rio. —Supongo que nadie amigable.
—Johnson y Bonnie —respondí.
—Uhh…bueno, si te sientes muy sola o algo perturbada —reí. —Puedes venir a sentarte conmigo. Solo tengo un compañero y digamos que duerme mucho, así que también me siento algo solo.
Sonreí.
—Gracias, enserio, es bueno ver otra versión de ti.
—Cuando quieras —sonrió. —Bueno yo solo daba una vuelta, así que, me retiro —se despidió con la mano y se alejo por los asientos.
Hace ya un rato había salido una chica de un baño cerca de la entrada del pasillo, pero como estuve hablando con Mitchell, no entre. Abrí la puerta y como no estaba con seguro entre. Al cerrarla sentí dos manos en mi cintura que me hicieron emitir un pequeño grito.
— ¿Qué te pasa? —le grite a Zayn.
— ¿Por qué estabas hablando con Mitchell? —dijo serio.
—Yo puedo hablar con quien quiera.
— ¡Tu sabes cómo es el! ¡Hará cualquier cosa para acercarse a ti!
— ¡Bien que lo haga, es mejor eso que tener un novio que hace cualquier cosa para alejarse de mí! —me di la vuelta y me dirigí a la puerta pero sus manos nuevamente me detuvieron.
—No hagas esto más difícil —susurro.
—Deberías decirte eso a ti, Zayn —me di la vuelta y lo mire enojada. —Es que sabes, no entiendo porque simplemente no terminaste conmigo. Pudiste ahorrarme el sufrimiento sabias —comencé a subir el tono.
—Yo también sufrí —se limito a decir.
Reí secamente y acomode mi cabello a un solo hombro.
—Eso ni tú te lo crees, por favor, di la verdad.
—Es la verdad.
— ¿Por qué no mejor te vas con tu nueva novia y me dejas en paz?
— ¡Es que no hay nueva novia! ¡No ha habido otra chica además de ti desde Bonnie! ¡Jamás! ¡Es solo un estúpido malentendido que no puedo explicar!
Me cruce de brazos y lo mire.
—Te conté muchas cosas sobre mí, ahora tú deberías empezar por contarme ese malentendido.
El suspiro y se tomo el cabello con ambas manos.
—Ese, es el problema, no puedo.
—Ya, se te acabo el tiempo —abrí la puerta. —Estoy harta.
—Te amo —me dijo y suspire.
—Yo también, pero la diferencia, es que yo lo digo en verdad —cerré la puerta y camine por el pasillo.
Llegue a mi asiento y estaban Bonnie y Johnson besándose de nuevo. Lanze un suspiro de desesperación y busque con la mirada rápidamente hasta que visualice a Mitchell.
Estaba sentado mirando la ventana mientras comía el almuerzo del avión, en el asiento que daba al pasillo había un chico de contextura delgada, llevaba lentes grandes, un nerd.
Sin pensármelo mas tome mí bandeja y camina hasta estar frente a él.
— ¿Puedo sentarme?
Me miro y sonrió.
—Claro.

En mi reloj eran casi las cuatro de la tarde, pero aquí en Mónaco, eran casi las diez de la noche.
Llevaba cinco horas sentada al lado de Mitchell y no era nada aburrido. Nos la pasamos bromeando la mayor parte del camino y como el traía su portátil nos divertimos la mayor parte del tiempo con juegos en línea. Según él era la única chica que le gustaban los juegos de zombies.
—Estás haciendo trampa —me dijo por quinta vez, cuando le gane, de nuevo.
Reí.
—Eres pésimo jugando —le dije.
—No, yo soy bueno y tú haces trampa. Es la única explicación lógica.
—Como quieras —me estire y tome un poco del café que nos habían traído. — ¿Por qué no pueden ser dormitorios individuales? —cambie el tema.
—Porque no hay tanto dinero —rio. —O tantas habitaciones. Siempre que quieras puedes venir a quedarte en mi habitación —me guiño un ojo.
Reí.
—No, gracias.
—Solo trato de ser cortes —con sus manos hizo como si arriba de su cabeza llevara una aureola.


Narra Samantha.
—No entiendo porque no me dejaste manipular los boletos para que _____(tn) tuviera que sentarse con nosotros —me dijo Zayn.
—Porque es mi amiga y no creo que le allá hecho mucha gracia —respondí mientras acariciaba mi abultado vientre. No puedo creer que en tres meses este bebe nacerá, mi bebe, mío con Liam.
Mire por la ventana y pude ver abajo la ciudad. Montecarlo. Recuerdo como Beverly estaba tan ansiosa por venir y sonrío. Quería con todas sus ganas encontrarse con ese tal Louis. De igual forma vino, aunque Zayn no le habla, aunque le allá pedido perdón mil veces, Zayn no la puede perdonar, no a menos que le devuelva a _____(tn) con una cinta de regalo.
A veces pienso que mi vida hubiera sido mejor de no conocer a Liam. Pero en ese caso estaría muerta o traumatizada por violación. Aunque perdí mi virginidad esa misma noche, y aunque en un principio fue solo por una primera atracción y muy irresponsable, ahora no me arrepiento. Fue perfecto, aunque me hubiera gustado conocer a Liam antes, que me invitara a salir, que fuéramos novios y que luego hubiera pasado unos meses o años después o quien sabe tal vez en nuestra luna de miel. Pero si hay algo que aprendí es que, no vale arrepentirse porque el tiempo no retrocederá, lo único que hay que hacer es sonreír y ver al futuro, porque tal vez por ese pequeño error, tu vida de un giro de 180º grados y serás mas feliz que antes, y si aun no eres feliz es porque ese giro no se ha dado.
—Sam, Sam —dijo una voz y mire a Zayn.
— ¿Qué pasa?
—Llegamos —me sonrío.
Montecarlo era impresionante. Era de noche y la ciudad aun tenia vida con todas esas luces. Muchas personas caminaban por la acera y varios autos andaban por las calles, autos brillantes y deportivos. Era como estar en las vegas pero sin todos los letreros enormes.
El hotel era hermoso. Apenas recibí mis llaves fui directo a mi habitación. Al llegar, ninguna de mis compañeras estaba aun ahí, así que aproveche la soledad para ducharme, cambiarme y acostarme rápidamente en la cama más cercana que vi. Mañana seria un largo día.

Al despertar pude ver que las otras tres camas estaban ocupadas por tres chicas que no conocía. Entre al baño y apenas me vi en el espejo, entendí que mi pelo era una causa imposible. Me lave el cabello otra vez.
—Por favor, agua europea, ayúdame —murmure con los dedos cruzados mientras rezaba porque fuera de algún modo distinta a la de América.
Mi cabello quedo tan crespo como siempre. Castaño y crespo, sin ningún atributo. Me vestí con una blusa azul que hacia resaltar mi abdomen y unos pantalones negros con unas sandalias azules, no podía usar mis adorados tacones para verme más alta.
Sonreí y tome mi bolso saliendo de la habitación.
— ¿Hay alguna buena cafetería por aquí? —le pregunte a la señora de la recepción pero su cara de duda me obligo a hacerle señas.
—Starbucks a la esquina —dijo en un muy mal ingles.
—Gracias —camine hasta donde me dijo y ahí estaba el bendito Starbucks.
Al entrar sonó la campanita que avisaba que llegaba un nuevo cliente. Inspire el fuerte olor a café. Mmm, delicioso.
Me senté en uno de los cómodos sillones rojos al fondo del gran local, esperando que venga alguien a atenderme. Había fila y no iba a quedarme parada mucho tiempo en mi estado.
Estaba mirando mi celular cuando veo que un vaso de café se pone en frente de mí sobre la mesa. En vez de un nombre como siempre lo hacen en Starbucks, decía ‘Feliz cumpleaños, te amo’. Levante la mirada extrañada y deje de respirar al verlo parado al frente mío con un corte de cabello nuevo. En vez de sus rulos tenía un leve copete y el cabello un tono más claro. Su olor a menta se sentía a pesar del olor a café. Llevaba un lindo sweter naranja arremangado hasta la mitad del antebrazo, un pantalón caqui, y por dentro del sweter se alcanzaba a ver una camisa blanca.
— ¿El vainilla frappucino aun es tu favorito? —sonrió Liam.

No es mi vida es solo una miciòn mas zayn y tu 2ª temporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora