━━━ 𝗼𝗰𝗵𝗼

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capítulo ocho.
"hide and seek"

Uno, dos, tres, cuatro, cinco...

Minutos atrás, quizá media hora o tal vez más, pudimos oír a la señorita Park a través de los altavoces, transmitiendo un mensaje para todos los sobrevivientes, para nosotros.

Luego de sus palabras los ánimos en el grupo quedaron por el suelo, y siguen allí.

Además, la desaparición de Suhyeok no nos permite ser optimistas. He notado que Namra mira por las ventanas, como si estuviera esperando para verlo llegar, pero hasta ahora no ha sucedido. On-jo también se ve destrozada y I-sak ha estado dándole apoyo; se sentaron juntas, cerca de la ventana, y yo me mantengo al margen.

Puedo reconocer cuál es mi lugar y cuál no lo es; ellas se conocen desde pequeñas, y yo he llegado un poco tarde. Así que me quedo atrás, deseando que todo esto acabe, que llegue la ayuda, no me importa de dónde; y miro a través de las ventanas, como Namra, esperando ver a Suhyeok para saber que no he perdido a un amigo, y rezando porque mi hermano también cruce la puerta.

Trato de no pensar demasiado. No puedo permitirmelo, no es justo.

No soy la única que está separada de su familia, no soy la única que está pensando en cuántos amigos o familiares ha perdido sin siquiera saberlo, no soy la única que está triste, o aterrada, o a punto de rendirse.

Claro que no. Todos nos sentimos así, todos tenemos la ropa manchada, los ojos cansados, las lágrimas secas en el rostro, pero aún así, todos seguimos luchando.

Es como jugar a las escondidas, de una retorcida manera. Ahora nos escondimos en este salón, fingiendo que ella no puede vernos, que no puede alcanzarnos. Estamos ocultos, sin saber si al resto de nuestros amigos los han encontrado, pero igual seguimos jugando, porque tenemos la esperanza de que sigan en sus lugares, y es nuestra obligación jugar bien para librarlos.

Mantenernos con vida es lo que debemos hacer, no hay tiempo para nada más, no podemos llorar, no podemos dudar, porque ahora desperdiciar un solo segundo podría ser la diferencia entre estar vivo o muerto.

...seis, siete, ocho, nueve, diez...

—¿Crees que Youngjae está bien?

La voz de Namra me sorprende y volteo a verla. Ella no me mira cuando pregunta por mi hermano, y tampoco lo hace cuando continúa hablando, solo se sienta a mi costado. —Es que Youngjae me contó de esa cosa de gemelos que ustedes tienen. Dijo que a veces, aunque no estén juntos, puede sentir si algo va mal. Como un presentimiento, pero que de cierta forma sabe si algo malo te ocurre. Me preguntaba si tú también lo anticipas así.

—Cuando eramos pequeños, teníamos diez u once años, Youngjae salió una tarde en bicicleta, iba a jugar fútbol al club. Yo estaba en casa con mamá, mirando televisión—, empiezo a contarle con una pequeña sonrisa, —De repente, un pensamiento me cayó como una punzada y sé que debemos ir a buscarlo. Algo me estaba molestando, y le dije a mamá que llamara al club para ver si todo estaba en orden.

—¿Y qué ocurrió?

—Antes de que marcara al número, recibió otra llamada. Un auto había golpeado a Youngjae en un cruce; no fue nada grave, tenía heridas leves, pero yo lo supe incluso antes de enterarme. Fue algo... extraño... ¡no digo que tengamos telepatía ni nada por el estilo! No es como si tuviera un superpoder pero... sí nos ha sucedido un par de veces, el que alguno intuya si el otro está herido o lo que sea... Así que, supongo que puedes confiar en mí cuando te digo que él está bien, donde sea que esté, yo... sé que lo está.

—Gracias, Wonyoung.

—No tienes por qué agradecer... no es nada...

—Tus palabras son reconfortantes, y no solo te agradezco por eso, también por haberme defendido frente a Nayeon, por intentar ser mi amiga incluso después de que Youngjae y yo...—, sus palabras se ahogan en un suspiro.

—¿Después de que lo rechazaras?—, me mira con un dejo de culpabilidad en su rostro y yo suelto una risa, haciendo que se confunda. —Defenderte ante Nayeon era lo correcto, Suhyeok también lo hizo, y sobre Youngjae... bueno, no es tu obligación corresponder a sus sentimientos. Y decirle que no, no te hace una mala persona—, le aseguro, —A veces quien nos gusta no siente lo mismo, y es triste, pero está bien. No te guardo rencor por eso, Youngjae tampoco lo hace—, su mirada se relaja al oír eso último y entonces agrego, —Por cierto, no estaba intentando ser tu amiga, de hecho... pensé que ya lo éramos, ¿no crees?

Namra vuelve a sonreír, y es curioso, creo que la he visto sonriendo más durante este desastre que en cualquier día normal.

—Sí, somos amigas.

Le sonrío y extiendo mi mano cerrada en un puño para que la choque, cosa que hace divertida, —Genial; cuando salgamos de aquí voy a invitarte a cenar, y, ¿cuál es tu dulce favorito? Lo conseguiré para ti, como compensación porque sé que Youngjae ha estado de molesto intentando conquistarte.

—Un chocolate con nuez está bien.

—Anotado.

...once, doce, trece, catorce, quince...

Nos quedamos en un cómodo silencio, y me permito observar al resto de nuestros compañeros. Mi mirada intenta recorrer todo el salón, pero se queda fija en Cheongsan, aunque no quiera.

Lo observo, tratando de ser disimulada, para que nadie me atrape. Mientras más lo miro, no puedo evitar pensar en mis sentimientos.

Quien nos gusta puede no sentir lo mismo, y es triste, pero está bien. Eso lo sé, y quiero ir a decirle todo lo que tengo guardado en el pecho, sin embargo... ¿cómo podría encontrar el momento correcto en esta situación? ¿debería ser egoísta y cargarlo con otro problema solo para aliviar a mi propio corazón? Ah, qué complejo.

Incluso podría confesar todo ahora mismo, pues... cuando me deshice de mi suéter, le arranqué la etiqueta con mi nombre antes de abandonarlo. Solo por si acaso...

Es como tener el poder de desatar otro apocalipsis; uno privado, más secreto, sólo entre Cheongsan y yo, donde voy y le digo que lo amo, sin miedo, y él respondería, causando nubes de tormenta. Sería como aquella lluvia que compartimos una vez, una respuesta impredecible, algo aterradora, fría, o quizás... podría acabar siendo agradable. Una lluvia agradable.

...dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve...

—Ve con él si quieres—, me susurra Namra al oído, —Creo que te está esperando—, y cuando dice eso me doy cuenta de que Cheongsan me ha estado mirando todo este tiempo, y mis mejillas se tornan rojas.

—Uh, ya vuelvo...

Me pongo de pie, me arreglo la falda y aliso su buzo, que ahora es mío, tiro de las mangas para liberar mis manos, sin embargo, la tela cae por mi brazo y vuelve a cubrirlas.

—¿Te está molestando?—, pregunta Cheongsan con una sonrisa, —Ven aquí...

Hago caso a su palabra y me acerco, con algo de precaución. Él tira de mi brazo, y hace que quedemos peligrosamente cerca; su mirada baja a mi muñeca y lentamente, comienza a doblar el buzo hacía arriba, para que la manga no tape mis manos. —Si estamos en una situación complicada, podría ser peligroso que el buzo se entrometa.

—Cheongsan...

—¿Si?

—¿Puedo decirte algo?—, su mirada conecta con la mia y asiente. El corazón me late velozmente, y estoy a punto de preguntarle, ¿somos tan solo amigos? ¿tú sientes algo por On-jo? ¿O será que solo me ves a mí?

Quiero preguntarlo. Todo.

...¡veinte! ¡listos o no, allá voy!

Sin embargo, no puedo.

No cuando mis ojos caen detrás de él, y veo que la nariz de I-sak está sangrando.

Ah, nos ha encontrado.

Después de todo, una vez que te marca, nadie puede escapar de la muerte.

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𝐀𝐏𝐎𝐂𝐀𝐋𝐘𝐏𝐒𝐄 | 𝐋𝐞𝐞 𝐂𝐡𝐞𝐨𝐧𝐠𝐬𝐚𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora