━━━ 𝗰𝗮𝘁𝗼𝗿𝗰𝗲

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capítulo catorce
"plan de supervivencia"

—Es simple—, todos tienen su atención puesta en mi, y ahora, también tengo sus vidas en mis manos, —Necesitamos desesperadamente agua, comida y una manera de comunicarnos. La sala de profesores debe resolver el último problema, hasta donde sabemos podríamos encontrar varios celulares allí, y hay que conseguir uno. Eso nos dará información de lo que pasa afuera, pero mientras sigamos dentro del instituto, vamos a tener que sobrevivir.

—Agua y comida es lo principal. Secundariamente buscaremos un lugar más seguro, donde sea fácil ocultarnos y defendernos al mismo tiempo—, añade Namra.

—Cheongsan y Suhyeok, irán a la sala de profesores. Namra y yo recorreremos este piso y el siguiente en busca de provisiones.

Es un buen plan en la teoría, y tiene que funcionar. Debe hacerlo. No hay manera de que ganemos esto sin luchar, la posibilidad de que alguien venga por nosotros se reduce con cada segundo que pasa, y no podemos quedarnos indefensos. —Promete que tendrás cuidado.

Mientras Namra y Suhyeok se preparan para salir y el resto inicia una charla preocupada, Cheongsan se acerca, me habla en un susurro y posa su mano sobre la mía. Su agarre dura pocos segundos, pero bastan para convencerme de que no quiero soltarlo nunca.

—Tú igual. No juegues al héroe ahí afuera, solo mantente con vida—, sonríe. Casi sin energía, con miedo y un dejo de tristeza, pero me sonríe, y la calidez de ese gesto nos reconforta durante un instante.

—¿Están listos?—, pregunta Suhyeok.

Claro que no, estoy aterrada.

—Te veo a la vuelta—, dice Cheongsan, y aunque no hay una pizca de interrogación en sus palabras, sé que necesita oírlo.

—Te veo a la vuelta—, confirmo.

Suhyeok y Cheongsan se acercan a la ventana, listos para bajar de piso, mientras que Namra y yo caminamos hasta la puerta.

Volteo una última vez, para encontrarme con la mirada de Cheongsan. Hay muchas cosas que debo decirle, y debo luchar el impulso de querer correr a sus brazos y hacerle entender lo que siento. Más allá del miedo, de la incertidumbre, desde que llegué a este sitio hay una cosa que tengo clara. Pero me lo guardo, porque esta no va a ser la última vez que vea sus ojos, me voy a asegurar de ello.

Así que, respiro profundo, me concentro, y cuaneo Suhyeok y Cheongsan salen a traves de la ventana, abro la puerta. El frío del pasillo me intimida, pero el silencio me da ánimos para dar pasos afuera, seguida de Namra.

La puerta se cierra a nuestras espaldas, y ahora nos movemos a contrarreloj.

—Cualquier mochila tirada, cualquier cajón cerrado, revisa todo el jodido lugar—, le susurro, —Abriremos las puertas juntas, hay que avanzar con cuidado.

El pasillo está oscuro, no hay muchas ventanas que dejen entrar luz. Pero está vacío, y debemos aprovecharlo. Mientras Namra revisa un bolso tirado en un rincón, yo me ocupo de observar las escaleras. Sin embargo, no creo que esto sirva de mucho si es que algún zombie decide asomarse, pues, lo único que podremos hacer es correr, y rezar por llegar a la puerta.

—No es mucho, pero podrá entretenernos—, Namra encuentra una bolsa de caramelos, que vuelve a meter en el bolso y se carga este al hombro. —Sigamos buscando.

Siento que con cada paso se me hunde el pecho. Me tiemblan las manos cada vez que levanto una mochila que alguien ha lanzado con la esperanza de poder huir.

Me cuesta respirar cuando veo la sangre en el piso, en la pared, en las mochilas y libros de mis compañeros. Sangre que puede ser de Youngjae, de Seojun, de aquella chica que siempre me cruzaba en la biblioteca, o del chico que se la pasaba cantando por los pasillos.

Cierro los ojos y respiro profundo.
Deseo por un instante volver a estar junto a Youngjae, abrazándolo y escuchando sus burlas.

Pienso en los dos minutos que nos alejaron al nacer, esos dos minutos que lo hacen el hermano mayor, el más maduro y responsable. Pasé mi vida entera molesta y quejosa de esos dos minutos, y ahora, no hay nada que desee más esos dos minutos sean lo único que nos separe. Por favor, sigue vivo.

—¡Wonyoung! ¡Mira!

Es la mochila de un chico del equipo de fútbol, estoy segurisima. Porque ningún otro estudiante llevaría dos botellas de agua y tres barritas de proteína. —Namra, eso es...

Un grito desgarrador corta el silencio y al ambiente de tensión. Es una chica, y mientras grita el edificio se despierta, porque ahora puedo oír centenares de pasos dirigiéndose a ella. El grito provino del piso inferior, y las pisadas confundidas de zombies que intentan seguir el sonido están sobre nuestra cabeza. Y es cuestión de segundos hasta que descubran la escalera. Y así, a nosotras.

—Agarra todo y corre—, con el bolso colgando de un hombro y la mochila en la otra mano, Namra empieza a correr. Y yo debería seguirla, pero hay algo más que llama mi atención.

Porque puedo observar que desde el interior de otro bolso se asoma un celular. Bingo.

—¡Wonyoung, sal de ahí!—, el grito de Namra me devuelve a la realidad. Tomo el celular, y haría un festejo por ello, de no ser porque veo a Namra abriendo la puerta, y detrás de ella, la escalera, que acaba de ser descubierta.

Namra me mira, asustada y preocupada. Su mano sostiene con fuerza la puerta, y ambas sabemos cuál es el movimiento correcto.

No podemos arriesgarnos a perder lo poco que hemos encontrado.

—¡Hazlo, estaré bien!

Namra tensa la mandíbula, pero ninguna tiene opción. Cierra la puerta a sus espaldas y, otra vez, estoy cara a cara con la muerte.

Me gruñe, se atropella consigo misma e intenta alcanzarme. La muerte me mira a los ojos, y yo empiezo a correr.

𝐀𝐏𝐎𝐂𝐀𝐋𝐘𝐏𝐒𝐄 | 𝐋𝐞𝐞 𝐂𝐡𝐞𝐨𝐧𝐠𝐬𝐚𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora