—¿Por qué eres tan terca? Nos casaremos en poco tiempo, ¿Cuál es el problema?
—¿Por qué eres tan incomprensivo? Se me ha educado así. No podemos tener sexo hasta después de casarnos.
Harry solo rodó los ojos y se dió media vuelta en la cama, dándole la espalda a su rubia prometida. Este no entendía para nada esta norma sangre pura, no había ninguna razón válida ni lógica para ella, solo prejuicios.
Daphne bufó hastiada con la actitud de Harry. En sus pensamientos lo veía como alguien infantil.
La chica colocó su mano en el hombro del chico y lo obligó a voltear, quedando los dos frente a frente. Para calmarlo un poco, Daphne decidió darle un beso en los labios.
—Es que no comprendo. Dormimos juntos, me besas, nos toqueteamos hasta que me exito y entonces paras. No puedo continuar así. Me matas —dijo Harry en un susurró, con una expresión algo dramática.
—Solo entiéndeme. Según mis costumbres, los besos y las caricias no son tan escandalosos, pero tener sexo sí. Se considera impura a una mujer que ya no es virgen pero que aún no se ha casado —dijo la chica con una sonrisa—. Y se considera una maldición para el matrimonio si yo no soy casta cuando nos declaren marido y mujer y lleguemos a nuestro lecho matrimonial.
Harry solo volvió a rodar los ojos.
—Que tradiciones más sin sentido —dijo el azabache, aunque estúpidas era la palabra que en realidad quería decir, pero no deseaba molestar a su futura esposa.
—Son mis costumbres, así que acéptalas —ordenó Daphne, a lo que Harry asintió derrotado y cansado.
Los dos solo se abrazaron mientras conciliaban el sueño.
Harry y Daphne habían comenzado a tener una bonita relación, más que todo gracias a la insistencia de Harry para que se conocieran mejor. Daphne no parecía muy dispuesta a llevarse bien con él, pero el azabache no quería pasar toda su vida casado con una mujer que ni siquiera conocía.
Los dos habían comenzado a tener citas y charlar de cualquier cosa durante el almuerzo y sus tiempos libres, haciendo un súper esfuerzo para no discutir sobre sus opuestos ideales.
Las ideas sobre la pureza de la sangre de Daphne habían sido el mayor choque entre los dos, pero poco a poco pudieron llegar a un punto de entendimiento. Prácticamente fue Harry convenciendo a Daphne de que desistiera de esos ideales, ya que después de todo se casaría con un mestizo.
Pronto, con sus choques y todo, los dos comenzaron a sentir cosas el uno por el otro. Los sentimientos los embargaban cuando estaban cerca y también había una clara tensión sexual.
Pero dentro de toda esta linda experiencia, siempre hubo un problema que estaba acabando con la paciencia de Harry: Ginny.
La pelirroja no se sentía a gusto con la creciente relacione entre Harry y Daphne. Claramente estaba celosa, aunque no lo admitiría nunca. Los tres habían tenido constantes discusiones sobre el tema, casi siempre terminando con Harry hablándole fuerte y claro a Ginny, mientras esta llora, y Daphne quedándose parada detrás sin intervenir.
El problema casi siempre se arreglaba con una sesión de sexo entre Harry y Ginny, pero el azabache sabía que esto solo era ponerle una curita a una herida que necesitaba sutura. Pero Harry no sabía qué hacer, este tema lo superaba.
—De verdad que no se que decirte, Harry. Por eso no estoy para nada de acuerdo con que se les permita casarse tan jóvenes. Esos problemas son de adultos, no de niños —dijo Hermione suspirando.
—Lo entiendo Herms, solo que no sé qué más hacer —se lamentó Harry, tocando la madera del mesón con su frente—. Se que algo se me ocurrirá... Aunque, Herms, tengo miedo.
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Harry Potter: El Príncipe Mago #1 ✓
FanfictionPrimer libro #1. Harry Potter está destinado a ser el rey, a hacer grandes cosas, a obtener un gran poder; que aunque no lo quiera, lo necesita para su supervivencia y la de sus seres queridos. Los personajes y el ambiente pertenecen a J. K. Rowling...