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Dichosa o maldita aquella noche. La música retumbaba, sólo muy ligeramente acallada por la puerta cerrada del baño y Venti seguía quieto, intentando tomar nota mental de la situación y pensar en las variables que pudieren llevar a que Xiao se encontrara en el mismo club, a la misma hora, en la misma ciudad. El concepto de la atracción espiritual de las almas había sido algo sublime para el muchacho hasta aquel preciso momento, pues esos confundidos ojos dorados era lo último que quería ver en ese momento.

"¿Qué hace él aquí? ¿Qué karma estoy pagando, santo Dios?"

— Oye, disculpa. — lo sacó de sus pensamientos Xiao. — ¿Estás bien? Pareces algo pálido.

— Es toda una sorpresa encontrarte aquí. — se atrevió a decir Venti, como una especie de prueba implícita de que su mayor temor no se hubiera cumplido.

— ¿Te he visto de algún lado? — preguntó el confundido joven, clavando aquellos orbes en los ojos que brillaban en esmeralda frente a él, como intentando inferir qué se escondía tras ellos, intentando recordar algo que no sabía qué era.

Por otro lado, Venti dejó escapar una carcajada irónica y lenta, casi apesadumbrada, como si estuviese al borde de comenzar a sollozar.

— Quizás. — le contestó, entonces.

El de ojos esmeralda jugueteo un poco con las trenzas de sus mechones delanteros, mientras se acercaba a pasos calmados hacia él, en el reducido espacio del baño y dado que más tarde, intuía Venti, Xiao volvería a olvidar por completo su cara, podría atreverse a hacer alguna locura.

Xiao sintió la presión oprimirle el pecho, los ojos contrarios desnudarlo por dentro, como si conociera todos y cada uno de sus pecados.

— Oye... — pronunció.

Se giro a ver a la puerta, dispuesto a salir huyendo si la situación lo ameritaba. No comprendió, entonces, el porqué de aquella situación que lo inquietaba, le generaba a su vez sensaciones difíciles de describir, el ardor en el brazo y el malestar en el estómago. Desvío la mirada, en un intento de recuperar su apacible semblante, sus mejillas se estaban enrojeciendo, ¿por qué? Aquel chico era innegablemente hermoso, pero, ¿quién era? ¿cuál era la causa de esas extrañas emociones que se desbocaban en el interior del joven?

Retrocedió hasta que se encontró con el lavabo y cayó en cuenta de su situación, del lugar, de las circunstancias y una nueva forma de ansiedad asfixiante se apoderó de él. Venti caminaba en su dirección a paso calmado y lento, acorrálandolo hasta que estuvieron frente a frente, mirándose a los ojos e intentando inmiscuirse en los secretos que escondían. Xiao apoyó sus manos tras su espalda, sujetándose de los azulejos del lavabo con fuerza, mientras las manos de Venti rodearon sus caderas, capaz de besarlo en cualquier instante. El aliento caliente de Venti se mezcló con el respirar nervioso de Xiao.

— Tal vez si te beso, me recuerdes. — le dijo Venti, sin pensar, ladeando ligeramente la cabeza.

— ¿Quién eres? — preguntó Xiao, relamiendose los labios, que estaban tan resecos como su garganta. — ¿quién eres?

La pequeña burbuja en la que se habían encerrado se rompió en cuanto el rechinido de la puerta les indico que alguien estaba por entrar. Los azabaches se separaron, tomando consciencia de la situación. Sin embargo y sabiendo que no lo dejaría huir aquella noche sin darle aunque fuera un beso, Venti tomó la mano de Xiao, creándole tantas emociones al mismo tiempo que sólo pudo sentir como el calor subía a sus mejillas, más que nada por la familiaridad en el toque, el frío de aquella palma, los nervios, la ansiedad.

Antes de que entraran en el baño, Venti ya se había adentrado en un cubículo con su acompañante, cerrando con frenesí, intentando hacer el menos ruido posible, más al sentir el canturreo familiar de su amigo, Tartaglia afuera. Y, tras haber asegurado su privacidad y dedicar una sonrisa traviesa al rostro aún confuso y colorado del joven, le tomó nuevamente la mano, entrelazando sus dedos bajo su cintura y apoderándose sin previo aviso de los labios del joven. Se rió y le sonrió tras el primer beso, abriendo ligeramente los ojos para encontrarse con su rostro coloreado de intenso carmín y sintiendo su propia sangre también subir a sus mejillas, en otras circunstancias, sería incapaz de tales atrevimientos, pero debía admitirlo, lo disfrutaba. Los ojos dorados se abrieron lentamente al separarse del contacto de aquella boca, observándolo con atención apremiante, sus cejas se hundieron entre sus ojos y esta vez fue Xiao quien arremetió, besándolo con una torpeza inicial, adaptándose con cada segundo que tomaban para separarse y respirar, sintiendo como sus labios encajaban con tal perfección que comenzó a preguntarse si la razón del ardor donde yacía su marca era el chico aquel, pues no quería separarse nunca, estaba experimentando un bochornoso sentimiento de nostalgia. Su mano apretó la contraria, antes de soltarla y apegar al joven a sí mismo, delineando su pequeña y delgada cintura y espalda con la punta de sus dedos, creándole a Venti cosquilleos que lo obligaron a separarse, tanto por la vergüenza como porque sabía que si continuaban de esa forma, la situación podría acabar en algo más acalorado. El de ojos esmeralda se separó, desenredando sus dedos del cabello del joven, colocando su blancusca mano sobre la boca de Xiao en cuanto este estuvo por acercarse a darle otro beso.

Un Respiro De Mar [XiaoVen; AU] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora