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La estación de trenes en Cerdeña estaba especialmente concurrida aquella cálida tarde. Unos iban y otros venían, algunos empujaban y otros pedían permiso y Zhongli sólo buscaba poder arrastrarse entre la muchedumbre, trabajo que dificultaba algunas de las maletas, dio vistazos sobre su hombro a su esposa, que también buscaba escurrirse detrás de él, cargando a la niña con un brazo y tomando la mano del niño con la otra. Se miraron por segundos y ambos hicieron una pequeña y divertida mueca de fastidio, el niño se sentía asfixiado y su pequeña talla parecía pasar desapercibida entre la gente, pues a nadie pareció importarle darle un par de empujones.

Cuando por fin salieron y se pudo respirar aire fresco y no una combinación de perfumes y desodorantes con sudor, la familia entera largó un suspiro. La pequeña Ganyu bajó de los brazos de su mamá y pasó a dirigir su mirada a su hermano mayor, observándolo con unos curiosos y redondos ojos.

- Xiao, Xiao... - balbuceo, buscando la mano del niño, el cual la miró con cierto recelo al sentir el contacto.

Dicen que es común en los niños odiar a sus hermanos menores y a veces el niño no podía evitar sentirse un poco desplazado por culpa de la menor.

Ambos niños levantaron la mirada a sus padres y Xiao no pudo sino sentirse agotado, pese a la larga siesta que había tomado en el tren.

- ¿Dónde vamos a quedarnos? - preguntó, curioso, en voz baja.

Los adultos bajaron la mirada, alternando los ojos entre sus dos hijos.

- En un hotel, Xiao. - dijo la madre.

Acto seguido se agachó y dio una suave caricia en la cabeza del niño.

- Y mañana, te presentaremos a unos amigos. - continuó y soltó una pequeña risa al notar como el entrecejo ajeno se comprimia.

La mañana siguiente, cuando toda la familia se había refrescado, descansado y desempacado, los niños estaban evidentemente flamantes de energía, Xiao, en especial, pues era la primera vez en su vida que conocía el mar

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La mañana siguiente, cuando toda la familia se había refrescado, descansado y desempacado, los niños estaban evidentemente flamantes de energía, Xiao, en especial, pues era la primera vez en su vida que conocía el mar. Sus ojitos se iluminaban como estrellas, mientras el auto-rentado, por supuesto- recorría las autopistas, el clima era perfecto y la brisa tibia de la costa acariciaba el rostro del niño, asomado en la ventana. Su hermana estaba a un lado suyo, jugueteando con el cinturón de seguridad de su silla y la mano de su madre se movía esporádicamente en la parte trasera del asiento del piloto, como si hiciera el amague de rodear la espalda de su esposo.

Cuando bajaron y el sol le golpeó la cara, se sintió fascinado, observando a su alrededor la gente, las nubes despejadas en el manto celeste y en especial, el océano que se mecía con calma, pequeñas olas golpeaban la costa. Entonces, por primera vez el niño lo sintió. El ardor, la quemadura irritante en su brazo, donde se ubicaba su reciente marca. No lo comentó, sin embargo y se había puesto mangas largas, por lo que no hubo forma de avisar sus dolencias.

Observó delante suyo un niño que corría en dirección a ellos, lo miró, lo miró y lo miró más. "qué lindo" no pudo evitar pensar. No sabía si era porque no solía relacionarse mucho con niños de su edad o por el ardor que crecía en su brazo, pero no pudo evitar sentirse incluso un poco atontado, a medida que lo escuchaba hablar con júbilo, observando a su padre y mirándolo de reojo a él. Se ocultó detrás de la pierna de Zhongli e hizo todo lo posible para pasar desapercibido en frente del extraño, sintiendo una repentina emoción de calidez llenarlo por dentro cuando sus ojos se cruzaban tímidamente.

Un Respiro De Mar [XiaoVen; AU] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora