10

736 94 44
                                    

Venti había aprendido algo nuevo sobre Xiao esa noche: era mala copa. O quizá era error de principiante, de lo único de lo que estaba seguro era que los vinos muy viejos deben tomarse con calma, dado que tienden a embriagar mucho más rápido. Xiao se había apresurado con la primera copa, quejándose una y otra vez del sabor amargo, pero aún así sirviéndose por sí mismo con cautela en medio de las conversaciones. Venti estaba comenzando a pensar que tendría que acabar lidiando con un amigo ebrio. No temía demasiado acabar quedando inconsciente él, dado que solía beber a escondidas de sus padres, desde hace un par de años.

Xiao sentía una evidente curiosidad por su compañero, quería saber todo de él hasta que quedara saciada su incertidumbre, por lo que agregaba respuestas simples, procurando no hablar demasiado de él, también porque no parecía interesante romper el buen ambiente hablando sobre un adolescente que tuvieron que cambiar de instituto por causas de acoso escolar y porque ya se sentía un poco mareado. La botella de vino estaba muy por debajo de la mitad y se sentía avergonzado al pensar que estaba abusando.

Venti era un joven que había pasado la mayor parte de su infancia solo, moviéndose de aquí para allá a causa del trabajo de sus padres que —evito mencionar— parecían no estar interesados en su hijo desde un accidente que tensiono el ambiente entre la familia y sus allegados.

Sobrevivió, obligado a aprender las cosas por su cuenta, como cocinar, quemándose en la mayoría de intentos, agradecido de por lo menos tener estabilidad económica y un techo que lo tapase del frío. Tuvo una enorme cantidad de niñeras y muchos amigos que aplacaron un poco su soledad. Su protección pasó, en un determinado punto, a tres amigos de su padre que fueron más familia para él que cualquier otra persona y esos fueron: Lisa, Jean y Diluc.

— Desde que soy pequeño, cada verano visitamos una pequeña isla italiana. — mencionó, observando atentamente los ojos dorados de su compañero. — Recuerdo que tenía un amigo muy cercano allá, pasábamos el verano juntos.

— ¿Qué pasó con ese amigo? — se atrevió a preguntar Xiao, tenía la lengua algo pegada y arrastraba las palabras.

— No lo sé, quizá se olvidó de mí. — agregó Venti. — Xiao, ¿Estás bien? ¿Quieres ir a acostarte? No te ves muy bien.

Venti se apresuró a tomar la botella de vino añejo de la mesita de centro y llevarla a la barra de la cocina, apartándolo de la vista de su contrario, que tenía las mejillas ruborizadas.

— Creo que ya bebimos suficiente por hoy. — dijo Venti, apoyándose contra la barra y observando desde aquella distancia prudente al joven, que se puso de pie a tientas.

— Oye, Venti... — llamó Xiao, tambaleándose un poco en su dirección. — ¿ese amigo era yo?

Los ojos redondos y esmeralda se ensancharon en una expresión de sorpresa. Xiao derramó una repentina y rebelde lagrima. Era más que claro, estaba ebrio.

— Lo siento... — se disculpó. — Has tenido que sentirte tan solo.

Venti sintió una pequeña presión golpearle el pecho, se mordió el labio y soltó una pequeña carcajada nerviosa, acercándose en dirección al llorón adolescente y poniéndole la mano en el hombro, dando pequeñas caricias.

— Xiao, vamos arriba, tienes que dormir un poco. — le murmuró, agachando la cabeza, para encontrarse con sus ojos.

— Aún no... — dijo Xiao, levantando la cabeza y arremetiendo sin previo aviso contra los labios de Venti, sujetando su ancha camiseta blanca, para tenerlo un poco más cerca de sí.

Tomado por sorpresa y con plena consciencia de lo inapropiado que sería corresponderle a un joven que ni siquiera estaba en sus cabales, Venti se apresuró a apartarse, alejándose respetuosamente de su espacio personal.

Un Respiro De Mar [XiaoVen; AU] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora