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Había pasado un tiempo desde la última vez que Xiao había asistido a una fiesta, no sólo porque su padre había perdido la fe en sus nulas habilidades sociales, sino también porque realmente le incomodaban los lugares atiborrados, por lo que se podría decir que era un hombre de pocos amigos.

Sin embargo, allí estaba, frente al espejo del dormitorio, poniendo orden a una corbata y soltando un resoplido tras otro. En aquella época del año se realizaban una gran cantidad de fiestas, en celebración por  el verano y Jean y Lisa habían sido invitadas a un evento formal al que le habían insistido a Xiao por asistir, bajo la premisa de que en la noche harían un evento con linternas flotantes que se elevarían en toda la isla y los redondos e inocentes ojos ámbar del joven no pudieron evitar iluminarse ante la idea.

— ¿Cómo padre se pone esta cosa cada mañana? — le dijo al espejo, al notar el desastroso nudo que se suponía era una corbata.

Dejó escapar un suspiro, deshaciéndose de ella y tirándola a la cama, exhausto de batallar con un pedazo de tela y peor aún, haber perdido.

Se puso el blazer negro que descansaba sobre el colchón y se miró en el espejo una última vez, antes de ceñir las cejas y desordenarse aún más la maraña oscura que tenía en la cabeza. En la sala de estar, las mujeres esperaban en una esquina del cuarto, en medio de lo que parecía un pequeño momento de coqueteo. Xiao carraspeo, anunciando su presencia y Lisa rió, observándolo, mientras las mejillas de la rubia se ponían de un tenue color rojo, similar al color que llevaba en los labios.

— Ambas están muy bellas. — se atrevió a elogiar Xiao, con su clásica expresión.

Las mujeres se miraron mutuamente. Jean vestía un blazer negro igual que él, que se ceñía a su pequeña cintura, acompañado de unos bonitos tacones negros. Sobraba mencionar que maquillada lucía el doble de preciosa, especialmente por sus labios, rojos, brillantes, carnosos. Lisa portaba un vestido morado lleno de rosas, que dejaba a la vista su delgado muslo, cubierto por medias negras; sus tacones del mismo color y sus labios brillando en un tenue púrpura.

La castaña rió, dejando un pequeño beso en la mejilla de su esposa, antes de darles la espalda, manifestando de una forma no dicha que era momento de partir, al escuchar el auto afuera tocar el claxon.

Si era honesto, Xiao no esperaba ver nada interesante en aquella fiesta, pues fue cuestión de entrar para darse cuenta que no era más que uno de los típicos eventos que realizaba la gente rica

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Si era honesto, Xiao no esperaba ver nada interesante en aquella fiesta, pues fue cuestión de entrar para darse cuenta que no era más que uno de los típicos eventos que realizaba la gente rica. Lisa y Jean le hicieron compañía por un rato, pero al primer momento en el que se vio envuelto en una incómoda y aburrida situación social se desvaneció de su vista cual humo. La casa era en la parte alta del pueblo, desde donde la vista era maravillosa, Xiao no tardó mucho en caer en cuenta que no le había avisado a su amigo de la playa que esa noche no podría presentarse y se sintió mal por ello, sin embargo, imaginó que no ha de haber sido la primera vez que estaba enteramente solo dibujando, pues la noche en que lo conoció también se encontraba solo.

Un Respiro De Mar [XiaoVen; AU] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora