Mi nombre es Alejandra Smith. Tengo 17 años, soy de mediana estatura, con cabello rubio y ojos azul cielo. Mi cuerpo es común, bien formado en pocas palabras. En estos momentos, estoy preparando mis maletas para un campamento sorpresa de la escuela. Aunque debería estar emocionada, me encuentro en una situación desesperante: no logro encontrar mi outfit favorito. Para empeorar las cosas, mis zapatos negros con caricaturas blancas también han desaparecido.
Desesperada, recurro a mi última esperanza:
“¡Papá! ¡Mamá!” —grito, esperando una respuesta.
La casa permanece en silencio. Toda opción para llamar su atención es inútil porque no están en casa. Siento un nudo de frustración en la garganta. Sin su ayuda, encontrar lo que busco será difícil. Respiro hondo y decido enfrentar el desafío sola. Busco en cada rincón, revisando bajo la cama, dentro del armario y hasta en los lugares más insólitos.
Mientras busco, me doy cuenta de que estos momentos de incertidumbre forman parte de crecer, de aprender a manejar las pequeñas crisis por mi cuenta. Finalmente, aunque no encuentro mi outfit favorito ni los zapatos, descubro algo más importante: mi capacidad para adaptarme y seguir adelante a pesar de los contratiempos. Con una determinación renovada, continúo empacando, lista para enfrentar lo que venga en el campamento sorpresa.
—Si no fueses mi mejor amigo, me enamoraría de ti —dije, y Leo soltó una carcajada.
Accedimos al auto para partir a nuestro lejano destino.
—¡Al fin llegamos, no lo creo! —me quejaba como una niña pequeña luego de horas de camino.
Me sentía afortunada porque tenía dos grandes mejores amigos. Leo es un súper chico, un gran amigo. Y por otra parte, Arianna, mi mejor amiga, la mejor del planeta. Somos muy unidas, aunque últimamente estamos un poco distanciadas por sus clases de baile. Pero justo ahí viene.
—¡Hola! —me rodea con sus brazos.
—¡Hola, pequeña! Te extrañé demasiado.
—¿Cómo estás?
En ese preciso momento, antes de que pudiéramos entablar una conversación, llamó nuestra atención un grupo de maestros proponiendo juegos para comenzar esta aventura.
—¡Arriba esos ánimos, chicas! —se refería en alta voz, aunque en el fondo de mi ser sabía que perderíamos.
Los chicos comenzaron ganando en el fútbol como de costumbre. Después de varias partidas y con la unión del equipo femenino, remontamos los puntos y al final del partido logramos empatar los números en la tabla. Nos guiaron después del partido a conocer las habitaciones donde nos hospedaríamos por unos días. Sus entornos lucían acogedores y cómodos.
Me dediqué a organizar las cosas de uso necesario y frecuente para las próximas horas.
Al caer la noche, nos reunimos todos para jugar a “verdad o reto”. Elegí reto, y me tocó bailar salsa delante de todos. A decir verdad, tenía alguna idea sobre el asunto ya que mi padre me ha enseñado un poco. La botella giraba y giraba, y por suerte no fue mi turno. Esta vez fue el turno de Alisson, el chico callado de nuestro salón, al que todos llaman “el cerebrito”. En mi opinión personal, no está nada mal; es un chico de pelo rizado, ojos negros, labios gruesos, cuerpo delgado pero con músculos bien notados.
Él decidió elegir verdad.
Lety preguntó:
—¿Verdad que nunca has besado a una chica?
Su expresión y semblante cambiaron radicalmente.
—Tienes razón —respondió Alisson, mientras agachaba la cabeza y se iba del lugar. Me percaté de su triste mirada.
ESTÁS LEYENDO
Mi Mejor Accidente [Providencia I]
RomanceESTAMOS EN PAPEL EN AMAZON❤️ ¿Por qué siempre debemos soñar con cuentos de hadas? ¿Por qué insistimos en pensar que todo sería perfecto? ¿Por qué nos limitamos a imaginar solo momentos de alegría y no de tristeza? Vivimos en un mundo donde la perfe...