2 -Accidente

142 34 10
                                    

—Buenos días, señorita.

—Buenos días, grandulón —dije, con la voz quebrada porque apenas despertaba.

—Vamos, levántate. Vamos a desayunar y ver qué preparamos de comer.

—Vale, vale —le interrumpí—, déjame lavarme la cara.

Me vestí y salimos de la habitación, listos para experimentar nuevas aventuras.

—¿Y qué haremos hoy? —preguntó Leo, interrumpiendo mi momento de reflexión.

—No lo sé... No tengo idea, siendo sincera.

—Propongo algo —dijo, sonrojándose.

—Esa mirada, Leonardo Méndez, ya la conozco. ¿Qué estás pensando? —respondí con tono juguetón.

—¿Y si vamos a la playa cerca del campamento? Podríamos reunir a varios compañeros —propuso.

Al principio me negué, pero al final terminé aceptando.

—Está bien, vamos.

La playa se veía espectacular; ya podía imaginarme nadando en sus aguas cristalinas. De inmediato me quité el short corto que llevaba y quedé con mi bikini rojo, el cual resaltaba perfecto con mi tono de piel.

Todos se estaban divirtiendo. Algunos bailaban, otros nadaban, todos pasándola genial.

—¡Hey, Leo! —le grité para que pudiera oírme a pesar de la música resonante.

—¿Sí? Dime, Ale.

—Iré a nadar un rato. ¿Me acompañas?

—De hecho, estaba por hablar con una compañera de otra escuela que está guapísima. Te alcanzo al rato.

—Te espero, Cupido. Lúcete con la chica, nos vemos al rato.

Ya estaba a punto de meterme al agua cuando, a lo lejos, vi a un chico de porte atlético, cabello lacio y negro que enmarcaba su rostro perfilado. Sus cejas arqueadas resaltaban unos ojos profundos y seductores. Su piel clara y cuerpo bien definido, junto con su estatura de aproximadamente 1.80, lo hacían destacar. Me quedé hipnotizada por esa "obra de arte".

Sin embargo, alguien me empujó, lanzándome al agua. Agradecí el impulso que me acercó más rápido, aunque también sentí ganas de golpear a quien fuera, por hacerme perder de vista al chico misterioso. Decidí concentrarme en nadar y disfrutar de la hermosa playa. Todos estaban inmersos en la música y sus conversaciones, mientras yo me dedicaba a olvidar el mundo por unas horas.

Sumergí mi cabeza en el agua, disfrutando cada instante. Sentir el sol en mi rostro me alegraba, y el contraste entre su calor y el frescor del agua era perfecto. Todo marchaba de maravilla hasta que, en un momento, me puse a hablar con Leo desde el agua a gritos. De repente, tropecé con algo y me sumergí más de lo que podía alcanzar con los pies. No lograba mantener mi cabeza fuera del agua por mucho tiempo. Un miedo inexplicable y un vacío en el pecho me invadieron mientras intentaba llegar a la superficie, pero la marea me alejaba. Solo escuchaba gritos desde la orilla, apenas audibles.

—¡Ale, resiste, voy por ti! —gritaba Leo.

Narración de Leo:

En medio de lágrimas y desesperación, me sumergí en el agua pidiendo ayuda. Durante el caos, apareció un chico desconocido que ofreció su ayuda.

Juntos seguimos el rastro de Alejandra. En medio del terror, él la encontró y la tomé entre mis brazos. No daba señales de vida.

Todos los momentos de nuestra amistad pasaron por mi mente en un segundo. Las lágrimas caían sin parar, y mis mejillas estaban rojas de tanto llanto. El chico comenzó a hacerle primeros auxilios. A nuestro alrededor, todos estaban paralizados por el episodio, y los gritos de desesperación resonaban en la playa.

Mi Mejor Accidente [Providencia I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora