12 -Secretos

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Luego de finalizar Matemáticas, tuvimos otras dos materias y, finalmente, nos permitieron el recreo.

Ari, Leo y yo nos unimos y fuimos a buscar algo para comer. Ya se me hacía costumbre ver a Alisson en su mundo, quizá en su propio universo, interpretando todo a su manera. Ese chico realmente es muy bueno, además de ser un excelente amigo.

—Hola, Alisson, ¿cómo te encuentras? —decidí acercarme, dejando de lado sus palabras de amor hacia mí.

—Bien, Alejandra, como de costumbre. ¿Y tú qué tal? —preguntó, pasando su mano por su sedoso cabello.

—Bien, sin novedades. ¿Te gustaría unirte a nosotros? —le pregunté, esperando una respuesta afirmativa.

—Si me lo permites... la verdad, ya no me gusta estar tanto tiempo solo —comentó.

—Entiendo. Desde hoy cuenta conmigo, como siempre —no quería crear falsas esperanzas.

—Sí, claro, tranquila.

—Ven conmigo.

Fuimos a comprar hamburguesas y refrescos para todos. Aproveché la oportunidad para revisar mis mensajes y ver si Liam había respondido. Finalmente, lo hizo.

Chico Misterioso:
—Perdón, Ale, por estar inactivo. Pronto te cuento todo. Espero que estés bien.

Ese mensaje devolvió la paz que necesitaba, aunque todos a mi alrededor me observaban por la sonrisa que se me escapó.

Yo:
—Entiendo, aproveché ahora en la escuela para escribirte. Hablamos en la tarde.

Después de escribirle, apagué el celular justo cuando sonó el timbre, indicándonos el regreso a clases.

Al terminar las clases, se escucharon varios gritos de emoción en el salón. Yo también me uní. Tomamos nuestras cosas y nos fuimos a casa. Por el camino, hablamos sobre las curiosidades de este primer día escolar y quedamos en vernos por la noche: Ari, Leo, Alisson y yo.

—¡Al fin en casa! —exclamé al entrar, dejando las llaves en la mesa del comedor.

—Hola, nena —se escuchó la voz de mamá desde la habitación.

—¡Mamá! Hola, ¿cómo estás? Hoy he tenido un día agotador —le dije, recostándome en la cama.

—Me imagino, cariño. Yo estoy bien. Tu papá tuvo que quedarse un rato más en el trabajo; están muy enfocados en un nuevo proyecto.

—Está bien, mamá. Voy a organizar mis cosas y regreso a ayudarte.

—Aquí te espero —me acarició los cachetes en forma de agradecimiento.

Entré a la habitación y me cambié de ropa rápidamente. Me puse algo cómodo, me peiné, lavé las manos y, sin dejar rastro de desorden, fui a la cocina a ayudar a mi madre.

—Ya estoy aquí, lista para ayudar. ¿Qué debo hacer? —le pregunté, sin saber qué prepararía hoy de cena.

—Por ahora ayúdame con la carne, y luego encárgate de la ensalada —ordenó.

—Como digas —le di un beso corto en la mejilla.

En pocos minutos, puse la carne a cocinar y me dispuse a preparar la ensalada. Estaba lista para escribirle a Liam. Después de preparar todo, lavé los utensilios y dejé la cocina impecable. Mi mamá me miró asombrada y me felicitó.

—Muchísimas gracias —me dijo mamá, envolviéndome en un cálido y tierno abrazo.

—No es nada, mamá. Siempre que pueda, te ayudaré. Si me lo permites, voy a escribirle a Liam y luego a darme un baño. Quedé con los chicos de vernos en la noche.

—Está bien. Puedes salir, pero con cuidado —mamá me miró con esa expresión de "sé todo" que a veces me aterra.

—Sí, tranquila, te amo.

—Yo también, nena.

Subí a mi habitación y estuve frente al clóset unos buenos minutos, sin decidirme por nada. Al final, opté por un suéter cómodo que hacía mucho no usaba y unos jeans modernos de confianza. Ya lista para el baño, aproveché para escribirle a Liam, ya que en todo el día no había sabido de él.

Yo:
—Hola, ¿cómo estás? ¿Qué tal tu día?

Chico Misterioso:
—Hola, linda. Todo bien, pero para que sea perfecto, faltas tú.

Era ahora o nunca. Alejandra, pregúntale ahora por su familia, o después no tendrás el valor suficiente.

Yo:
—Liam, cuéntame sobre tu familia. Nunca me has hablado de eso.

Chico Misterioso:
—Tienes razón. No hay mucho que contar; en realidad, mi familia es un pequeño desorden.

Yo:
—Cuando quieras, puedes contarme.

Chico Misterioso:
—Lo sé, pero ahora no es el momento indicado.

¿Entonces cuándo lo será, Liam?

Yo:
—Cuando te sientas listo, cuéntame.

Chico Misterioso:
—¿Qué harás esta noche?

¿Debía decirle que iría con Alisson, Ari y Leo al parque?

Yo:
—Iré con Ari y Leo al parque cerca de casa.

¿Dónde quedó Alisson? Omití su nombre porque no quería pelear con Liam, aunque sé que está mal ocultar esa información.

Chico Misterioso:
—Tengo que arreglar un asunto.

Ahí vamos otra vez con el misterio...

Yo:
—Hablamos más tarde; me voy a bañar.

Chico Misterioso:
—Está bien, cuídate mucho.

Yo:
—Tú también.

Después de desconectar de redes, finalmente me metí a la ducha.

Luego de que papá llegó, nos sentamos a cenar.

—Qué deliciosa quedó la cena —mencionó papá, felicitando a mamá.

—No solo es mérito mío; nuestra pequeña hija también ayudó —dijo mamá, pasando su mano sobre la mía.

—Mi hija es una gran cocinera. ¡Mis futuros nietos tendrán suerte! —bromeó papá.

—¡Papá! —le interrumpí, sonriendo.

Todos reímos con sus ocurrencias. Durante la cena, comentamos sobre nuestro día y recordamos anécdotas de años pasados. Después de cenar, me despedí porque los chicos ya habían llegado por mí y tomé mi celular.

—¡Qué emoción ver a todos esperándome! —les grité.

—¡Hola! —me abrazó Ari, riendo.

—¿A dónde vamos? —preguntó Alisson.

—Tengo una idea: dos calles adelante, girando a la derecha, hay un amplio parque —propuse.

—Suena genial, suena divertido —respondieron, ansiosos.

Todos se veían bien: Ari llevaba un jean y un suéter, Leo un short gris y una camiseta blanca, y Alisson unos jeans con un abrigo.

A mitad del camino, Leo tropezó con algo en la calle y, rápidamente, Alisson lo sostuvo.

—¡Duele mucho! —se quejaba Leo mientras los demás no podíamos parar de reír.

—Leo, deja el drama. Ni siquiera te rompiste nada —le dijo Alisson, dándole una palmada en la espalda.

—Está bien, pero duele mucho...

—Lo siento —le dije, tratando de no reír.

—Yo también lo siento —se disculpó Arianna.

Cuando finalmente llegamos al parque, había unos asientos libres, el clima era estupendo, y se escuchaba música de fondo.

Mi Mejor Accidente [Providencia I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora