3 - Fiesta

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Aunque hemos pasado pocos días en el campamento, me llevo en la memoria recuerdos maravillosos e inolvidables. Algunos de estos recuerdos están protagonizados por el temor, ese que se apodera del momento pero guía tu destino hacia un futuro sin miedos.

Mis pensamientos son interrumpidos por golpes en la puerta.

—Pueden pasar.

—Hola, Alejandra.

—¡Allison! —exclamé con emoción y sorpresa al ver que se trataba de él—. ¿Cómo has estado?

—Bien. Gracias a ti, ya nadie me molesta. ¿Y tú? ¿Cómo te sientes después de todo lo que pasó?

—Me alegra que todo marche de maravilla. Yo estoy bien; aunque todos dicen que debo descansar, me siento estupenda.

—Me alegra escucharte hablar así —dijo, sacando de su bolsillo una pequeña flor y acercándola a mí.

—Gracias —sonreí.

—Me encanta tu sonrisa —dijo en un tono muy bajo. Me dio un beso en la mejilla y se marchó en cuestión de segundos.

Lo que acababa de suceder me hizo pensar de nuevo, de forma confusa, acerca de la chica a la que se refirió la otra noche.

Horas después, me duché y elegí unos jeans con un suéter blanco de textura urbana. Me hice una coleta y me recosté en la cama con el celular. Todo hoy ha sido muy repentino. El día ha tenido momentos verdaderamente intensos; siento que ha pasado un siglo en solo veinticuatro horas. No podía dejar de pensar en el chico que me salvó. A pesar de haber sido un accidente de alto riesgo, lo consideré mi mejor y más lindo accidente. Sé que suena egoísta y fuera de lugar, pero... lo conocí a él. Cuánto quisiera que esos ojos profundos me miraran tan fijamente ahora mismo, como hace unas horas.

Decidí escribirle a Leo para crear algún plan y escapar de esta habitación tan solitaria.

Yo:
-Hola, Leo. ¿Dónde estás?

Mejor Amigo:
-Hola. Pasaré a verte y, de ahí, iré a una fiesta a la que fui invitado.

Yo:
-Siendo así, aquí te espero pacientemente. No podrás irte sin mí.

Inmediatamente comencé a imaginar qué ropa podría usar, porque aún la noche es joven.

Minutos después, ya estaba lista. Llevaba puesto un short a la cadera y un pulóver rojo, con unos zapatos también rojos, con detalles en blanco, y mi pelo liso acompañado por una flor en el costado derecho.

Justo en ese momento sonó la puerta.

—Hola —me observó Leo de arriba a abajo.

—¡Al fin llegas! —dije casi gritando y soltando un suspiro.

—¿Dónde se supone que vas?

—Contigo —respondí con tono de burla.

—Alejandra, tienes que hacer reposo, por favor. Los especialistas lo dejaron muy claro.

—No te comportes tan rudo y amargado, por favor —intenté cambiar su opinión.

—Tienes que descansar; no voy a permitir que te arriesgues.

—O me llevas contigo o me olvidas, y hablo muy en serio —sabía que mi propuesta estaba llena de chantaje.

—No intentes chantajearme.

—Ya veo que no cambiarás de opinión... Hasta nunca —intenté cerrar la puerta, pero él la detuvo con la mano.

—Quiero que quede claro que no es mi responsabilidad lo que te suceda en las próximas horas.

—Lo peor que me podría pasar sería bailar toda la noche y que me duelan tanto los pies que no pueda regresar caminando, y para eso tengo un mejor amigo muy fuerte —reí.

Cuando llegamos a la fiesta, el ambiente estaba alegre; se oían ecos de risas y sonaba una de mis canciones favoritas en inglés.

Entramos en la pista de baile sin pensarlo dos veces.

—¿Bailamos? —me preguntó Leo.

—Sabes que no me negaría, ¡vamos! —dije, y lo arrastré hacia la pista.

Todos estaban enfocados en su entorno, y el ambiente marchaba de una forma mágica, alegre y pasiva.

Durante el baile, decidí retocar el maquillaje y fui al tocador para asegurarme de que estuviera en perfecto estado.

Gracias a los ángeles, todo estaba en orden. Al salir, tropecé con alguien y me derramó toda su bebida encima. Siguió caminando sin decir nada; esperé que volteara a pedir disculpas, pero no lo hizo.

—¡Hey, estúpido! ¿No ves por dónde caminas?

Continuó su paso ignorando mis palabras, pero en un momento giró la mirada y me percaté de quién se trataba: era el chico misterioso.

—Tampoco es para tanto, niña linda —respondió.

Mi corazón se salió de control, mis manos estaban heladas y mis nervios más alterados que nunca. ¿Acaso estaba soñando? Me acaba de decir "linda". Evidentemente, este chico era un verdadero misterio, y yo lo iba a descubrir. Ya se estaba convirtiendo en una ligera obsesión.

Me di la vuelta apenada y huí de ese entorno. Volví a mi realidad y regresé con mis amigos para seguir divirtiéndome.

—¡Hey! ¿Dónde estabas? —me preguntó Leo.

—Luego te cuento. ¿Qué ha sucedido en mi ausencia? —Noté la tristeza en su rostro.

—Lety se besó con un chico.

—Lo siento, Leo. Eres demasiado bueno para alguien tan egoísta como ella. Disfruta de la fiesta por ahora; mañana es otro día —le di un abrazo y seguimos disfrutando.

Mi conciencia se fue de paseo, y mi instinto de bailar tomó lugar. Bailé sin parar, una canción tras otra, y todos me miraban. Sé que mañana me voy a arrepentir, pero hoy es la realidad.

Después de tanto bailar, decidí tomar un descanso y, a lo lejos, pude ver el rostro tierno de Allison. Lo llamé, pero el ruido de la música impedía que escuchara, así que decidí acercarme.

—¡Hola! —forcé mi voz para que se oyera.

—¡Hola, Ale! ¿Cómo va tu noche?

—Muy bien. Si quieres unirte a Leo y a mí, eres bienvenido.

—Es buena idea —sonrió.

—Ven conmigo —lo tomé de la mano.

—Estás muy guapa hoy.

—Gracias... supongo —dije, un poco confundida—. Tengo que preguntarte algo: ¿de quién se trata esa chica que te interesa? —interrumpí el silencio entre nosotros.

—Es una chica muy hermosa. Tiene mirada de poesía y unos ojos encantadores... Es perfecta. Ella es...

En ese momento, un mesero tropezó con él y le derramó alcohol encima. Vaya, esta noche parece que las bebidas derramadas son una tendencia.

—Lo siento —dijo el mesero.

—No es nada —respondimos Allison y yo al unísono.

—Perdón, jóvenes —repitió el camarero.

—Vale —respondió Allison.

—¿En qué estábamos? —pregunté, tratando de retomar la conversación.

—Ten paciencia... tal vez lo sepas luego.

La intriga y curiosidad forman parte de mí.

En el tiempo restante de la fiesta no hicimos más que reír, bailar y disfrutar.

Poco a poco, todos se fueron marchando. Leo y yo nos rendimos y regresamos a nuestras habitaciones. Me recosté en cuanto pude; estaba exhausta por todo lo ocurrido hoy.

Hoy ha sido un día sinceramente inolvidable.

Mi Mejor Accidente [Providencia I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora