Cap. 12

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Respiro profundo mientras miraba como se acercaba al colegio, si era sincero no quería asistir, no quería ver a nadie siquiera a Jeno, pero una ruptura, un lobo y un corazón triste y roto no podían impedirle estudiar menos estando casi en exámenes.

Había pasado una semana desde que terminó con Mark, cada que sentía sus miradas o el cruzaba miradas con ellos se reían como si fuese chistoso jugar con todos, Jeno era su compañía y últimamente Minho se acercaba en los recesos ya fuese a comer o simplemente saludar.

Él parecía ser un buen alfa, aunque todos parecen serlo y muchos no lo son...

En su cabeza de vez en cuando pasaba ese recuerdo donde fue maleducado al escupirle a Mark en la cara, pero si volvía a ser sincero consigo mismo solo quería ir al baño a llorar mucho porque sentía horrible el saber que todos esos hermosos momentos, esas citas tan lindas y cálidas, esos abrazos y besos inolvidables habían sido una cruel mentira. Sentía que desde entonces algo había cambiado y no quería saber que sabiendo el porqué.

Cuando llegó sintió las miradas encima suyo, todas, absolutamente todas las miradas estaban clavadas en él haciéndolo sentir muy chiquito e indefenso. Quería a Jeno o ha Minho...

Tenía miedo, mucho miedo, los alfas lo miraban extraño y los betas igual, sus manos comenzaron a sudar y su labio a temblar y de no ser por los supresores juraría que el miedo se filtraría en todo el lugar.

Camino lo más rápido que pudo a la entrada esperando llegar a su casillero lo más pronto posible — Hola bonito — un alfa se puso enfrente suyo, sus ojos estaban oscurecidos y su sonrisa ladina, era mucho más grande que él y se sentía intimidado.

— H-Hola... — tartamudeo apretando el bote con café que sostenía — ¿S-Se le ofrece a-algo? — pregunto queriendo huir y refugiarse en el maestro más cercano.

El alfa comenzó ha acercarse a él con mucha seguridad y poder — ¿Qué te parece si esta tarde la pasamos muy bien? — pregunto tomándolo con fuerza de la mano — ¿Cuánto cobras zorrita? — varios escalofríos recorrieron su cuerpo erizándolo, quería morderlo y huir, todos los miraban pero nadie hacía algo para ayudarlo.

No entendía que pasaba o porque le decía así, no lo conocía y por ende no había tratado con él.

S-Suélteme — trato de zafarse, su lobo que estaba deprimido comenzó a aullar en desesperación llamando a su alfa.

— Quién diría que el dulce omega que rechazaba a todos gemiría como una perra en celo — otro alfa apareció entre todos los que estaban formando un círculo.

Estaba asustado y en cierta forma agradecía hacer tomado supresores para que nadie sintiera su ácido aroma.

— Que les parece si vamos a un lugar más privado — propuso un beta rodeando su cintura con fuerza y posesividad.

— N-No — dijo entrando en pánico, removiéndose de forma violenta queriendo que lo soltaran.



El omega se sonrojo al ver a uno de sus muy escasos amigos entrar con un gran ramo de flores, girasoles, sus favoritas y una gran caja de sus chocolates preferidos. Hace mucho el no recibía un regalo y el que lo hicieran ahora con las hormonas y todo alborotado hacia que su corazón latiera como loco.

— ¿Qué haces? — pregunto cuando tuvo al alfa enfrente suyo con muchos pares de ojos encima de ellos.

Minho sonrió dulce — Quise darle un detalle a un omega muy hermoso — el extendió los girasoles — Espero que te gusten mucho se que son tus favoritos — agregó.

EquivocaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora