Equivocación

28.

Vueltas, vueltas y más vueltas. Rondaba por su cabeza, un pequeño y bonito omega rondaba a su alrededor como un precioso y reluciente sol.

Lo quería....

Podría decir que lo amaba aunque fuese un poco apresurado.

Estaba feliz, demasiado feliz de poder ver a su omega.

Agradecía al destino y a la madre luna por haberle puesto en el camino un omega tan perfecto como lo era Donghyuck.

A él no le importaba los rumores, los chismes o ese que se hacía llamar su alfa.

Sonrió mirándose por última vez en el espejo, hoy era el día en que le pediría ser su pareja. No importaba nada más, si el moreno decía que si estaba dispuesto a dejar todo lo tenía y quedarse en Corea.

— Bien — salió del baño no sin antes tomar el hermoso y gran ramo de girasoles.

Sabía que esos eran sus favoritos, él los amaba y seguro le encantaría.

La reservación en el restaurante ya estaba hecha, pero todo dependía de la respuesta.

El chico tenía dos horas libres antes de sus últimas tres clases.

— ¡Morenito! — saludo más que alegre con una gran sonrisa en el rostro — ¿Dónde estas? — preguntó — Si y — su celular cayó al camino empedrado.

Levantó su mirada encontrándose al último ser con el que quería comunicarse o siquiera ver.

— ¿Qué m... ¡¿Qué mierda haces?! — exclamó al ver que el destinado del moreno había quebrado su celular.

— Aléjate de él Nakamoto — gruñó mirándolo asesino.

— Olvídalo idiota — gruñó igual.

El rubio cenizo lo miró y sonrió ladino, sus ojos solo destilaban superioridad.

— ¿Él lo sabe? — frunció el ceño.

— ¿Qué q —

— ¿Mi omega sabe que estas a punto de casarte y que tu omega esta nuevamente en cinta? — la pregunta lo tomo por sorpresa, su lobo se levantó engrifado y furioso.

Nadie lo sabía, nadie lo tenía que saber, era un secreto del cual jamás tendría a salir a la luz del publico.

Había sido obligado a ello, él no lo amaba siquiera lo quería, había sido drogado por sus mismos padres y el omega había accedido a ello.

— ¿De dónde lo escuchaste? — preguntó.

— El dinero compra espectadores increíble ¿no? ni yo me lo esperaba — respondió burlón.

— ¿Y él sabe que te revuelcas con Irene? —

— Él me perdonara, lo sé, solo será cuestión de tiempo, pero ¿Y tú? ¿Tu hijo no está apunto de nacer? —

— ¿Qué es lo que quieres? — pregunto entre dientes maltratando el ramo de flores.

— Regresa a tu asqueroso país y deja a Donghyuck en paz, él no te necesita —

— ¿Por qué tanto empeño en mantenerlo contigo? ¿Qué no te cansas de hacerle daño? —

— Es mío, la madre luna me lo dio, yo a él lo quiero tal vez l —

— No lo quieres Minhyung, es una obsesión de tenerlo como un objeto —

— Ese no es tu problema japonés, ahora lárgate de su vida y olvida tu confesión o yo me encargaré de que sea peor —