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Yuta podía afirmar que había sido una gran noche y para sus cachorros un día muy especial.
Su omega casi nunca salía con ellos por lo que tener a alguien a su lado viviendo esas mismas experiencias era muy atesorado.

— ¿Qué sucede? — uno de sus cachorros preguntó preocupado al ver al moreno agitado con pequeñas gotas de sudor resbalando por su frente.

— Su cachorro está por nacer — lo tomo de los brazos — Cuida de tu hermano mientras no estoy ¿sí? — el chico asintió sin mirarlo, su mirada estaba clavada en el omega quien caminaba hacia la salida soltando pequeños murmullos.

El alfa se sentía nervioso, ansioso, no sabía cómo exactamente describir lo que sentía, Sicheng nunca le dio la oportunidad de acompañarlo en sus momentos de dar a luz y pocas veces le dejó acompañarlo a sus chequeos y si era sincero no entendía ni comprendía como es que en algún momento llegó a sentir algo por él.

Era una mentira que tal vez se tragó y la volvió su realidad...

Al llegar varios médicos ayudaron al omega a ingresar, con el corazón en la boca los siguió sosteniendo la mano del menor susurrando que todo estaría bien.

— ¿Usted es su alfa? — pregunto uno de los doctores.

Abrió su boca, pero una respuesta fue soltada de alguien que estaba detrás suyo.

Una cabellera azabache pasó a su lado junto a un aroma a alcohol. Sonrió de lado al ver como Mark ingresaba junto al omega.

Negó con la cabeza tomando asiento en uno de los tantos que estaban vacíos, maldijo en sus adentros haberle avisado al alfa de lo de Donghyuck, pero tampoco podía quitarle el derecho que desde un principio poseía.

Los minutos pasaban haciéndose lentos casi eternos, su mente le proyectaba la hermosa noche que tuvieron, tan cálida y armoniosa, tan viva y dulce. Sonrió victorioso, pues él tenía al chico aunque Mark fuese el padre del cachorro estaba seguro que Donghyuck lo había elegido a él.

— Mi Donghyuck — susurró.

Dejó salir todo el aire de sus pulmones, tomó su celular notando que eran las tres y veinte de la mañana. Apenas había dormido dos horas...

— ¿Qué haces aquí? — Yuta volteó a ver al Sungchan quien lo miró con el ceño fruncido.

— Espero — respondió corto.

— No deberías estar aquí.

— Tú tampoco, pero mírate.

— Soy su hermano.

— Soy tu mejor amigo y ahora pareja así que cállate y siéntate estamos en un hospital.

A Sungchan las palabras de Nakamoto le hacían eco ¿su hermano ahora estaba saliendo con él? ¿Por eso los cachorros del japonés habían dicho eso? Levantó sus cejas rodando los ojos, los giros de la vida de su hermano a veces eran demasiado inesperados.


A Sungchan las palabras de Nakamoto le hacían eco ¿su hermano ahora estaba saliendo con él? ¿Por eso los cachorros del japonés habían dicho eso? Levantó sus cejas rodando los ojos, los giros de la vida de su hermano a veces eran demasiado inesperados

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