XVIII

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Los primeros días, Kaminari realmente cree que puede conseguirlo. Eri participa en las charlas sobre la función y aporta ideas y comentarios útiles (como, por ejemplo, que la idea de una de las chicas de organizar un musical era una completa locura teniendo en cuenta de que ni siquiera saben si podrán aprenderse una mísera obra teatro). La pequeña consigue bajar al resto de las nubes y hacerles poner los pies en la tierra y Kaminari realmente cree que va a conseguir que participe.

—No entiendo nada —la escucha decir un día al final de la clase, donde las chicas se han reunido para leer las propuestas de obras. Denki les ha dado la libertad de escribir su propia obra, y parecía que a todos les gustaba más la idea de crear su propio teatro y, bueno, en ello estaban: eligiendo la mejor propuesta.

—¿Qué es lo que no entiendes? —pregunta otra chica del grupo, con una brusquedad que hace a Denki levantar la vista de sus exámenes por corregir.

"¿Cómo demonios pueden ser estas chicas tan adorables y, a la vez, dar tanto miedo?", se pregunta.

—Nada de nada —Eri frunce los labios, escaneando las hojas que sostiene con el ceño fruncido. —¿Por qué hay un cerdo que habla?

—Es el mejor amigo del protagonista, lo explica en la primera página.

—¿Y por qué la protagonista anda por ahí de aventuras con doce años?

—Porque no tiene padres, Eri. Eso era obvio.

—¿Y eso le da la libertad de meterse en la cueva de un dragón en busca de un tesoro?

Kaminari se levanta de su sitio y anda hasta ellas, viendo a Sakura mirar de reojo a Eri con una sonrisa que no le inspira nada de confianza. Pero ya es muy tarde.. 

—Si quieres darnos clases de cómo es ser huérfana, adelante... Nadie te lo impide.

"Me cago en la puta".

—Chicas, creo que se nos está yendo el tono por aquí —suelta kaminari apareciendo en el centro del grupito que se ha formado. Sakura desvía la mirada y continúa coloreando, demasiado avergonzada como para mirarle. —Si no sabemos trabajar en grupo, esto no va a tener mucho futuro. Lo sabéis, ¿no?

Eri está a sus espaldas, sin decir nada. Cuando se gira, ella juega con sus manos, debatiendo si decir o no algo. El resto de la clase se ha quedado en silencio, pero poco a poco cada uno retoma lo que estaba haciendo minutos atrás.

—Tampoco va a tener ningún futuro si te duermes cada dos por tres —suelta Eri.

Denki pestañea un par de veces, procesando sus palabras y que estas están dirigidas a él.

—¿Perdona?

La pequeña rueda los ojos. Está molesta por el comentario de la otra chica, pero por eso mismo es que ha preferido desviar la atención de ella. Kaminari lo sabe. Ha aprendido a entenderla (o, al menos, eso cree).

—Solo he dicho lo que veo —dice como si nada, alejándose de él y del resto de la clase para sentarse en su pupitre a continuar haciendo tareas extras de clase y pasar completamente de la obra de teatro—. Estás cansado, y las cosas no salen bien cuando no las haces en tus plenas facultades, por muchas ganas que tengas. Hay que saber cuándo pedir una ayuda. —y, luego, como siempre, antes de sumirse en sus tareas como método de evasión, añade: — Mi hermano siempre me lo dice, así que sebe ser verdad.

Una Mente Brillante | ShinkamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora