Una Mente Brillante | Shinkami

II

—Eso es estúpido.

Kaminari traga saliva sin apartar los ojos de esa pequeña figura que le desafía. Eri está de pie mirándole muy seriamente mientras el resto de compañeros le miran en silencio sentados en sus sitios. Tiene los brazos en jarra y una cara que da a entender que está muy segura de su postura.

Si todos fueran tan decididos como ella, Kaminari no sabría dónde meterse.

—¿Tienes algo que decir, Eri? —pregunta con mucha más delicadeza de la que ella le habla a él.

Hay muchas cosas que uno aprende de otros. Eri es inteligente, mucho, pero todavía le cuesta relacionarse debidamente. Tiene carencias relacionadas a lo Social y él se ha dado cuenta. Por eso él mismo está intentando que le hable con más respeto tratándole así: en calma, con una sonrisa y con mucho respeto.

A lo mejor, haciéndole ver que ella es la única que forma parte de ese numerito que son sus berrinches, empieza a dirigirse hacia él de otra forma.

—Que esto es estúpido —dice levantando su blog de dibujo con las páginas en blanco—, eso tengo que decir.

Kaminari pasa la lengua por sus labios pensando en sus siguientes palabras.

—Cuando decidimos elegir una actividad para hacer en esta hora libre, la mayoría votó esto —responde levantando su propio blog (sí, incluso él estaba pintando). Eri frunce el ceño—. A tus compañeros les gusta, Eri.

—¿Habla de los mismos compañeros que no saben decir las tablas de multiplicar sin titubeos? —le corta ella.

Kaminari muerde su propia lengua para no soltar un improperio. Ambos, entonces, se miran durante unos largos segundos en los que la sonrisa suave de él y el ceño fruncido de ella intentan hacer ceder al contrario.

Al final, abre el cajón de su derecha con un suspiro abatido, y de él saca algunas hojas que deja después sobre la mesa de la pequeña.

—Gracias —es lo único que le responde Eri, dispuesta a empezar los ejercicios de matemáticas mientras el resto de la clase prosigue con sus dibujos.

"Al menos me lo ha agradecido, eso algo" piensa Kaminari