—¿Por dónde podría empezar esto?—
Corría el año 1928, más preciso, primavera en el hermoso Nueva York, o como se lo conocía más por aquel entonces, la moderna Babilonia. Los rascacielos eran igual de grandes que las ambiciones de las pequeñas personas que caminaban por esas calles.
—¿Conoces a Charles Lindbergh?— Preguntó el mayor antes de continuar con su relato.
—Creo haber oído de él en clase de historia. Fue como el tercer hombre en ir a París en avión sin escalar, ¿No?— Respondió Brendan.
—¿Ese es el resumen que les dan hoy en día?—
Charles era una celebridad. Fue prácticamente el héroe de la época, pues él soñaba con ser el primer hombre en cruzar el atlántico sin escalas para llegar a París. Cuando se le vio por Irlanda, después de tantas horas sin saber nada de él, todos en la ciudad se volvieron locos al saber que estaba cerca de su destino. En el momento que se anunció su llegada al ‘Le Bourget’¹, los americanos celebraron como si de un logro propio se tratara.
Tal vez sí, hoy no se escucha como la gran cosa, todo era más simple en ese entonces, lo más lejos que había llegado el hombre americano había sido ir a París ida y vuelta.
El punto es que había oportunidades para aquellos aventureros, sin importar de donde vinieras o a dónde querías llegar. El trabajo volaba, así como el dinero. Éramos felices. Todos teníamos sueños, y en Nueva York, los podíamos cumplir.
Yo también tenía muchos, solo que eran más sencillos que los de la mayoría.
▶️”Wildwood Flower -The carter Family”
Yo tocaba el piano desde los siete u ocho años, mi abuelo me había enseñado. Tenía la ilusión de algún día ser el pianista más grande de la ciudad. Quería casarme, tener dos hijos y vivir así hasta envejecer noblemente. Sin embargo, eso se vio opacado por los sueños aplastantes de un joven poeta extranjero, quien escapó de su realidad llegando a América con grandes ilusiones. Supongo que ya te imaginarás que chocamos bastante al comienzo. No obstante, encontramos una extraña manera en la que nos volvimos muy cercanos…pero bueno…creo que me estoy adelantando. Empezaré esto de la forma correcta, y eso sin duda alguna es con el comienzo.
Yo regresaba de trabajar. Debo destacar que trabajaba siendo de familia adinerada, por ende, era un noble empleo como repartidor de periódicos por mi zona de aquel entonces; Broadway (Manhattan).
Papá era asesor financiero para empresas Ford y mamá trabajaba, también por decisión propia, como costurera en una boutique a cuatro cuadras de nuestro hogar.
Teníamos un amplio y hermoso apartamento en 274 este, calle 73, en el 280. Teníamos el auto del momento (Un Ford modelo A Roadster), pero mi madre siempre tuvo la costumbre del ahorro, pues venía de una familia pobre en Corea. Ella se había fugado con mi padre, quien andaba viajando por el mundo como mochilero. Cuando la conoció a ella se enamoró profundamente así que no estaba dispuesto a dejarla ir. Ambos llegaron a Nueva York, se casaron, y para el año de matrimonio, nací yo, siendo hijo único.
Todo era paz y tranquilidad en mi hogar, hasta el día 18 de marzo.
Entré por mi puerta a mi hora habitual, dejé estacionada mi bicicleta en el pasillo y avancé mientras tarareaba hasta que me topé con un joven rubio teñido, quien se encontraba cómodamente sentado en mi sala viendo con curiosidad los cuadros en la pared de enfrente. Cuando me escuchó, se volteó a verme, así que noté al instante sus rasgos asiáticos, su nariz que parecía un pequeño botón, apenas sobresalía de su rostro. Sus labios gruesos se abrieron para hablar.
⏸️
—¡Hola!— Me saludó cordialmente.
—Ah, hola— Aunque le devolví la sonrisa, fue inevitable que mis cejas no se juntaran al extrañarme su presencia —¿Quién es usted?—
—Jimin, ¡No!— Dijo el rubio, pero rápidamente se arrepintió —Jami, Jimin. Quiero decir, Jami—
—¿Jimin o Jami?— Le cuestioné.
—Jami— Asintió el menor repetidas veces.
Su eufórica mirada se quedó fija en mí, sus pies se balanceaban mientras golpeaba el sillón con sus talones.
—¿Tú quién eres?— Me preguntó ahora él, pero con un inglés poco fluido —No, espera, ya sé, eres el hijo de la señora Abney, ¿Cierto?...Aunque no sé tu nombre—
Parpadeé perplejo por tanta informalidad junta.
—Yoongi Abney— Dije con voz trémula. Sin embargo, le sonreí con seguridad.
—Ah, bueno— Dijo sin más.
Asentí y forcé un poco más la sonrisa.
—¿Me disculpa un momento? Voy a pasar a mi cocina— Me excusé para ir con mi madre, pues sabía que estaba ahí gracias al ruido que había en esa dirección más el olor a comida.
—Oh, sí, sí, sí, sí— El menor movió sus manos como flecha de señalamiento, así me mostró el camino por el cual debía retirarme.
Al pasar, lo rodee mientras lo miraba como si fuera a morderme. Él, por su parte, actuaba como si yo fuera el invitado ahí, viéndose como el dueño absoluto, o al menos de mi sillón con estampado floral en el que estaba sentado.
Cuando entré a la cocina, vi a mi madre cortar cebolla verde mientras canturreaba una melodía desconocida.
—¡Mamá!— La llamé en tono de queja.
—¿Si?— Ella, en cambio, me respondió con mucha calma.
—¿Quién es el sujeto de la sala?—
—Veo que ya conociste a Jimin— Sonrió ella.
—¿Así que sí es Jimin?— Dije para mí mismo — Como sea, pues…sí, es lo primero que uno nota al entrar— Me recargué en el refrigerador —¿Lo conoces de alguna parte?—
—Algo así— Tiró con sus manos las rodajitas de cebolla a la olla, la cual ya estaba en el fuego —Es hijo de una amiga que tenía en Corea— Dejó la tabla de picar en el lavabo —Y va a quedarse con nosotros por un tiempo indefinido— Me miró con una sonrisa bien decidida.
—¿Qué?— Estuve a punto de gritarlo, pero, justo antes de hacerlo, caí en cuenta que Jimin podría escucharme — Pero, ¿por qué?—
—Acaba de llegar y no tiene donde quedarse. Además, necesito que le enseñes inglés, porque su conocimiento en ello es prácticamente nulo—
—Pero madre, nosotros no lo conocemos, ¿Papá ya sabe?— Reproché.
—No. Él al igual que tú, lo van a tener que aceptar. El chico necesita ayuda—
—Pero…— Me interrumpió.
—Ya fueron muchos “peros” en pocos segundos. Ahora, ve allá y preséntate como se debe. Averigua qué tanto tienes por enseñarle— Se acercó a mí para acomodarme la corbata beige de rombos que tanto me gustaba —Y lo más importante…conózcanse. Te hace falta hacer amigos—
—No le veo la función a tener amigos— Repetí una frase muy célebre mía.
—Por lo menos inténtalo Yoongi— Me tomó el rostro mientras me hacía su típica cara de “por favor”, a la que ni mí padre ni yo podíamos negarnos.
—Bien…— Balbuceé. Me giré más encorvado que cuando entré y salí de la cocina con los pies arrastras en el suelo.
Cuando volví a la sala lo vi, esta vez de pie, tocando las figuras de cristal que papá coleccionaba. Había que destacar que nadie tenía permitido hacerlo. Cuando el rubio me vio dejó la figurilla de oso pardo, casi arrojándola a donde pertenecía.
—Que rápido volviste—
No sé porque me molestaba tanto que me hablara con tanta informalidad. Jamás me había pasado algo así con alguien menor, tal vez esa era la razón.
—Si…— Traté de ignorar todo lo que me estaba colmando la paciencia hasta ese momento —Me presentaré de manera correcta…Soy Yoongi, mucho gusto— Me acerqué mientras extendía mi mano para un saludo cordial.
—¡Que tal!— La tomó con agresividad y la sacudió como sonaja, de manera que lastimó mi hombro
—El gusto es mío—
Cuando soltó mi mano, miré con molestia hacia abajo. Luego lo miré a él mientras me mordía la lengua.
“Pues quien se cree que es este sujeto” Pensé.
Nada había comenzado bien, en definitiva.
Así, de alguna forma misteriosa, o, mejor dicho, por insistencia de mi madre, salí con él a caminar por la cuadra. Traté de enseñarle al menos lo básico, aunque sea, para que no se perdiera por Broadway.
Las personas seguían su flujo tranquilo de un martes por la tarde, al igual que nosotros.
Hablábamos en coreano. Mi madre ya me había advertido que Jimin aún no hablaba bien inglés y yo, por suerte, manejaba coreano con fluidez puesto a que mi mamá me lo había enseñado ni bien cumplí los ocho años.
—¿Cuál era el apellido de tu madre cuando era soltera?— Preguntó de repente el menor.
—Ah…Min— Respondí.
—Oh…Min Yoongi— Dijo entre susurros, más para sí mismo que para mí.
—¿Así que viene de Corea?— Intenté sacar otro tema de conversación.
—Así es— Me respondió con una sonrisa que hacía resaltar sus regordetas mejillas.
—¿De qué parte en específico? Si se puede saber—
—No lo diré. No importa ahora— Caminó un poco más rápido hasta pararse frente a mí, nunca frenó su andar, simplemente caminaba de espaldas —Ya no estoy ahí, entonces…¿Cuál es el sentido de hablar de ello?—
Esa pregunta hizo que me lo pensara un poco, y, aunque no le vi nada de malo a mi pregunta, tampoco le insistí. Lo acababa de conocer, no pretendía molestarlo u ofenderlo.
—Bien, entonces ¿Por qué vino a Nueva York? —
▶️”Down Hearted Blues -Bessie Smith”
—Fácil, vine aquí porque es la tierra de los sueños— Dijo de forma poética mientras se quedaba parado en el lugar.
Justo donde frenamos, podía escuchar a lo lejos “Down Hearted Blues”, provenía de la florería al otro lado de la calle. Reconocía esa canción a kilómetros, recuerdo que era una de las favoritas de mi madre.
—Ah… ¿Tienes un sueño por cumplir?— Le pregunté.
—Así es, yo…— El rubio hizo énfasis en su persona —Voy a convertirme en el mejor escritor de habla inglesa en este nuevo milenio—
Lo dijo tan en serio que realmente me hizo dudar en sí estaba bromeando o no.
—Pero usted no habla inglés— Repliqué y puse la mano sobre mi pecho —Ni tampoco es americano o británico o…— Me interrumpió.
—Ya entendí, muchas gracias por su comentario innecesario. Estuve practicando a leer en inglés y con algunos libros aprendí lo básico— Tomó mi mano y la sacó de mi propio pecho sin importarle ese contacto físico —Por eso mismo me haré pasar por americano y voy a conseguir la nacionalidad—
Un plan simplemente absurdo. No era necesario ser muy audaz para notar que aquel muchacho no pertenecía a los Estados Unidos.
—Conquistaré América con mis escritos— Se trepó al último escalón que pertenecía a la entrada de una casa ajena —Luego, me iré a Europa, tal vez a Londres. Me jubilaré joven y viviré en Bruselas, París, Madrid, o yo qué sé. Estaré en todas partes—
Mantuvo su mirada en el horizonte, probablemente viendo aquel futuro tan bizarro. Yo solo me limitaba a mirarlo con una especie de pena ajena. Primera razón, logró hacer que varias personas lo voltearan a ver; Segunda razón, parecía que sus ideales del mundo eran bastante desubicados. Estoy hablando de los años veinte, donde todo parecía posible, sin embargo, por más prometedoras que parecían las cosas en ese momento, los sueños de Jimin eran completamente imprudentes.
—No luce como americano, joven Park— Dije.
—Por eso me teñí el cabello— El menor bajó de las escaleras con un gran salto, así se ubicó de nuevo frente a mí.
—Pero no se ve…— Intenté replicar, pero nuevamente fui interrumpido.
—Por eso me vas a enseñar a hablar inglés—
—Por cierto, preferiría que me hablase con más for…— Fui interrumpido por segunda vez.
—Y por eso voy a cambiar mi nombre—
—¿Cuál es tu nuevo nombre?— Pregunté con curiosidad.
—Jami Park— Pronunció su apellido con un acento americano en lugar del coreano.
—¿Así que pasó de Park Jimin a Jami Park? — Quise reír, pero mis principios no me lo permitieron —Eso es bastante original— En realidad, me parecía bastante vago viniendo de un escritor —Muy bueno, excelente—
—Mientes— Me descubrió. Su rostro se transformó en uno de desagrado.
—¿Disculpe?— Moví mis ojos, intranquilo.
—Desde que nos conocimos hasta ahora no has dejado de mirarme con la cara hacia arriba como si fuera un insecto— Comenzó a merodear a mi alrededor mientras me analizaba de pies a cabeza —Tienes intenciones ocultas— Me apuntó con el dedo índice. Ese gesto me pareció lo más grosero que había hecho hasta el momento —¿Crees que miento? ¿Qué mi sueño es patético?— Su mirada se volvió amenazante.
—No— Traté de mantener mi rostro relajado.
—O peor aún— Se detuvo pensativo para luego volver a invadir mi espacio personal — ¿Crees que yo soy patético?—
—No— Respondí.
—¿Crees que no seré capaz de cumplirlo?—
—No— Volví a contestar.
—¡Bullocks!²— Gritó repentinamente. Aquello hizo que me quedara helado, y las personas que pasaban por ahí nos miraron bastante ofendidos.
⏸️
—Oiga, relájese— Le dije mientras intentaba no perder la poca paciencia que me quedaba. No cabía duda de que era la persona más extraña que había conocido —No hay necesidad de insultar, y mucho menos en inglés británico—
—Oh, ¿Lo dije correctamente?— De manera inesperada su estado de ánimo cambió.
—Mejor de lo que debería— Respondí.
—¿En serio? Wow— Luego de eso volvió a una postura seria —En fin, te decía ¿A caso tú no tienes ningún sueño?—
—Obviamente, sí—
—¿Te gustaría que te miraran de esa manera mientras los cuentas con esperanzas?— Dijo el rubio, ahora más triste que enojado.
Al ver esa nueva expresión en su cara, me hizo pensar en mis actitudes hacia él. Fue demasiado.
—Lo lamento— Aflojé mis hombros.
—¿Cuál es tu sueño?— Jimin me preguntó, ya más calmado con mis disculpas.
Suspiré cansado por tantos cambios de ánimo en tan poco tiempo. No me agradaba hablar acerca de mi vida, y mucho menos con extraños, pero dadas las incómodas circunstancias, no me quedó de otra más que compartir, aunque sea de forma superficial, mis más ansiadas ambiciones.
—Pues…— Metí las manos en los bolsillos de mis pantalones y me encorvé solo un poco — Sueño con algún día ser uno de los mejores, por no decir el mejor, pianista de Nueva York. Me encantaría poder entrar a Julliard…—
—¿Qué es eso?— Me interrumpió.
—Pues, es el mejor conservatorio de música del país— Jimin hizo una seña para que prosiguiera —Quisiera una maestría. Lleva aproximadamente dos años terminarla, y una vez que eso pase…me gustaría viajar a Nueva Orleans para tocar en algún festival. Seguir así, casarme a los veinticinco con Amber…—
—¿Quién es Amber?— Arrugó su nariz.
—Amber es mi novia. Llevamos dos años juntos. Nos conocemos desde pequeños y nuestros padres ya lo aprobaron.
—¿Tienes novia?—
—Ya lo dije, ¿Por qué?— Jimin realmente me estaba confundiendo.
—Por nada, es que para tener novia pareces ser muy estu…— Se detuvo rápidamente — Estudioso. Muy entregado, por eso no te imaginaba con tiempo para una relación— Sonrió y mostró todos sus dientes mientras se rascaba la nuca, nervioso.
—De acuerdo…— Lo miré de reojo —Probablemente tendremos dos hijos en el futuro, no lo sé— Pateé una ramita que estaba junto a mis zapatos —Poner un negocio, vivir de ello hasta envejecer y morir—
Cuando terminé de hablar no esperé una respuesta inmediata, pero sí me causó bastante conflicto que no dijera nada por un largo rato, solo se limitó a verme de una forma indescriptible, sin nada más, comenzó a caminar de regreso a la casa. Lo seguí muy de cerca como su sombra, también, de vez en cuando, intentaba verle la cara con esperanzas de encontrar alguna reacción en él, pero nada. Aquel muchacho tan parlanchín se quedó sumamente callado todo el camino.
Entramos a la casa, avanzamos por el pasillo hasta llegar a mi sala. Se sentó en el sofá más grande y yo a su lado.
—¿Dije algo malo, joven Park?—
—¿Ah? No, no— Me dijo con circunspección —Solo que tengo una duda—
—¿Cuál es?— Pregunté.
—¿A ti te gusta tu sueño?— Me miró casi angustiado.
“Pero qué pregunta”
—Claro que sí. Pienso que será una buena vida— Respondí con bastante obviedad.
—¿A eso le llamas una buena vida?— Jimin desorbitó sus ojos.
—Por supuesto, es la vida perfecta— Respondí inalterable.
—Ouh…— Él esquivó el contacto visual y se removió en su asiento con incomodidad.
—¿Por qué tanta insistencia en esto?—
—Bueno, es que…si eso es una vida buena y perfecta para ti— Me sonrió con pena —Tal vez deberías morirte de una vez—
Me quedé boquiabierto, pestañé un par de veces para digerir lo que me acababa de decir — ¿Disculpe?— Me sentí sumamente ofendido —Fue usted quien mencionó el no burlarse de los sueños del otro—
—Si, pero fue antes de escuchar los tuyos— Rió burlón.
—¡Me lo dice el coreano que quiere hacerse pasar por americano usando un handbok³!— Me levanté enojado del sofá.
“Y yo que me había sentido mal por mi comportamiento hacia él.”
—¿Qué?— La risa se le borró en un instante.
—Tú eres el verdadero “¿Qué?”— Se me acabó la educación —¿Tan mal le fue a tu escritura en Corea que no encontraste otra opción más que huir?—
—Más cuidado con lo que dices, bruto— Jimin me respondió arisco.
—¿¡Bruto!?— Me burlé.
—¡Oigan!— Mi madre bajó preocupada, y se encontró con los dos mientras nos veíamos desafiantes —¿Qué se traen aquí?—
—Nada— Comencé a alejarme —Voy a mi habitación— Pisé fuerte los cinco escalones que llevaban al pasillo donde estaban los cuartos —Para no verle más la cara al joven Park—
—¡Yoongi!— Mi madre me gritó totalmente furiosa, pero la única respuesta que recibió de mi parte fue la puerta de mi cuarto al cerrarte con fuerza.
Me dejé caer en la cama con toda mi cara sobre el colchón. Me ardía el rostro.
════ ∘◦❁◦∘ ════
En la cena, todo el ambiente estuvo lleno de tensión. Mis padres también habían discutido sobre la estadía de Jimin, aun así, la victoria ya la tenía mi madre muchísimo antes de si quiera empezar, y tuvieron que actuar con condescendencia como los adultos que eran.
Por mi parte, Jimin y yo aun estábamos jóvenes, la palabra condescendencia no existía en nuestro vocabulario.
—Y bien joven Jimin— Habló mi padre con su manera educada que tanto le caracterizaba —¿Cómo es que llegó a los Estados Unidos?—
—Pues, tomé un barco de Corea a Japón, y después, uno de Japón a…— Se podía notar como la presencia de mi padre lo ponía nervioso —Aquí, eso hice—
—¿No sintió pesado un viaje así de largo? Debió ser duro— Cuestionó mi padre para luego sorber su sopa.
—Sí, un poco, pero conocí personas interesantes en el proceso. Eso vuelve todo un poco más fácil—
—Bueno, pues, déjeme decirle que sus acciones me parecen bastante audaces— Le dijo afable.
—Gracias. Algunas personas testarudas no piensan así— Dijo el rubio, obviamente, en referencia a mí.
Resoplé por la nariz y me dediqué a husmear en mi estofado de kimchi. Mi padre no solía decir ese tipo de cosas de manera tan deliberada. No entendía que sucedía.
—¿Y cómo logró sobrevivir al hambre?— Mi madre se unió a la conversación.
—Estuve robando comida a los de primera clase, también algunos cambios de ropa que conservé para pasar mejor los días en el barco—
—¿Escuchó lo que dijo madre?— Alcé ambos brazos hacia Jimin para inculparlo.
—¿Qué, cielo?— Me preguntó confundida.
—Acaba de decir que robó, ¿Planea tenerlo en la casa merodeando por ahí? Es un ladrón. Corremos peligro— Le expliqué.
—Lo hizo por una buena causa. Si es por necesidad, supongo que está bien— Me respondió ahora ella.
—Usted me ha dicho toda la vida que robar es malo— Reproché.
—La señora Abney ya dio su punto de vista— Habló Jimin de forma áspera hacia mí.
—Estaba charlando con mi madre, no con usted— Contesté hostil.
—Estás hablando sobre mí, y estoy aquí presente— Contestó Jimin hacia mi queja.
—¡Usted hizo lo mismo!— Dije.
—No recuerdo haberlo hecho— Fingió para molestarme.
—¡Fue hace un minuto!— Dije agudo.
—El caso es que, yo podré ser ladrón, pero al menos no soy un mansito como usted—
—¿Un mansito?— Pregunté confundido.
—Y uno muy grande— Dijo Jimin sin realmente responder mi pregunta.
—¿Ah sí?—
—Si— El menor se cruzó de brazos lleno de soberbia.
—¿Ah sí?— Pregunté otra vez, pero más alterado.
—Sí— Volvió a responder.
—¿¡Ah sí!? ¿Se cree más superior que yo?—
—Yoongi…— Dijo mi padre, fue una advertencia más que un llamado, pero fue ignorado.
—En efecto— Respondió Jimin a mi pregunta anterior.
—Pues…— Estaba intentando contenerme.
—¿Pues?— Me retó.
—¡Pues, su cabello ni siquiera se ve rubio!— Golpee la mesa y le grité ese pensamiento que tanto daba vueltas en mi cabeza desde que lo vi —Hasta el más idiota de los idiotas lo hubiera notado— Jimin resolló.
—¡Yoongi Abney!— Gritó furioso mi padre mientras mi madre me miraba mal.
—Pero…— Intenté defenderme.
—Eso es todo, ve a tu cuarto— Volvió a hablar serio mi padre.
—Ay Jimin, perdónalo— Dijo mi madre —Como no tiene amigos, le cuesta comunicarse con las personas—
Dejé caer mis brazos sintiéndome totalmente traicionado por mis padres.
—No se preocupe señora Abney, me di cuenta— Me dio una sonrisa fugaz.
—Pero madre— Ya no pude ni reclamar.
Antes de levantarme de la mesa miré a Jimin bastante molesto, y a pesar de que él también me estaba estrangulando con la mirada, no me importó, mi odio hacia él era más grande.
¹Aeropuerto de París.
²-Bullocks es una expresión británico para decirle a alguien que miente pero al mismo tiempo significa básicamente "bolas" xd.
³-Vestimenta tradicional Coreana
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Bag Full Of Dreams ||YoonMin||💛 EN EDICIÓN.
FanfictionPrimera edición: Marzo 2023. ☞𝙰𝙳𝚅𝙴𝚁𝚃𝙴𝙽𝙲𝙸𝙰: 𝙽𝚘 𝚜𝚎 𝚛𝚎𝚌𝚘𝚖𝚒𝚎𝚗𝚍𝚊 𝚕𝚎𝚎𝚛 𝚎𝚗 𝚍𝚒́𝚊𝚜 𝚕𝚕𝚞𝚟𝚒𝚘𝚜𝚘𝚜☜. ▫️No escenas sexuales gráficas (por respeto a la imagen de los chicos). ▫️Leve mención del Taekook. ▫️Se tocan temas de...